miércoles, 24 de marzo de 2010

Extraño comportamiento

Se sentaron frente a mí en el autobús. Ella se mostraba reacia a las caricias que él trataba de ofrecerle. No sabría decir si era un rechazo por timidez o por miedo, pues sus ojos reflejaban una expresión poco concreta. Él pasó su brazo por encima de los hombros de la mujer, pero ésta se mantenía distante, tratando de que sus cuerpos no se rozaran. El tipo hablaba mientras ella no prestaba mucha atención. Parecía que no tuviera mucho interés en la conversación, claro que él no se daba cuenta y seguía atosigándola con sus mamarrachadas.

Ella tendría unos cincuenta años, pelo rubio, corto y rizado así como una cara desgastada por la edad. Sus manos estaban curtidas en mil y una batallas, causa de la dureza de su piel. Él ocultaba una galopante alopecia bajo una visera, pero todavía conservaba parte de su cabello, el cual asomaba allende su gorra terminaba. Las facciones de su cara eran rudas a la par que simpáticas, una mezcla que no me ofrecía demasiada confianza, pues no me dejo guiar por el rostro de las personas, ya que la verdadera personalidad se halla más allá de unos simples rasgos faciales.

Me sentía un poco incómodo sentado frente a ellos, pues la actitud de la mujer no era demasiado usual y menos ante las muestras de cariño de quien supuestamente es su pareja. Todo eso me daba muy mala espina, pero tuve que levantarme para pulsar el timbre y que en la próxima parada se abriera la puerta para bajar del autobús. Entonces enfilaría el camino que me lleva derecho a mi hogar.


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