domingo, 29 de diciembre de 2013

¿Brindemos?

Brindar siempre ha tenido un significado agradable relacionado con la esperanza de un futuro, al menos tan bueno como el presente que hasta ese momento habíamos llevado. Brindamos por nosotros, por quienes nos rodean, por nuestra salud y nuestro progreso en la vida. Nos miramos a los ojos en el momento en que las copas chocan y el cava casi rebosa, multiplicándose las burbujas liberadas tras haber pasado demasiado tiempo encerradas en la botella. Siempre he creído que esa efervescencia mostrada por esas pequeñas motas de aire, tenía algo que ver en nuestro ímpetu por mirar más allá, pero ahora me pregunto si realmente podemos tener buenas expectativas ante un futuro que pinta más negro cada día. 

Hasta no hace mucho, cada Nochevieja suponía un paso más en una vida sin demasiados problemas, o sin problemas graves si ustedes lo prefieren. Desconocíamos el concepto de prima de riesgo, el déficit público no primaba sobre cualquier otro asunto y la palabra recorte sólo se aplicaba en el mundo de la confección. Parece mentira cómo ese mundo que parecía tan seguro, pendía únicamente de un hilo muy frágil, tanto, que con la quiebra de un solo banco se desató un cataclismo económico sólo comparable al de 1929.

Ahora se me antoja difícil pensar más allá de pasado mañana, cuando el reloj marque inexorable las doce de la noche y por arte de magia hayamos llegado a 2014. No veo solución a la situación en la que se encuentra mi país, pues se siguen aplicando las mismas medidas económicas que comenzaron a ponerse en marcha durante la última parte de Gobierno de Zapatero. Se sigue ahogando a los más pobres, se les lleva a situaciones desesperadas y las clases medias están en estado de shock, pues ese sistema en el que creían se tambalea con cada nueva medida económica. 

Todo lo que me habían inculcado desde pequeño, el respeto por la Constitución, la admiración por la Transición, lo perdí hace tiempo. Sólo me ha hecho falta leer un poco acerca de cómo fue aquel proceso del que somos hijos, proceso que nos ha llevado irremediablemente a esta ruina económica, social y política que es hoy España. Mientras no haya separación real de poderes, mientras sigamos contando con el actual sistema electoral y político, seremos presa de esa caterva heredera de una dictadura que borró cualquier esperanza en un país que en los años 30 del siglo pasado aspiraba a convertirse en democracia. 

Nadie me puede convencer de que estamos saliendo de la crisis y nadie podrá persuadirme de que 2014 será mejor que 2013, pues las palabras vacuas de los miembros del actual Gobierno no se las creen ni ellos mismos. 

No puedo brindar, por tanto, como lo hacía años atrás, cuando anhelábamos terminar nuestros estudios para poder dar lo mejor de nosotros a la sociedad. Nos han negado la oportunidad de hacerlo y hemos de marcharnos fuera para seguir desarrollándonos como personas. Temo que 2014 sea el año que abandone mi país para no volver en mucho tiempo. Temo que el próximo brindis sea el más amargo. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Promesa a Mandela

El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela abandonó puño en alto y de la mano de su esposa, la prisión Victor Verster, cercana a Ciudad del Cabo. Había pasado 27 años entre rejas debido a su lucha violenta contra el apartheid, y a pesar de que muchos trataron de forjar en torno a él la imagen de un terrorista, no lo consiguieron. Salió de la cárcel entre vítores, cantos y aplausos, demostrando que al pueblo negro de Sudáfrica le había llegado la hora de participar plenamente en la vida política de su país. 

Esta imagen será para mí el mejor recuerdo de Mandela. Mientras dejaba atrás la prisión, a veces sonreía pero otras su mirada plasmaba una convicción absoluta por la tarea que estaba a punto de comenzar, o que, si lo miramos de otra manera, ya había comenzado con otros medios varias décadas atrás. 

Ahora nos toca a nosotros proseguir su legado, pues todavía queda mucho por hacer para lograr la igualdad entre todos los seres humanos y muchos aprovechan la crisis para dar pasos atrás ante nuestra mirada atónita. Somos ciudadanos, somos personas. No permitiremos que nadie nos arrebate la capacidad de vivir con dignidad. Te lo prometo, Madiba.