jueves, 31 de diciembre de 2009

Cielo de Invierno

Las noches de la estación más fría están presididas por un majestuoso cazador llamado Orión. Se trata de mi constelación preferida, pues además de ser una de las más fácilmente reconocibles, alberga entre sus astros una de las nebulosas más hermosas de observar incluso con unos simples prismáticos. Se trata de la M-42 o, simplemente, nebulosa de Orión, en cuyo interior nacen constantemente nuevas estrellas a ritmo infernal. Además, posee una gigante roja llamada Betelgeuse, situada en su vértice superior derecho y ya va camino de convertirse en una supernova, aunque no creo que nosotros podamos disfrutar de semejante espectáculo, pues estos procesos son arduos y lentos debido a la gran cantidad de helio que todavía le queda por consumir antes de explotar definitivamente. Además, este cazador persigue junto a sus dos canes (mayor y menor) a una liebre ya incapaz de aguantar la carrera.

Sin embargo, en algunas cartas celestes pertenecientes al período antiguo, Orión aparece armado de un mazo, defendiéndose de las embestidas de Tauro, constelación perteneciente al círculo zodiacal. En Tauro se halla la decimotercera estrella más brillante de nuestro cielo, cuyo hermoso nombre, Aldebarán, hace referencia a su característica de seguir a las Pléyades, un cúmulo formado por unas quinientas estrellas de las cuales sólo son visibles a simple vista seis o, como mucho, siete. Ellas son las siete hijas del titán Atlas y de la ninfa marina Pléyone. La mayor de ellas, Maya, engendró al dios Hermes a partir de una relación con Zeus.

Otra de las atracciones del cielo de invierno es la constelación formada por Cástor y Póllux. Ellos son los gemelos, es decir, Géminis. Uno de ellos, Cástor, era mortal, pues fue engendrado a partir del rey espartano Tíndaro en el vientre de su esposa Leda. Por otra parte, Póllux era inmortal, ya que fue engendrado por Zeus también en el vientre de Leda. Los dos gemelos participaron en diversas hazañas, formando parte de los argonautas junto a Jasón, cuando partió en busca del vellocino de oro. Hoy, Cástor y Póllux son las dos principales estrellas de esta constelación, pudiendo observarse junto a Orión durante todo el invierno.

Es posible contemplar en estas gélidas fechas, otra constelación casi tan majestuosa como las anteriores. Se trata del Auriga, nombre con el que se conocía a los cocheros en tiempos romanos, tanto para los esclavos que transportaban en bigas y cuádrigas a sus amos, como a los corredores de las carreras circenses. Estoy seguro de que todos habéis visto esa magnífica pugna cinematográfica entre Judá Ben-Hur y Mesala en el Circo Máximo de Roma, pues se trata de la escena más cara de la historia del cine y tal vez la más célebre. Sin embargo, este auriga poco tiene que ver con ellos y hay varias leyendas en torno a su figura. Hay quien dice que se trata de Mirtilo, otros apuestan por Erictonio... Os invito a que leáis las distintas leyendas y os quedéis con vuestra favorita. Para mí, sin duda la más hermosa es la protagonizada por Mirtilo, cochero de Enómao, rey de Olimpia. Hipodamía, hija de Enómao, poseía gran belleza y muchos hombres la pretendían. Sin embargo, Enómao no estaba dispuesto a entregar a su hija a cualquiera y todos aquellos que la deseaban eran retados por el rey a una carrera de carros en la que siempre perdían. El precio de la derrota era la muerte. Pélope, un joven hijo del rey anatolio Tántalo, consiguió que Hipodamía se enamorase desesperadamente de él y para que Pélope sobreviviera a la carrera con su padre, sobornó a Mirtilo prometiéndole la mitad del reino y la primera noche en la cama con la princesa. Así, Mirtilo cambió la punta de bronce de las ruedas por otras de madera. Al día siguiente, mientras el esclavo conducía el carro y Enómao se disponía a matar a Pélope en cuanto le dieran alcance, las ruedas se rompieron muriendo el rey en el accidente. Mirtilo sobrevivió e intentó violar a Hipodamía cuando comprobó que la recompensa prometida era falsa, así que Pélope lo arrojó al mar al tiempo que Mirtilo maldecía a toda su especie. Esta maldición salpicó a toda su familia así como a sus descendientes. Incluso golpeó a algunos tan célebres y lejanos como Agamenón y Menelao.

Como veis, el cielo de invierno ofrece grandes maravillas ante nuestros ojos. Si sois capaces de aguantar el frío, disfrutaréis de un espectáculo que se repite todos años, pero no por ello deja de ser magnífico. Os animo a dejar vuestras ajetreadas vidas de ciudad por unos momentos para adentraros en la magia infinita del universo.

Feliz año a todos

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Terapia

Es duro curar el mal de amores, pero peor es aceptar la derrota al darse uno por vencido ante los ojos del destino. Desde aquí quiero hacer un llamamiento a todos aquellos que se encuentren en una situación de desamparo. Deseo hacer por todos una campaña en favor del amor entre todos los seres humanos. Ya es momento de saborear con nuestro paladar el verdadero significado del amor.

Es la hora de que todos y cada uno de nosotros santifiquemos tan puro sentimiento, pues es propio de nosotros, los seres humanos, demostrar nuestro amor por los seres que habitan a nuestro alrededor.

Hemos de ser tolerantes, solidarios y conscientes de nuestra gran labor humanitaria. Debemos derribar los muros entre pueblos y religiones, entendiendo de veras la unidad de nuestra especie. Si no recapacitamos ahora corremos el riesgo de entrar en una guerra ideológica de la que no nos hallamos tan lejos, destruyendo gran parte del legado cultural heredado de nuestros antepasados.

Alcemos nuestra vista hacia un nuevo horizonte solidario, hacia un mundo que comprenda las necesidades biológicas de todos los entes vivos de este recóndito lugar del universo, pues a pesar de que nosotros nos consideremos muchas veces como centro del mundo conocido, constituimos una parte irrisoria al compararnos a gigantes rojas, nebulosas o grandes cúmulos de galaxias.

Tenemos el deber de conservar este pequeño planeta. No lo olvidemos

viernes, 18 de diciembre de 2009

El coleccionista de imágenes

Ángel guardaba sobre su armario un pequeño arcón en el que amontonaba cientos de fotografías pertenecientes a su vida. De vez en cuando lo tomaba y abría con delicadeza, queriendo conservar el brillante color marrón de la madera usada para su elaboración. Él había sido el artesano y por ello ponía tanto empeño en su estado, pues anhelaba que algún día otros seres humanos vieran las hermosas imágenes del pasado que él vivió.

Extraía las fotos con sumo cuidado, usando un guante para no mancharlas con la suciedad de sus dedos. Observaba sus pequeñas obras de arte con rostro nostálgico, vislumbrándose de vez en cuando en sus ojos alguna que otra lágrima: comidas en el campo, viajes a lugares de ensueño, besos con su esposa, fiestas de disfraces o imágenes familiares formaban parte de su colección de postales, de su vida.

Un día que se hallaba contemplando los retales de su propia existencia escuchó a alguien llamar a la puerta. Cerró su preciado arcón suavemente, se incorporó y guió sus pasos hacia la entrada de su hogar. Cuando abrió, hubo de cerrar un momento los ojos debido a la insoportable luz que entraba, aunque reconoció inmediatamente al ser situado frente a él. Le invitó a pasar mostrándole el camino hacia la sala de estar. Dejó el abrigo del visitante en su habitación y fue a la cocina para preparar un delicioso té de manzana.

Regresó en pocos minutos al salón, donde le esperaba aquel viejo conocido, quien se había presentado vestido con un traje gris y camisa negra. Traía consigo un pequeño maletín cuyo contenido ignoraba nuestro protagonista. Era negro, tal vez de cuero y lo portaba bajo el brazo. En un primer momento lo había dejado en el suelo, pero cuando Ángel entró en la estancia, lo tomó con un lento movimiento de su mano, pues no se hallaba lejos de ésta.

Comenzaron a hablar, recordando algunos momentos que habían vivido juntos. Se contaron sus batallitas así como los acontecimientos más importantes de sus respectivas vidas. De repente la conversación giró hacia la literatura, después al amor y finalmente a la muerte, pues los dos eran conscientes de que el fin de sus días se aproximaba inexorable. Ángel, a pesar de ello, era feliz, pues creía completas todas sus ambiciones de juventud. Consideraba su vida maravillosa a pesar de los pequeños obstáculos que el destino a veces le había puesto por delante. Sin embargo, había superado todos ellos y ahora disfrutaba feliz de su senectud.

El visitante abrió entonces el maletín y extrajo de él un sobre. Lo entregó a Ángel rogándole que descrubriese su contenido, creando una nube de tensión entre ellos. Éste obedeció y despegó la solapa. Metió suavemente sus dedos tomando un enorme montón de pequeñas fotografías. Las situó sobre la mesa y comenzó a observarlas una a una, muy lentamente. Cada vez que miraba una nueva fotografía, un nudo iba ahogándole el estómago de pura emoción.

Se hallaba inmerso en cada detalle, cada risa, cada palabra, cada mañana, tarde y noche que había vivido. Observaba todos los momentos, todos los segundos de su vida. Las lágrimas se tornaban de repente en risa para después volver al llanto. Una y otra vez exclamaba expresiones de admiración, sorpesa o alegría. Se trataba de un reencuentro con él mismo así como con todos los seres que alguna vez habían influido en su vida. Preguntó a su visitante de dónde había obtenido este maravilloso tesoro, pero cuando dirigió su mirada hacia el extraño hombre del traje gris, éste había desaparecido.

Ángel siguió rememorando su pasado durante ocho años, desgastando con su mirada las postales que aquel viejo conocido le había regalado. Entonces, un buen día de abril, escuchó golpes en su puerta. La abrió con parsimonia y enseguida comprendió de quién se trataba. Era el hombre del traje gris. Se sentaron en el sofá del salón, junto al vapor expulsado por el té de manzana casi hirviendo. Tuvieron una conversación parecida a aquella transcurrida hacía ya ocho años. Nuestro anciano amigo seguía satisfecho con su existencia y confesó al visitante que su paraíso se halla en la tierra. Entonces, el hombre del traje gris le ofreció vivir de nuevo su vida, desde su nacimiento hasta su muerte -para la que tampoco quedaba tanto- perdiendo la consciencia de haber experimentado su primer paso por este mundo. Volvería a conocer a la misma gente, a visitar los mismos lugares, a reír en el mismo instante que en su anterior vida. Todo sería igual, pero nuevo a la vez.

El viejo se vio, a partir de ese momento, envuelto en un círculo que se repetiría durante toda la eternidad, pues quien ha sido feliz en este mundo, no anhela ascender a una dichosa y permanente experiencia en paraísos inexistentes, sino repetir una y otra vez su maravillosa estancia en este planeta. Tal vez nosotros también estemos sufriendo un bucle infinito y yo haya escrito estas líneas miles de veces en mis anteriores existencias, aunque sea incapaz de recordarlo. ¿Quién sabe...?

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ciudades

Hay ciudades con alma. Ciudades que parecen hablar mediante sus calles, sus plazas o sus gentes. Ciudades monumentales que han abarcado muchos siglos de Historia y que han conseguido conservar, pese a la desidia de sus habitantes, el esplendor del pasado. Ciudades inabarcables levantadas sin sentido ante la especulación y otras que ven cómo poco a poco sus avenidas languidecen ante el abandono y la pobreza. Ciudades esplendorosas, capitales de antiguos imperios, orgullosas de su pasado mientras caminan hacia el futuro. Ciudades cuyo rostro cambia según el momento del día, pues no es lo mismo la luz del Sol que la de una farola.

Ciudades caóticas, donde coger el coche supone cada día una aventura. Ciudades planificadas según un plan de ordenación urbana, en las que es difícil perderse ya que todos los caminos conducen al mismo lugar. Ciudades satélite y ciudades dormitorio, cuya única función es dar cobijo a familias, tendiendo a perder la típica imagen socializadora de la urbe. Ciudades imprescindibles en las que la vida puede ser maravillosa y otras tan detestables que podríamos demolerlas para volver a levantarlas con cierto estilo.

Ciudades pequeñas donde la vida es tranquila y apacible, a la par que tediosa en algunos momentos. Ciudades con mar y puerto cuyo cielo es surcado por gaviotas y cada amanecer trae consigo el sonido de la bocina de un barco. Ciudades con río o ríos, fuentes de riqueza y recursos imprescindibles y tal vez decisivos para la construcción de dichas urbes. Ciudades alzadas en torno a una iglesia, una mezquita, un templo, una fortaleza... en fin, construidas en torno a algo.

Ciudades fantasma y destruidas por las guerras. Ciudades que se han convertido en emblemas de nuestro planeta, en marcas que vender y exportar. Ciudades de ensueño, de cuento o de postal. Ciudades de las que siempre se enamorarán románticos aventureros en busca de un motivo por el que vivir.

Siempre nos quedarán ciudades por descubrir.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Frío cálido

Y sin quererlo, amaneció. Pero no fue una alborada cualquiera. La niebla era casi opaca, aunque conservaba una translucidez semejante a la del alabastro que cubre las ventanas de muchas iglesias. Por eso, aquel día el sol no salió. Simplemente iluminó las nubes acosadoras, las cuales tapaban incluso los edificios más cercanos a nosotros. Yo amaba ese momento pues sus ojos no habían perdido un ápice de vida a pesar de las sombras. Su miraba reflejaba cierto temor a pasear entre tinieblas pero se calmó cuando apreté su cuerpo al mío. Íbamos muy abrigados, sobretodo ella. Vestía una chaqueta gris a la moda bajo la cual se superponían dos camisetas y un jersey a juego con la chaqueta. Además, un gorro oscuro cubría su cabello moreno aunque su cara soportaba el intenso frío con estoica heroicidad. Estaba muy mona con la nariz colorada y yo no pude evitar hacer una broma acerca de ese color carmín. Ella sonrió y me dijo "tonto" cariñosamente. Arrimó su cabeza a mi hombro y seguimos caminando, atravesando la niebla que poco a poco iba iluminándose. Olvidé el frío para concentrarme en nuestros pasos, consiguiendo una sensación de plenitud en medio de la bruma.

Me sentía tan bien paseando con ella que te lo tenía que contar. No es mi intención despertar en ti envidias ni suspicacias, simplemente quería compartir mi felicidad contigo esta noche. Dulces sueños.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Kemal y Füsun

-¿Qué haces ahí de pie tan lejos?

-Te estaba observando.

-Entonces deja de observar y acércate.

-¿Estás segura?

-Sí. Vamos, ven.

-De acuerdo, pero antes debo ir con cuidado para no caerme entre estas rocas tan puntiagudas. Podría resbalar y hacerme daño.

-Bueno, pero no tardes mucho. Hace rato que tengo ganas de darte un beso. Mirarte desde aquí abajo es todo un espectáculo. Estoy muy enamorada de ti.

-Tú estás incomparablemente hermosa, con tu cuerpo bajo las aguas del Bósforo. Las olas parecen tejer un vestido sobre tu piel desnuda. En cuanto llegue abajo te voy a abrazar y a probar tus labios salados. El mar les dan un toque distinto.

-Oh, cielo. Me dices unas cosas... Pero ahora apréstate a bajar y ven conmigo. Volvamos nadando a la orilla. Está anocheciendo y nos vamos a congelar cuando salgamos del agua.

-Ya estoy. Corre una pequeña brisa fuera del agua, pero aquí dentro la temperatura sigue igual que antes. El mar es un refugio maravilloso.

Fueron moviendo sus brazos y sus piernas en una especie de danza acuática mientras se acercaban a la orilla. Observaron pequeñas embarcaciones en las que ancianos pescadores lanzaban sus redes al mar tratando de capturar algún pez escurridizo. Más lejos surcaban el mar transbordadores que llevaban a los estambulíes de una orilla a otra del Bósforo y los grandes buques de carga que atravesaban el estrecho bien hacia el mar Negro, bien hacia el mar de Mármara. Otros permanecían varados esperando su permiso para seguir su travesía. Las luces de la ciudad a uno y otro lado se iban encendiendo poco a poco, extendiéndose a lo largo de las dos orillas un ejército luminoso anunciando el fin del ocaso. Nuestros enamorados llegaron al embarcadero de su hogar y salieron juntos a tierra. Tomaron sus toallas extendidas en la fría piedra secándose el uno al otro y se sentaron en unas hamacas de madera.

- ¿Te das cuenta de lo afortunados que somos, Füsun?

-Sí, Kemal. La imagen del perfil de Estambul me llena de felicidad. Este es el lugar perfecto para vivir nuestro amor. No creo que haya otro lugar en el mundo donde fuéramos tan dichosos.

- Pero cielo, nuestro amor podría sobrevivir en cualquier ciudad, en cualquier pueblo. Mi madre me decía siempre que el amor sincero no sabe de espacio o de tiempo. Nunca hemos estado separados durante un largo período de tiempo, pero creo que sería capaz de esperarte si mañana tuvieras que marcharte durante unos meses o unos años a otro lugar.

- ¿De veras?

- Sí, totalmente.

- Yo no puedo imaginarme ni un sólo día separada de ti. La sensación de soledad me mataría en poco tiempo. He entregado mi vida a ti por completo. Eres todo en mí.

- Füsun, nunca voy a marcharme. Puedes estar segura. Viviremos siempre en esta ciudad y contemplaremos hasta el último día de nuestras vidas este paisaje. Estambul será siempre nuestro hogar y esta vetusta casa de madera nos acogerá junto a nuestros futuros hijos. Mi padre me dejó todo esto para que lo disfrutara contigo. Cumpliré su voluntad con total obediencia y seré muy feliz junto a ti.

- Kemal, entonces vayamos dentro a hacer el amor. Tengo frío y quiero sentirte como sólo yo puedo hacerlo. Hagamos realidad nuestros sueños.

Y así, los dos jóvenes enamorados, entraron en su hermosa casa de madera que casi podía ser considerada un palacio para vivir con total entrega su pasión.

Estambul es una ciudad ideal para enamorarse y de la que enamorarse.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Vida Nueva

Me encontraba disfrutando de un delicioso té de manzana cuando me vi sobresaltado por el sonido del teléfono. Estiré el brazo y lo alcancé inmediatamente, descolgándolo y contestando con gran celeridad. Se trataba de una llamada que llevaba tiempo esperando.

Me calcé más rápido que nunca y salí corriendo de mi apartamento rumbo al trabajo. Cuando llegué, lo primero que hice fue despedirme de mis compañeros y de mi jefe, un tipo harto desagradable cuyas axilas apestaban a sudor. No volvería a aparecer jamás en ese asqueroso restaurante de comida rápida al cual tenía que ir todos los días de la semana. En cuanto tuviera algo de tiempo denunciaría las terribles condiciones de trabajo que había tenido que aguantar a lo largo del año que había pasado desde el fin de mis estudios.

Salí a la calle, volví a mi apartamento dando saltos de alegría y una vez allí encendí el ordenador. Escribí un e-mail explicando el nuevo rumbo que había tomado mi vida. Lo envié a todos y cada uno de mis contactos, pues quería que todo el mundo fuera consciente de mi dicha. Siempre había sido un tanto capullo pero hoy se terminó mi mala suerte.

Telefoneé a James, mi mejor amigo. Se alegró sobremanera de mi éxito y se prestó a llevarme al aeropuerto el día que por fin cogiera el avión hacia una nueva vida. Lo único que sentía era que mis padres no pudieran ver nada de todo esto. Murieron hace cuatro años en un trágico accidente del cual sólo salí yo con vida, pero estoy seguro de que allá donde estén se sentirán muy satisfechos de su hijo.

Dejé uno a uno cerrados todos los asuntos que tengo en esta apestosa ciudad y busqué un billete de avión. Me iba dentro de dos días. Me iba de Detroit. Esta urbe estaba cada vez más decrépita. El esplendor de antaño se transformó en decadencia. Vivió una época gloriosa pero ahora los tiempos de recesión y ruina llegaron, provocando una ola de suicidios entre la clase acomodada de la urbe. La avaricia rompe el saco.

Ahora, aquí en el aeropuerto, me dispongo a coger el primer avión de otros muchos que me quedan por tomar. Ya he facturado la maleta con la gran mayoría de mis pertenencias -las que no he podido traer se las he prestado a James- y ahora sólo llevo conmigo una mochila cargada de papeles y baquetas. Sí, soy músico y ahora mismo emprendo una gira de larga duración con una afamada orquesta sinfónica de los Estados Unidos. Espero no verme obligado a volver nunca a esta ciudad. Cualquier otro sitio de este planeta ofrece más oportunidades para vivir de la música.

Quiero despegar cuanto antes, quiero ser libre.

domingo, 6 de diciembre de 2009

La música

Se apagan las luces y un rumor expectante se empieza a expandir entre el público. Nosotros nos encontramos al otro lado del telón, donde los músicos se preparan para salir a escena y ofrecer lo mejor de sí mismos. Vamos saliendo uno a uno mientras A golpea con fuerza el daiko a un tempo lento. Ya hemos tomado nuestras posiciones y el unísono que producimos al percutir los parches de nuestros tambores ensordece al público, haciéndole prestar una total atención a nuestros patrones rítmicos. Nos miramos entre nosotros y todos observamos las indicaciones del director, cuyos movimientos nos permiten conservar en todo momento la tensión que debemos transmitir a los espectadores.

Poco a poco va creciendo la intensidad, se aproxima el punto álgido del número y el público espera expectante la siguiente obra. A los músicos el concierto se nos pasa volando, perdiendo la noción del tiempo, pues no somos capaces de determinar la duración del espectáculo. Somos pequeñas marionetas del destino manipuladas por unas manos sobrenaturales. Olvidamos que hay alguien más allá del estrado, nos sentimos como la única fuerza existente en el universo.

Entonces somos capaces de sentir el poder absoluto de la Música.

Ella es nuestra fuerza.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Diálogo del corazón

Hace pocos días, mientras mantenía una vanal conversación con un buen amigo a través de mi teléfono móvil, unas extrañas interferencias se colaron entre nuestras animadas palabras. Se trataba de una discusión entre un hombre y una mujer decididos a romper definitivamente su relación, un momento duro para cualquier ser humano y más cuando éstos parecían hechos el uno para el otro. En fin, he creído oportuno enseñaros todo lo que escuché, pues su intensidad fue enorme, dejando una profunda huella en mí.

-¿Y por qué has tardado tanto tiempo en llamarme?

-Temía un resurgimiento de ese amor que siento por ti y que ahora parece aletargado.

-Pero ya deberías haber pasado ese trago tan amargo y que a mí también me dolió tanto.

-Si ya te ha dejado de doler será porque tampoco sentías algo muy profundo por mí.

-No digas tonterías. Sabes que te he amado como nadie podrá hacerlo nunca.

-Si así fuera lo seguirías haciendo durante el resto de tus días.

-...

-Voy a serte sincero. He hecho un inmenso esfuerzo cada vez que pulsaba una tecla del teléfono y mi conciencia me pedía que no siguiese cada vez que un nuevo dígito aparecía en la pantalla de mi celular. Temía que al escucharte creyera por un momento volver al pasado, a aquellos días en los que me llenabas con una inmensa luz incapaz de ser oscurecida por la mayor de las nubes.

-Pero sabes perfectamente que nuestra relación llevaba tiempo dañada. Yo misma he cometido descuidos hacia ti que jamás podré perdonarme.

-Eso no sirve de nada ahora. Te escuché descolgar el teléfono y olvidé por un momento todos esos deslices que tuviste conmigo, esos pequeños pero letales gestos que denotaron un importante desinterés hacia mí. No creas que me gusta flagelarme, pero a veces tengo la sensación de no tener en cuenta tus acciones. Sabes que soy una persona comprensiva y dialogante, pero veo tu decisión como algo definitivo. No te quiero insistir. Sólo deseo que seas feliz, aunque eso suene sarcástico y tópico. Ahora mismo no tengo ganas de seguir escuchándote. Lo único que hallaré será una profunda desesperación capaz de llevarme a cometer actos inimaginables, a convertirme en un ser cegado por ecos de sombras y delirios del corazón. Voy a intentar seguir con mi vida como si nunca te hubiera conocido.

-Pero Galip...

Y lo único que escuchó fue el sordo chasquido del teléfono al ser colgado.

martes, 24 de noviembre de 2009

¡Maldita sea!

Como cada mañana, asomé mi cabeza por la ventana para tomar con mis mejillas la temperatura existente más allá de mi cálido hogar. Ese día había bajado considerablemente y constaté la posición del mercurio en mi termómetro. Cogí la chaqueta tras el desayuno, introduje las manos en aquellos falsos dedos de lana, enrosqué una bufanda en mi cuello y creí al fin estar preparado para afrontar el frío polar presente en la calle. La puerta bramó su habitual chirrido al cerrarla cuando salí de mi casa enfilando las gastadas escaleras de mármol.

En la calle todo era paz. Las tiendas permanecían cerradas a esas intempestivas horas, invitándome a volver a casa y agazaparme de nuevo en mi cama...

Todavía no sé a qué extraña razón se debe este texto. Acabo de llegar a mi hogar tras un duro día y sin darme cuenta ya estoy pensando en el comienzo del siguiente.

¡NO!

Quiero descansar ahora que llegó este ansiado instante. Quiero disfrutar de cada minuto de sueño para que mañana al despertar no se me vuelvan a quedar pegadas las sábanas, como me ocurre cada día.

Escribiré acerca de la rutina cuando tenga tanto tiempo para descansar que esa maldita palabra me parezca algo lejano y carente de significado.

Ahora, por unos instantes quiero ser feliz.

Buenas noches

domingo, 22 de noviembre de 2009

Opinión

Hoy me he hecho accionista de International Leisure Development. Tal vez no os suenen estas tres palabras en inglés, pero cuando os diga que configuran el nombre de la empresa encargada de la ejecución de ese gran complejo de ocio y juego llamado Gran Scala ya os sonarán un poco más.

La razón de esta repentina acción no es otra que el apoyo ofrecido por el hijo del legendario piloto de fórmula 1, Niki Lauda, pues él está llamado a convertirse en el filón comercial necesario para recabar apoyos privados, debido al cada vez menos entusiasta respaldo de la ciudadanía aragonesa y los partidos de la oposición, aunque no hemos de olvidar el enchochamiento existente en las altas esferas de nuestras instituciones, así como en el pueblo cuyas tierras están destinadas a albergar dicho recinto.

Después de tantas idas y venidas, de tanto despilfarro de dinero público en presentaciones absurdas así como las últimas polémicas suscitadas debido al asesinato de la mujer de uno de los mayores impulsores de este proyecto (Mark Campbell) por motivos que aún están por resolver, dejan en la cuerda floja un proyecto ilusorio y a todas vistas inconcebible en estos tiempos que corren.

Quisiera hacer desde este humilde rincón de la red un llamamiento a todos aquellos ingenuos que todavía creen en el futuro de este proyecto. Después de tanto tiempo sin haberse llevado nada a cabo salvo una dudosísima cesión de los terrenos de Ontiñena para la construcción del macromplejo o aquella polémica presentación del proyecto en la sede de la Diputación General de Aragón, es el momento de pedir a los políticos en el poder (especialmente al PAR) que dejen de dejarse seducir ante un proyecto a todas luces imposible de realizarse.

No vendan más humo a las buenas gentes que habitan esta tierra.

(Por supuesto, la afirmación del principio es falsa. Jamás me haría accionista de esa empresa)

sábado, 21 de noviembre de 2009

Santa Cecilia

El psiquiátrico no quedaba lejos de mi casa; eso tal vez fue lo que me animó a preguntar si era digno de ingresar ahí. Es un edificio sin esquinas en las que golpearse, pues posee una forma abombada, esférica, perfecta. Eso es, el sitio perfecto para gente como tú o como yo. Un amasijo de hormigón armado, ventanas minúsculas y rejas movibles. Todo él constituía una forma perfecta para amedrentar mentes sanas pero atraer cerebros rebosantes de inquietudes intelectuales. Ese era mi caso. Tal vez el motivo de mi locura era tratar de aumentar mis capacidades psíquicas, mi saber. Eso componía toda mi vida, pues nada ni nadie se había cruzado en mi camino capaz de atraer mi atención simplemente con su inteligencia.

Ahora, amordazado con una camisa de fuerza, perdida ya toda esperanza de volver a ver la luz del sol, trato de recordar los motivos por los que he llegado aquí. Deseaba poseer una inteligencia superior a la del resto y me he topado de frente con la hipocresía más absoluta. Este mundo rezuma insolencia y aquellos que anhelamos una esencia distinta, una creencia más allá de una mera religión, nos hallamos con el rechazo de esos otros que veneran a criaturas creadas por ellos mismos y no viceversa como quieren creer. A veces siento verdadera tristeza por todas sus almas tan puras pero tan llenas de odio.

Parece que hoy me he siento profundo. Nunca me había expresado con estos tintes tan metafísicos, pero tal vez hoy es la noche.

Ahí queda eso.

¡Viva Aristóteles, coño!

domingo, 15 de noviembre de 2009

Supreme

Las escaleras de caracol bajaban a aquella oscura sala. El humo se convertía en niebla y los fumadores empedernidos aspiraban sus cigarros como si fuera la última vez mientras dirigían sus miradas hacia el pequeño estrado situado en uno de los laterales del oscuro recinto. Era tétrico a la par que agradable.

La música se colaba entre las nubes grises llegando a mis oídos una amalgama de acordes, cadencias y colores, engatusándome hasta hacerme caer en una silla junto a una mujer de color que me miraba de reojo. Vestía traje rojo ardiente de pasión, zapatos a juego y una risa inmaculada capaz de iluminar la más tenebrosa de las cavernas. Susurró en mi oído una palabra harto confusa para después cerrar sus labios en una mueca irónica, la cual me hizo comprender sus intenciones. Jamás estuve seguro de qué palabra me había dirigido aunque creí entender "supreme".

Pronto vislumbré a la banda de jazz situada sobre el estrado. Contrabajista, pianista, trompetista, saxofonista y batería hacían discurrir ritmos y melodías inverosímiles a nuestros oídos, hechizándonos esa noche con temas de Miles Davis. Desgranaron algunos de sus clásicos y más de un joven saltó de la silla para aplaudir enrabietado los virtuosísticos solos de los músicos. Es cierto que la banda no llegaba al nivel de la del gran trompetista norteamericano, pero colmó mis expectativas al conseguir olvidarme por unas horas de mi reciente divorcio.

Seguí coqueteando con aquella hermosa mujer de tez morena, mientras ella vaciaba otro vaso de gin tonic y a mí se me empezaba a subir el whisky a la cabeza. No me preocupaba, pues el alcohol siempre me ayuda a desenvolverme mejor con las hembras. Salimos pronto del bar rumbo a mi hogar. Nueva Orleans era a esas horas una ciudad tranquila. Poca gente transitaba las calles y sólo algún taxi interrumpía el silencio de aquella noche veraniega. Llegamos a mi casa, subimos las escaleras hasta la puerta del apartamento y disfrutamos de una velada inolvidable.

Desperté solo. La luz del sol golpeaba duramente mi cara y en el tocadiscos sonaba uno de esos clásicos del jazz que siempre le levantan a uno la moral. Salí desnudo de entre las sábannas rumbo al salón y la encontré vestida únicamente por su sonrisa. Tal vez fue una de esas paradojas del destino, pero la música de John Coltrane, la música que había escuchado desde niño me hizo hallar un nuevo amor. Un amor supremo. A love supreme.

martes, 10 de noviembre de 2009

Mezcolanza

Tomó el anciano aquel globo, tan azul como el océano, entre sus torpes manos. Dirigió su mirada dócil hacia él y a continuación lo lanzó con un rápido movimiento al lugar donde yo me encontraba sentado. Sus manazas hicieron que el globo saliera disparado aproximándose a mi cara, dándome el tiempo justo para devolvérselo con un suave golpe. El anciano rió cuando me lo volvió a enviar con otro certero manotazo y su sonrisa provocó en mí una extraña mezcolanza entre alegría, tristeza y resignación.

Continuamos jugando hasta que uno de mis lanzamientos salió más allá del campo visual del anciano, quien al no ver el globo se quedó quieto, buscándolo por un instante con una mirada sin rumbo ni dirección. Al no hallar su preciado objeto, se dejó llevar por la fuerza de la gravedad, cayendo con su espalda en el respaldo del sofá sobre el que se hallaba sentado. Se quedó mirando la televisión con esa expresión dócil que conserva en todo momento mientras en mi interior volvía a experimentar esa amarga sensación de derrota.

El anciano permanecía absorto en no sé muy bien qué, pues era imposible averiguar los pensamientos que se le estarían pasando en ese instante por la cabeza. En un determinado momento se incorporó lentamente, aproximando su mano hacia la mesa que se hallaba justo delante. Tomó un rollo de papel cocina y lo acercó hacia sus gastados labios, tratando de extraer algún tipo de líquido. Él no se daba cuenta, pero de aquella embocadura jamás saldría agua, aunque quizás en su cabeza creyera estar bebiendo su antaño preciado vino. Ante tal situación, mi primera reacción fue una sonrisa pronto tornada en lágrima que discurrió por mi rostro. Comprenderéis mi tristeza cuando os confiese la identidad de este anciano. Se trata de mi abuelo. El alzheimer va haciéndole olvidar a la gente que siempre le ha amado, así como las tareas cotidianas que ha llevado a cabo durante toda su vida.

Permaneció en silencio toda la tarde, sentado en el sofá, mientras en la calle una fría y ventosa tormenta otoñal descargaba su furia.

sábado, 7 de noviembre de 2009

La biblioteca de Celso


Este lugar un día albergó las obras literarias más importantes de la antigüedad. Hoy soporta la terrible marabunta de turistas que la visitan cada día.

¡Ay, si aquellos que antaño abandonaron esta ciudad regresaran a ella! ¡Gloria a los seres humanos que levantaron Éfeso tantas veces por conservar el espíritu de una urbe histórica!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Nocturnidad sin alevosía

Ahora que la niebla sepultó nuestra urbe bajo un manto gris y John Coltrane no deja de hacer sonar su saxo en mi cadena musical, Zaragoza parece incluso una ciudad hermosa y me entran ganas de enamorarme una vez más de ella.

Anoche mientras regresaba a casa, a eso de las seis de la madrugada, sentí en mi mente esa fuerza melancólica que trae consigo el otoño. Hasta ese instante no me había percatado del frío y la humedad típicos de esta época del año, descubriendo que noviembre ha llegado casi sin hacer ruido, sin cierzo ni lluvias, sin sangre invernal ni mantas en la cama.

Así pues, me dediqué a disfrutar de esta imagen londinense de mi ciudad, haciéndome sentir por unos minutos como un habitante de la Europa central, alejado de este país sin gobierno ni oposición y cuyos políticos parecen vivir en una burbuja muy alejada de la gente de a pie, cada vez más necesitada de profundas reformas que nos hagan acercarnos más a nuestro vecinos del norte.

Caminé una Gran Vía casi desierta, tan solo habitada en esta noche de calabazas y disfraces por pseudo-zombis alcoholizados que se arrastraban por las aceras rumbo a su hogar. Las obras del dichoso tranvía daban un toque más siniestro, haciéndome sentir por unos instantes en un decorado cinematográfico de serie B, pues tampoco se merecen mayor categoría.

Independencia era un paseo que invitaba a un retiro espiritual. Los árboles desnudos daban muestra del poder otoñal hasta poco antes ausente ante mis ojos. Serán durante los próximos meses testigos mudos y víctimas del frío más letal para dejar de ofrecer sombra a los paseantes diurnos, sombra que, por otra parte, no será buscada hasta la llegada del calor, pues los habitantes de esta vetusta ciudad siempre se arriman a cualquier ápice de luz solar que llegue a nuestras calles cuando el frío aprieta.

Ahora déjenme un poco de margen para respirar y ponerme a estudiar. El trabajo se acumula y vale más organizarse para terminarlo poco a poco, aunque siempre dejando algunos momentos para el goce y el disfrute de mi ser. Además, hoy no tenía previsto escribir -como casi nunca, vaya- y creo que me ha quedado un post bien majo, que decimos por aquí. Espero que lo hayan disfrutado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Dulce tarde de trabajo

Y de repente, apareció ella. Surgió tras los cientos de personas que llenaban la sala como un soplo de aire fresco en una tórrida tarde de verano. Pero no apareció de cualquier manera, sino más hermosa que nunca.

Llevaba un gorro de lana con visera, el cual acentuaba de manera solemne los armoniosos rasgos de su cara. Sus ojos azules tenían luz propia y es que el bullicio causado por la gente atormentaba de tal manera mi cerebro, que una penumbra parecía inundar por momentos aquella sala recién inaugurada.

Se acercó y me solicitó repetir la sonrisa que le había dedicado al verla, pero me fue completamente imposible. Ella la describió como una sonrisa por etapas, como si mis labios hubieran ido poco a poco reconociéndola y saliendo de su aturdimiento. Se quitó su gorro por educación hacia la gente que abarrotaba el recinto y en ese momento descubrió ante mí su melena rubia.

Ella no era consciente, pero sólo con su presencia, sus palabras y su dulzura, había cambiado por completo una tediosa tarde de mi trabajo.

sábado, 17 de octubre de 2009

El obrador de ideas

Platón tenía la costumbre de abrir su tienda todas las mañanas cuando el sol todavía no había terminado de llenar las calles con su luz. La gente se amontonaba en la puerta minutos antes de su llegada y es que este humilde establecimiento había adquirido gran fama en la ciudad de Estambul debido a la curiosa mercancía que en él se ofrecía: ideas.

"Platón, necesito arreglar un asunto de faldas". "Yo quisiera que mi hermano perdone todos mis desfalcos". "Para mí, un método con el que encontrar al fin un trabajo". La gente entraba y realizaba sus pedidos de manera muy desordenada, mas Platón, siempre con una bondad extrema, respondía amablemente a todas las peticiones recomendando el mejor remedio a sus problemas.

Un día en que la nieve caía con dureza sobre las calles del barrio de Galata, Platón no abrió su tienda. La gente se estiraba de los pelos y clamaba contra el cielo porque el anciano no había acudido esa mañana a su local. Comenzaron a golpear la persiana que protegía la pequeña puerta mientras más y más personas se arremolinaban en la estrecha calle donde estaba situado el humilde negocio.

De repente, entre la ventisca apareció una oscura figura enroscada en un abrigo negro. Avanzaba lentamente hacia donde se hallaba la masa alterada, que poco a poco se fue calmando al observar aquella extraña aparición. Conforme se acercaba a la turba, se fue abriendo un pequeño hueco para que pasara hacia la persiana cerrada. Platón se descubrió la cara y la gente le miró con una inmensa alegría en sus rostros.

Pidió a todos que desde aquel día aprendieran por sí mismos a resolver los obstáculos que la vida les pondría por delante, pues él no podría hacerlo más. La gente le miraba extrañada y sorprendida mientras el viejo decía aquellas palabras en un tono de tristeza y pesimismo. A continuación, confesó su origen griego -algo sabido, por otra parte, en el barrio- así como su inmediata salida de Estambul debido a un decreto del gobierno que no sólo le afectaba a él, sino a todos los griegos que habitaban en el país.

La gente empezó a clamar contra la orden, a alzar la voz contra la expulsión, pues perdían a un hombre bueno, muy querido en el barrio, el cual siempre les había hecho la vida mucho más fácil. Entonces, un niño pequeño que se hallaba con su madre, le pidió al anciano una idea para no ser deportado a Grecia. Platón miró con una sonrisa condescendiente al pequeño y le contó que él podía ayudar a la gente a resolver situaciones cotidianas, pero ante la magnitud del decreto y ante quien lo había emitido, poco podía hacer.

Así pues, Platón dejó a la muchedumbre enfurecida en la puerta del local que había regentado durante casi cincuenta años, un local, por otra parte, carente casi por completo de mobiliario. La sobriedad era absoluta y sólo un sencillo mostrador de madera permitía separar al viejo de sus impacientes clientes, que nunca más podrían escuchar los consejos de aquel ser a quien tanto amaban.

Platón se marchó lentamente por las estrechas calles de su amado barrio, llenas de puestos ambulantes y tiendas de baratijas. La nieve le helaba hasta la sangre y al llegar al puente de Galata, se detuvo un momento a contemplar el hermoso perfil de la ciudad que le acogió con tan solo nueve años. Observó la Mezquita Nueva y casi podía percibir el olor de las preciadas especias que se venden aún hoy en el Bazar Egipcio. Miró una vez más la mezquita de Solimán y a los cientos de personas que abarrotaban la plaza de Eminönü para después girarse y contemplar el vetusto palacio de Topkapi, así como la majestuosidad de la basílica de Santa Sofía.

Intentó recordar los momentos más bellos que le había regalado la ciudad de Estambul mientras se arrojaba a las aguas del Cuerno de Oro, pues ningún ser humano podría expulsarle jamás de su hogar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Breve acotación

Sólo quería comparecer hoy en mi blog para negar mi implicación en el caso Gürtel.

(Por si a alguien le quedaba alguna duda)

martes, 13 de octubre de 2009

Relativa lucidez

Este tal vez sea otro extraño momento de lucidez dentro de esta embriaguez o quizás se trate un encuentro directo con la quinta esencia, con el elemento veraz que conduce nuestras vidas por unos derroteros no demasiado sencillos.

A menudo me pregunto si alguien nos situó aquí por algún motivo y casi siempre me termino respondiendo que somos producto del azar, seres que han surgido por una mera casualidad planetaria de la que poco a poco se fueron generando todos los seres vivos.

Somos seres muy poco fiables a pesar de nuestra supuesta y siempre relativa inteligencia.

domingo, 11 de octubre de 2009

DON

Seguro que todos vosotros poseéis la capacidad de realizar algo que el resto de seres mortales no podemos hacer. Eso es lo que se denomina un don, una gracia concedida por la naturaleza sin ninguna lógica pero de la que podéis presumir ante vuestros seres cercanos, causando un regocijo general y una cierta envidia entre aquellos que aún no lo han descubierto.

Estoy segurísimo de que todos tenemos alguno oculto pero muchos no lo habéis hallado todavía y, aunque la mayoría de vosotros creáis que ya lo conocéis, tardaréis todavía mucho tiempo en encontrarlo.

No quiero escribir más, pues estoy muy cansado y necesito la cama como el comer.

Espero que estas breves líneas os den para reflexionar por hoy.

Buenas noches

sábado, 10 de octubre de 2009

¿Un buen augurio?

Pues sí, esta noche es tradicional en esta ciudad acudir en masa al recinto de Interpeñas -que al final acabarán montándolo en Almudévar- y beber hasta que uno no puede más.

Admito que yo también he cumplido con esta especie de rito dionisíaco durante los últimos años pero hoy, tal vez por el cansancio, por la fatiga o la distancia hasta la dichosa carpa, me quedo en casa.

Quizás tenga algo que ver también que mis amigos lleven ahí desde antes de las diez de la noche, cuando yo todavía no había terminado mi ensayo y su estado a mi llegada no sea el más óptimo.

En fin, que he decidido descansar y dejar para mañana el inicio de las fiestas. Tal vez esto sea una señal de que van a ser buenas.

Eso espero

(Wasabi estaremos tocando en la Carpa del Ternasco de Aragón, en la plaza de los Sitios, el lunes 12 de octubre a eso de las 19,30h. ¡No faltéis!)

martes, 6 de octubre de 2009

Crítica mordaz

Las Fiestas del Pilar están a punto de comenzar un año más y analizando la oferta musical de 2009, nos damos cuenta de que todavía nos hallamos muy lejos de merecer la Capitalidad Cultural Europea, tan deseada por Belloch y Jerónimo Blasco.

Prácticamente no hay ningún concierto que no pudiera estar en las fiestas de cualquier pueblo grande de nuestra comunidad y, de acuerdo, la oferta musical es amplia pero muy limitada para aquellos que nos gusta movernos por terrenos más allá de los 40 Principales -con todos mis respetos para los borregos que los siguen con locura- a los cuales se nos ha dejado prácticamente de lado.

Tal vez las únicas ofertas interesantes sean el FIZ, que cada año parece ir a mejor y este año ofrece al gran Rufus Wainwright; los conciertos de Andrés Calamaro y Vetusta Morla en Interpeñas, a los que no pienso ir pues ese recinto me produce náuseas y la presencia en la plaza del Pilar de Juan Perro así como los tres mitos de la canción de cantautor aragonesa: Labordeta, La Bullonera y Carbonell.

Después me saldrán con el tópico de que las fiestas del Pilar son fiestas para todos y que los conciertos que traen son los que llenan carpas y paseos de la Independencia. No saben la interesantísima oferta que se podría plantear en el centro de nuestra ciudad aprovechando la gratuidad para el público de estos eventos. Prueben a traer cosas distintas, pues la gente seguirá acudiendo si es gratis y quizá se vayan a casa con la sensación de haber aprendido algo y de haber abierto los horizontes de sus cerradas mentes.

Hay música más allá de la Quinta Estación o La Oreja de Van Gogh y pido perdón por mentar estos dos grupos en este blog, pero era necesario poner ejemplos de lo que nunca más debería ocurrir si de verdad queremos ser capital europea de la cultura, algo que hoy por hoy se me antoja completamente imposible. Ciudades mucho más pequeñas que la nuestra como Córdoba o Cáceres nos llevan muchísima ventaja y esto es lo que ocurre por no ser capaces de hacer cosas tan interesantes como fundar una orquesta sinfónica en nuestra comunidad; pero este es un tema que me gustaría tratar en otro momento.

En fin, despierten de una vez de su letargo, malditos políticos y lleven a nuestra vetusta ciudad al lugar que de verdad se merece. De momento, se llevan un suspenso por mi parte.

Menos mal que siempre nos quedará el JazZaragoza...

sábado, 3 de octubre de 2009

Pequeña lección de respeto

Justo en el instante en que la joven inocente y desamparada declaraba su amor al viejo científico achacoso, justo en ese instante, un lascivo politono empezó a sonar en la sala de cine causando gran indignación entre todos los asistentes que disfrutábamos plácidamente de la película. Ese asqueroso, inoportuno y estridente teléfono móvil arruinó nuestra concentración además de sacarnos violentamente del hilo argumental que en aquel momento llegaba a uno de sus cúlmenes.

No contento con haber destruido nuestra tranquilidad, el dueño de dicho aparato lo extrajo del bolsillo de su pantalón y comenzó una conversación que se alargó durante varios minutos, provocando las reprimendas del público, ultrajado por tal desagravio.

Así pues, no lo pensé dos veces y ante la falta de decencia de aquel tipo, sin duda egoísta y de la más baja calaña moral y ética, me levanté de mi asiento y dirigí mis pasos hacia donde se hallaba sentado. Le pedí amablemente que se callara y apagara su maldito teléfono, pero ante su negativa se lo arranqué de las manos, separándolo con brusquedad de su sucia oreja y lo mostré al público en un gesto heroico ante el cual todos me aplaudieron mientras se levantaban y avanzaban hacia la fila delantera en la que me hallaba junto a aquel asqueroso ser humano.

Vinieron agitando los brazos, pidiendo venganza y asieron a aquel desperdicio de sus brazos y sus piernas, zarandeándolo como si de un pelele se tratara. Entre todos lo arrastraron hacia la puerta de salida y ante la mirada incrédula del acomodador, que se hallaba tranquilamente sentado esperando que terminara la proyección para guiarnos hacia la salida, lo arrojaron con gran violencia fuera de la sala. Graves improperios y amenazas -merecidos, por otra parte- fueron lanzados por la ardiente masa contra la indecencia mostrada por aquel tipo, que ahora causaba en mí cierta compasión. Se levantó con cierta dificultad y marchó presto y sudoroso a la puerta de la calle, volviendo repetidas veces la mirada por si aquella marabunta enloquecida le seguía.

¡Malditos aquellos seres humanos que son incapaces de respetar al prójimo en escenas tan simples y cotidianas! ¡No quiero ni imaginar lo que podrían hacer cuando las necesidades acucien a nuestra sociedad! ¡No se puede confiar en la especie humana! ¡Somos imperfectos!

viernes, 25 de septiembre de 2009

Proceso natural

Las palabras adecuadas quedan a veces muy lejos de nuestra mente en el momento oportuno.

Luego, cuando por fin vienen a nosotros, nos flagelamos con vanos insultos y viles metáforas.

Al final, una vez relajados y satisfechos con nuestro autocastigo, nos tumbamos y descansamos creyendo que todo está arreglado.

¡Ah, ignorantes!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Ojalá

Parió primero un sueño furioso, una extraña quimera deseosa por transmutarse en un ser despiadado que destruyera todas las ilusiones que hubiera tenido hasta ese instante.

Pero pasó.

Pasó y llegó la serenidad de un nocturno de Chopin, el paisaje blanco del invierno polaco. Sentía bajo sus pies el aire helado de la Europa septentrional, pero su manta le protegía ante aquellas temperaturas tan extremas.

Y llegó.

Llegó a un lugar maravilloso. Oasis imperecedero de caudalosos ríos, infinitas selvas y escarpadas montañas. Descendió entonces hasta un pequeño claro que se abría con gran esfuerzo entre la frondosa vegetación. Posó sus pies en la fértil tierra que ahora era su hogar y se tumbó en el acolchado suelo que le proporcionaba aquel paraíso eterno...

Ahora, abre los ojos. Esto es sólo un sueño y dentro de poco será una imagen a todas luces imposible de encontrar en nuestro planeta. La lucha por la supervivencia de la naturaleza ha comenzado.

sábado, 19 de septiembre de 2009

No os preocupéis

Anoche cuando desaparecí, no fui a ningún sitio extraño. Seguramente salisteis del bar y os sorprendisteis de que A y yo no estuviéramos esperándoos en el lugar que habíamos acordado. La calle rebosaba gente y el agobio de aguantar en la puerta de ese horrible recinto pudo con nuestras fuerzas.

Alzamos la vista y vimos un cartel luminoso el cual nos engatusó desde la primera mirada. Nuestras mentes reaccionaron al momento y nos aproximamos esquivando como podíamos los cuerpos que se contoneaban a nuestro lado tratando de evitar que llegáramos a nuestro objetivo.

Finalmente nos situamos bajo el cartel y atravesamos la puerta que se abría ante nosotros. El local estaba vacío e inmerso en una temible penumbra. Me acerqué a la barra y dije esas palabras mágicas que tantas veces he repetido en las noches que ya terminan:

"Por favor, dos durums de ternera"

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sin darnos cuenta

Hoy salió el sol por el oeste y nadie se ha dado cuenta. Todo el mundo estaba tan inmerso en su rutina que no vieron la dirección que llevaba el astro rey hacia su ocaso. Por Dios, ¡pero si va al revés! ¡¿Cuándo van a dejar de mirar el suelo para mirar el cielo?!

Ahora en vez conducir por la derecha lo haremos por la izquierda y los ingleses lo harán como nosotros antes de que todo esto se produjera.

En lugar de cumplir años los descumpliremos y los ancianos serán los seres más dichosos del planeta, pues ellos vivirán mucho más tiempo que los jóvenes.

Caminaremos hacia atrás y el sentido de las agujas del reloj cambiará, pues el tiempo habrá variado su destino.

Tus manos se irán haciendo cada vez más pequeñas, perderás tu vello, notarás cómo tu cuerpo se encoge olvidando leer y hablar.

La Historia se irá deshilachando, volviendo el Barroco, el Renacimiento, el Gótico y el Románico, pero esta vez desde sus respectivos esplendores hasta sus inicios. Roma recuperará su auge para después convertirse en una pequeña aldea a orillas del Tíber; Alejandro perderá su Imperio y los hombres olvidarán lo que es la escritura, volviendo a ser unos cazadores-recolectores itinerantes.

El Universo comenzará a replegarse en sí mismo. Toda la energía, la materia, se verán comprimidas en un punto ínfimo que volverá a explotar para que todo se repita de nuevo.

Lo mejor, es que todo esto ocurrirá sin que nosotros nos demos cuenta.




martes, 1 de septiembre de 2009

El anciano asceta

"Sobre todo, no se separe de este camino". Estas fueron las últimas palabras que me dirigió el anciano asceta con quien había convivido durante una tarde y una noche que me harían cambiar para siempre. Habitaba una pequeña ermita abandonada situada a la orilla de un río agonizante, cuyas aguas eran ya incapaces de dar cobijo a unos peces que luchaban por sobrevivir con gran tenacidad. El viejo, cuyo nombre obviaré por motivos éticos y a quien a partir de ahora llamaré S, llevaba cuarenta años conviviendo consigo mismo en aquel pequeño edificio de estilo románico. A pesar de su origen cristiano, la ermita no conservaba ningún símbolo religioso y a decir verdad, S no simpatizaba con el cristianismo y mucho menos con la Iglesia Católica, así que utilizaba el edificio únicamente para vivir y meditar. Al principio lo tomé por un chalado. Su aspecto andrajoso -vestía una túnica raída por el paso del tiempo y los ratones-, sus largas greñas y su barba descuidada, demostraban que hacía muchísimo tiempo que no mantenía ninguna relación social con ser humano alguno. De hecho, para él fue una sorpresa encontrar a alguien como yo, un joven de apenas veintiún años, en aquellas tierras baldías dejadas de la mano de Dios. A decir verdad, fue a causa de mi curiosidad que S y yo nos conociéramos, pues no pude evitar entrar en la ermita cuando la vi a un lado del camino mientras dirigía mis pasos perdidos hacia ninguna parte.

Abrí lentamente la puerta pero produjo un fuerte chirrido que sobresaltó al anciano. Se hallaba sentado en medio de la ermita, tenuemente iluminada por la luz que se colaba a través el mármol traslúcido de las ventanas. El interior del vetusto edificio estaba frío, lo cual me produjo una placentera sensación pues el calor del exterior era extremo a estas alturas del mes de agosto en pleno desierto de los Monegros. S me dirigió una mirada inquisitiva sin pronunciar palabra y me indicó con su dedo índice un rincón en el que había un sillón destartalado sobre el cual pretendía que tomara asiento. Me quedé de pie, pero el viejo siguió señalando hacia el lugar donde quería que me sentara. Hice caso a sus deseos y una vez apoyé mi trasero sobre el descolchado cojín, S giró la cabeza, recogió su brazo y adoptó una actitud pensativa, que supuse tenía antes de mi llegada.

Pasé las cuatro siguientes horas ahí sentado sin hacer otra cosa que no fuera contemplar a aquel extraño tipo inmerso en sus pensamientos. No hice absolutamente nada salvo eso, algo de lo que me arrepentí cuando el viejo se levantó lentamente, se aproximó y me preguntó: "Bien, ¿cuál es su conclusión?". "¿Conclusión? ¿Qué conclusión?", respondí con tono de sorpresa. "Lleva toda la tarde ahí sentado y se asombra cuando le pregunto acerca de la conclusión a la que ha llegado. No ha hecho absolutamente nada salvo mirarme con cierto aire irónico a la par que condescendiente mientras yo trataba de conocerme a mí mismo, de llegar al fondo de mi ser." El anciano estaba indignado con mi actitud y no comprendía que mi única intención era no interrumpir su meditación para poder ver con más detalle la ermita una vez terminara sus cabilaciones. Traté de calmarle de la manera más educada que pude y el hombre poco a poco se fue serenando mientras aceptaba mis explicaciones y disculpas. Comenzó a hacerme preguntas referentes a la vida, a la niñez, a la vejez y a la muerte. Me hizo estremecer con las conclusiones a las que había llegado tras media vida dedicada a la meditación y a la búsqueda de sí mismo. Sin embargo, las únicas palabras que dejó grabadas en mi memoria para la posteridad, fueron éstas que transcribo a continuación.



"Recuerde, joven, la vida es el camino que debemos recorrer tratando de conocernos a nosotros mismos. No hay ninguna doctrina que sirva, ningún dios que nos saque las castañas del fuego en los instantes de peligro más extremo o una madre que nos cuide todos los días de nuestra existencia. No debemos fijarnos y criticar lo que hace el resto, sino nuestras propias acciones. Valorar cada hecho del que formamos parte, cada palabra que expulsamos por nuestros labios, cada semilla que plantamos y cada fruto que recogemos. Por ello es importante que tratemos de conocernos a nosotros mismos, de valorar nuestras posibilidades y actuar en consecuencia."

S causó en mí tal sensación de desasosiego que nunca más volví a criticar la actitud de nadie sino la de mí mismo ante los desafíos que me planteó la vida desde entonces. No dejé un sólo día de buscar ese ser que yo soy y al que no conozco todavía aquí, en mi lecho de muerte. Y es que, como dijo S, de todos los seres humanos que he conocido a lo largo de mis días, del que menos sé, sin ningún atisbo de duda, es de mí mismo. No he conseguido hallar quién soy ni si esto que he vivido es la felicidad verdadera o sólo una quimera que escondía mi ignorancia de mí mismo.

Ahora poco importa. Mis días han llegado a su fin y ya estoy muerto. De hecho, he fallecido mientras os contaba esta historia y ahora, desde esta posición provilegiada que da la muerte, creo que no he malgastado mi vida tanto como yo creía, pues cuando exhalaba mi último suspiro y veía pasar mi vida a través de la oscuridad de mis párpados cerrados, me he dado cuenta de que siempre me he conocido a mí mismo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Un extraño visitante

Subió con dificultad los escalones que salvaban el desnivel existente entre la calle y la puerta del bar. Cuando atravesó el umbral fue observado curiosamente por la variada parroquia que ocupaba las banquetas y las sillas, pues era extraño ver a alguien nuevo en aquel garito tan selecto. Sentose en el único lugar que quedaba libre junto a la barra y buscó al camarero durante unos segundos. Éste se hallaba acomodado en una silla junto a un póster en el que la selección española de baloncesto celebraba el campeonato mundial conquistado en el año 2006. Alzó la mano derecha y el camarero, cuyo bigote estaba teñido de un amarillo que hacía recordar al color que tiene el filtro de un cigarrillo, se levantó con parsimonia para atender al cliente. "Un vino de la casa, por favor". El camarero le dirigió una mirada asustadiza, pues pocos clientes osaban pedir tan preciado elixir en su primera visita al lugar que regentaba desde hacía más de veinte años. Abrió la nevera situada junto al cañero de cerveza y extrajo de ella una botella de Konga llena a rebosar de un líquido inconfundiblemente morado. Tomó de la estantería un pequeño vaso y lo llenó con rapidez, aproximándoselo una vez el vino rebosaba los límites del recipiente, al osado cliente.

Mientras tanto, el nuevo cliente ya había empezado a hablar con la parroquia, que le había recibido entusiasmada. Junto a él había un anciano señor cuya mirada estaba desgastada por la vida y el alcohol. Su larga barba se extendía hacia su pecho muy descuidada e indicaba una total indiferencia hacia su aspecto físico. Ramón María, como decidió bautizar el cliente a su nuevo compañero de barra debido a su parecido con el celebérrimo escritor Valle Inclán, mostraba una sonrisa y animaba a su colega mientras aproximaba el vaso de vino a su boca. Cerró los ojos e ingirió rápidamente el líquido, que atravesó sus papilas gustativas para dirigirse por el esófago hacia los más profundo de sus entrañas. Nunca había sentido el sabor de la uva fermentada de una manera tan intensa como en aquel momento. Se adueñó de él una sensación de bienestar y placer, creyéndose por un momento que sufriría una revelación por primera vez en muchos años si seguía bebiendo aquel bendito líquido.

Pidió otro más y a continuación invitó a toda la parroquia, que jaleaba al nuevo miembro ante tal muestra de entrega y generosidad. El camarero le regaló una pequeña bolsa de patatas fritas y le ofreció alguna de las exquisitas tapas que abarrotaban el mostrador. "Quisiera unas anchoas y un poco de queso", balbuceó el cliente. Fuéronle servidas con gran celeridad y todos en el bar brindaron entusiasmados. El alcohol se adueñaba poco a poco de sus mentes y sus cuerpos cuando comenzaron a entonar sencillas cantinelas que se repetían sin cesar mientras daban palmadas al ritmo de la música.

En ese instante, cuando el jolgorio llenaba hasta el último rincón del bar, incluido el nauseabundo retrete, el cliente alzó la mano pidiendo un poco de silencio y dijo las siguientes palabras:

"Yo, que he recorrido tantas leguas, he bebido en miles de tabernas y he regentado cientos de ellas durante más de veinticinco siglos, os puedo asegurar que no había probado jamás un brebaje que se aproximara de tal manera al sabor de mi cuerpo, pues mi cuerpo es la diferencia entre la sobriedad y la embriaguez, entre la razón y la pasión, entre la pena y el regocijo. Yo soy el que da ese toque de color a vuestros momentos de asueto, la causa y la solución de todos vuestros problemas, el que os arrebata la vergüenza y os incita a cometer actos de los que os arrepentís una vez he dejado vuestros cuerpos. Soy Dionisio, soy Baco, soy Osiris o como me queráis llamar, no me importa. Soy el compañero que se halla ebrio a vuestra izquierda y a vuestra derecha y por supuesto, soy quien os sirve cada noche en este sagrado lugar vuestra ración de elixir, aquel que nunca os fallará en los momentos difíciles y aquel que os acompañará en los más alegres de vuestras vidas. Quiero que esta noche todos caigáis extasiados ante mi eterno poder y viváis entregados a la pasión y al desenfreno que produzco en los hombres. ¡Bebed, hermanos! que este lugar se convierta en santuario de mi divinidad y nunca os falte de nada mientras estéis en este mundo, pues esta vida perra ofrece poco lugar a las celebraciones. Os amo y os amaré por siempre."

El silencio era profundo. Todos contemplaban al extraño cliente con la mirada perdida a causa del alcohol que se adueñaba de sus mentes. El camarero estaba asustado, sentado en su silla junto al póster de la selección española de baloncesto, observando fijamente a ese ser que había conseguido enmudecer a la parroquia asidua a su local. Entonces el cliente comenzó a extraer de su bolsillo un paquete con forma alargada. Lo fue sacando lentamente, pues tenía una longitud considerable, tanta como para no caberle en el bolsillo, así que no tratéis de encontrar una razón a este suceso, simplemente creéroslo. Una vez la tuvo en sus manos, lo ofreció al camarero. La parroquia enmudecida contemplaba absorta el inverosímil hecho que estaba teniendo lugar ante ellos. El camarero lo abrió pausadamente y halló un hermoso báculo de madera con unas letras talladas en él: "Majo, o pagas o bajo". Miró debajo de la barra y encontró la caja de herramientas, en la que buscó unas clavijas y un martillo. Tomó la silla y se puso de pie sobre ella para alzar el báculo y clavarlo en la pared, para que todos los clientes que a partir de ahora fueran a su taberna, no olvidaran saldar sus deudas, pues el santuario de adoración a la deidad del vino debería sustentarse con el aporte de todos y cada uno de los parroquianos y clientes ocasionales del local. Desde ese día, el Brasil -pues así se llama este sagrado lugar- pasó a ser un bar con categoría, incluso lo podéis encontrar en el tuenti como zona de marcha -y vaya si acude gente-. Sin embargo, sus excusados jamás fueron limpiados y las tapas que fueron ofrecidas a Dionisio, siguen expuestas en la barra desde ese día como muestra de adoración a la deidad.

Acudid esta tarde, esta noche o mañana, pero id al menos una vez en vuestras míseras vidas.

jueves, 27 de agosto de 2009

Obituario

Hace ya más de tres meses que murió Mario Benedetti y me gustaría dejar constancia en este blog de la admiración que siento hacia este poeta uruguayo. Quiero publicar el pequeño homenaje que le dediqué en mi facebook la mañana siguiente a su fallecimiento, un lunes mucho más duro que el resto, pues perdí a uno de los ejes más importantes durante mis años de adolescencia.

Va por ti, maestro:


Anoche falleció Mario Benedetti. Es difícil empezar la semana con la noticia de la desaparición del poeta que más ha influido en mi vida, que me ha hecho entender el amor como lo entiendo y ver el mundo como lo veo.

Él es el poeta de todos incluso de aquellos que jamás han leído uno de sus versos, o quizás sí lo han hecho mas sin ser conscientes de ello. Es el poeta que más ha ironizado con el amor y que más ha enamorado con su ironía. El poeta que se comprometió con unos ideales tan a la izquierda como para verse obligado a abandonar su Uruguay natal, a la búsqueda forzosa de un exilio que le permitiera seguir viviendo y escribiendo. Pero sobretodo ha sido el poeta del pueblo, pues en sus cantos ha estado siempre presente la lucha del colectivo por un mundo mejor: "con tu puedo y con mi quiero/ vamos juntos compañero".

Soy muy joven y sólo he vivido la última etapa de la vida de Benedetti, sus últimos veinte años en este mundo. Sin embargo, he disfrutado desde sus poemas más tempranos hasta los más recientes, contemplando la madurez y los cambios que sufrimos las personas a lo largo de nuestras breves vidas en su extensa obra. Me ha hecho reír y llorar, pero sobretodo, pensar. Esa ha sido la gran gesta de este poeta, hacernos ver a sus lectores su visión de este mundo y las injusticias que en él se producen.

Espero que se le recuerde siempre como uno de los más grandes, al menos para mí lo es y aunque no haya ganado ni el premio Cervantes, ni el Nobel de literatura, ni el Príncipe de Asturias de las letras (aunque estoy seguro de que a él todos esos premios le parecían absurdos) para muchos de nosotros siempre será el poeta de nuestras vidas.

Gracias por tus ochenta y ocho años de vida y obra, por tus novelas y tus cuentos, pero sobretodo, por tus miles de poemas, pues siempre habrá alguno de ellos que nos permita describir cualquier momento de nuestras vidas.

Hasta siempre, Mario



viernes, 21 de agosto de 2009

No somos piedra de toque


Estoy harto de mirarme el ombligo. No es precisamente la parte más bonita de mi cuerpo, pero yo, al igual que todos los occidentales, paso horas y horas pensando que somos los buenos de la película, aquellos cuya cultura es superior a cualquier otra y miran a las demás con una especie de condescendencia y paternidad que cada vez me da más asco.

Nosotros, que nos creemos portadores de la verdad, enarbolamos la bandera de la igualdad, la libertad y la fraternidad, pero somos como cualquier ser humano que no siga estos principios. Somos egoístas, arrogantes y avariciosos. No nos preocupamos por los demás sino por nosotros mismos y sólo cuando la televisión arroja alguna terrible imagen de un niño devorado por las moscas en un recóndito lugar de África sentimos por unos segundos un dolor falso, volátil y fugaz, que desaparece cuando devolvemos la mirada a nuestro plato para seguir comiendo el alimento ganado con tanto esfuerzo. Entonces nos azotaremos con reflexiones tales como "yo no puedo hacer nada", "la culpa es de los que nos gobiernan" o "esto no tiene solución" y seguiremos viviendo en nuestra burbuja capitalista, la mayor culpable de esta situación.

¡Despertemos, occidentales! El mundo no empieza ni termina en nosotros. No somos piedra de toque ni poseemos mentes superiores. Nuestra crueldad contra el resto de la especie humana es la que nos ha hecho tener el privilegio de vivir mejor que el resto. Es hora de asomarnos al mundo tal como es.

jueves, 20 de agosto de 2009

Cielo de verano


Casiopea, sentada en hermoso trono, resplandece en lo más alto del cielo orgullosa por la belleza de su hija Andrómeda, causante de la ira y la envidia de las Nereidas, quienes a su vez pidieron venganza a Poseidón ante tal ultraje. El dios de los mares envió al monstruo Cetus para destruir las costas de Etiopía, reino que gobernaba Cefeo, padre de Andrómeda y esposo de Casiopea. El rey, desolado por tanta destrucción, decidió sacrificar a su hermosa hija para así calmar la ira de las Nereidas, pero justo cuando Andrómeda estaba a punto de ser devorada por el terrible monstruo, Perseo la rescató acabando con Cetus y posteriormente se casó con ella. Podemos observar a Andrómeda debajo del trono de su madre, así como la corona de su padre Cefeo o al temible monstruo que intentó devorarla. Se encuentran en una región privilegiada de la noche veraniega, pudiendo ser observados desde que se pone el Sol hasta el amanecer.


El cisne surca los cielos mientras nos preguntamos si representará a Zeus tratando de seducir a Némesis o si se tratará de Orfeo en su descanso eterno, pues cuentan que tras su muerte se elevó a las profundidades del universo en forma de cisne para seguir tañendo eternamente su Lira, situada junto a él. Otro ave, esta vez rapaz, transporta a Ganímedes al monte Olimpo para servir de copero en el panteón griego. El águila se nos muestra majestuosa ante nuestros ojos. Por su parte, las tres estrellas principales de estas constelaciones, a saber, Debeb en el Cisne, Vega en Lira y Altair en en el Águila, nos indican que nos encontramos en verano formando el célebre triángulo visible en cualquier momento nocturno de la época estival.

Pegaso también sobervuela nuestras cabezas en las calurosas noches del hemisferio norte, muy próximo a Andrómeda.

Por supuesto, el zodíaco está presente en el cielo nocturno de verano. Una amplia representación de seres mitólogicos va alternándose a lo largo de la madrugada, pudiendo observarse Capricornio, Sagitario, Escorpio y Libra. El cinturón en el que se distribuyen estas constelaciones es perfecto y nos irán sorprendiendo a medida que avancen las horas.

Al final de la noche, podremos ver al Auriga, tirando de sus caballos para avanzar en su camino en la penumbra. Tauro también nos saludará y las Pléyades, presentes durante toda la noche aunque en una posición discreta, seguirán disfrutando por toda la eternidad de ser quizá la constelación más hermosa y curiosa del cielo que podemos observar.

Si tenéis suerte, alguna estrella fugaz os sorprenderá mientras observáis con paciencia y tranquilidad la inmensidad del espacio. Este espectáculo, quizá el más antiguo de nuestra corta Historia, es gratuito y nosotros le ponemos la duración que deseemos. El Universo es una fuente de secretos, sorpresas, maravillas, hipótesis, belleza y tranquilidad. No os lo perdáis.

lunes, 17 de agosto de 2009

Reflexión tras Estambul

A menudo me pregunto por qué soy tan desafortunado últimamente. Sin embargo, otras veces pienso que la vida te da pocas veces dos oportunidades y en esta ocasión debería aprovecharla, ya que cosas así son tan inusuales como la visita del cometa Halley a nuestro planeta o que este país no haya entrado en guerra durante setenta años.

Hace poco he visitado Estambul, una ciudad que ha dejado en mí una profunda huella. He visto mucha gente que se buscaba la vida de las maneras más sorprendentes que podía imaginar: en esta esquina, un pobre viejo sentado junto a una báscula en la que los viandantes pueden pesarse a cambio de una propina; en esta otra una mujer vendiendo té almacenado en un gran termo por una lira turca (apenas medio euro) y sobretodo, los miles de vendedores ambulantes que atestan las calles colindantes con el gran bazar o zonas más alejadas como Eminönü, Karaköy o Beyoglu, que ofrecen a sus clientes las más inútiles baratijas y trastos viejos -para que me entendáis, un estilo al antiguo rastro de la plaza de toros en Zaragoza-.


Este esfuerzo por tratar de salir adelante, por ganar algo de dinero, me ha hecho preguntarme cómo voy a hacer yo de aquí a no mucho tiempo para vivir por mí mismo, para mantenerme y creo que mi problema ha sido que he estado en la inopia durante toda mi vida. Si hay algo que tengo claro es que quiero dedicarme a la música y esa segunda oportunidad de la que hablaba antes venía referida a este aspecto. ¿Qué hacer si no soy capaz de aprovechar esta nueva ocasión? Sinceramente, no lo sé. Por eso creo que he vivido demasiado tiempo en otra onda, en un lugar muy alejado del que debería haber bajado hace días. Tengo que ir directo a por lo que quiero, pensar única y exclusivamente en mí y no en los demás, que como decía Walt Wiltman, "nada, ni Dios, es más grande que uno mismo" y por ello debo luchar por mí. Por ser mejor que ayer, por hacer lo que yo quiera con mi vida sin pensar en que alguien va a venir a jodérmelo todo. Y si alguien lo hace, dejaré caer sobre ese cabrón toda mi rabia y mi ira.

Nada ni nadie conseguirá chafar mis ilusiones y mis sueños por mucho que lo intente.

Estambul me ha cambiado en tan sólo siete días y quizá sea el sitio en el que debiera vivir algún día. Prometo que volveré.

viernes, 31 de julio de 2009

Vacaciones






No pienso actualizar en unos días. Me voy de vacaciones. Mientras tanto, disfrutad de este vídeo.

¡Un abrazo!

lunes, 27 de julio de 2009

Los viejos rockeros...


Necesitaba salir un día de Zaragoza. Dejar este calor era imprescindible para refrescar mis ideas y mi cuerpo. Pocos sitios mejores que un concierto de Bruce Springsteen en el mítico estadio de San Mamés (mítico y cutre) para desfogarse y cargar las pilas con las que deberé aguantar de nuevo mañana el agobio de las cuatro paredes donde me encierro todos los días.

Siempre había oído decir que los conciertos del Boss son una pura descarga de adrenalina continua durante tres horas, que no había directo que pudiera comparársele y que a sus casi sesenta años deja a la altura del barro a cualquier cantante o grupo joven. Así es. Springsteen es un roquero incombustible que morirá con las botas puestas sobre un escenario al igual que todos los músicos de la fabulosa E Street Band, siempre acompañando al de Nueva Jersey hasta que se decida a poner punto final a su carrera -ojalá esto no ocurra nunca-.

Hubo momentos mágicos durante la velada, pero tal vez el más especial ocurrió en Jungleland, uno de los temas míticos del Boss. Clarence Clemons interpretó de una manera sublime el solo de saxo de esta canción, haciéndome estremecer con ese sonido único de un instrumento del que estoy enamorado desde hace muchos años. El abrazo en que se fundió con Bruce cuando finalizó su solo, fue, para mí, el momento más emocionante de la noche.

Creo que nunca podré olvidar todo lo que vi en este concierto y sobretodo, aprendí lo que es un rockero de verdad, que no necesita de montajes complicadísimos ni fuegos de artificio para unirse con su público, que por otro lado, le mitifica y le eleva a estratos divinos.

Bravo, Bruce, conseguiste hacerme ver que era verdad todo aquello que había esuchado acerca de ti. Ahora prometo volver a verte en cuanto tenga otra oportunidad.



July 26, 2009
Bilbao, Spain
San Mamés Stadium


The Ties That Bind
Badlands
Hungry Heart
Outlaw Pete
Working On The Highway
Working On A Dream
Murder Incorporated
Johnny 99
Because The Night
Factory
This Hard Land
Raise Your Hand
Santa Claus Is Coming To Town
Thunder Road
Does This Bus Stop at 82nd Street?
My Love Will Not Let You Down
Waiting On A Sunny Day
The Promised Land
The River
Radio Nowhere
Lonesome Day
The Rising
Born To Run

You Never Can Tell (Chuck Berry)
Jungleland
American Land
Rosalita
Dancing In The Dark
Twist & Shout

viernes, 24 de julio de 2009

Solidarios

Me entristece leer estos días en los periódicos las noticias referentes a los incendios que están arrasando la provincia de Teruel. Muchos municipios están perdiendo los que siempre han sido sus montes, viendo sus vecinos cómo el fuego se lleva una parte importantísima de sus vidas, pues los pueblos sin paisaje olvidan parte de su carácter.

Sin embargo, me llena de emoción observar que en esta tierra, en Aragón, los tópicos se cumplen y ese que dice que somos gente noble y buena se está viendo con creces estos días en localidades turolenses como Andorra. Sus habitantes, en un alarde de solidaridad y bondad están acogiendo en sus hogares a aquellos aragoneses que han tenido la mala fortuna de ver cómo el fuego ha arrasado los bosques y campos que rodeaban sus localidades.

Alloza, Aliaga, Corbalán, Morés y otros pueblos que me dejo, tardarán tiempo en volver a ser lo que un día fueron, pero estoy seguro de que con el esfuerzo y la ayuda de todos, los parajes hoy calcinados, verán dentro de unos años crecer de nuevo los árboles, arbustos y flores que nunca debieron haber desaparecido.

miércoles, 22 de julio de 2009

Mirada que mata


Cogió un alfiler, lo acercó a su pupila y notó como poco a poco penetraba en su globo ocular. No sentía prácticamente ningún dolor, pero percibió un suave rumor de sangre ocupando su córnea, su iris, su mirada.

A continuación apróximo el alfiler a su otro ojo y pensó por un momento no llevar a cabo tal atentado contra sí mismo. Sin embargo, recordó una vez más los motivos por los que no quería volver a ver la miseria del ser humano. Era incapaz de soportar una carga tan grande sobre sus hombros, a pesar de ser un simple ciudadano. Así pues, pinchó su pupila con el alfiler, rogando a Dios que la luz se apagara por siempre con la mayor brevedad.

Sus súplicas no fueron escuchadas y le llevó varios días perder la vista por completo. En ese instante, cuando la oscuridad se adueñó de su vida, comprendió que su mente era más fuerte que su mirada y que sus ojos. Entendió que esas imágenes que le habían causado tanto dolor iban a quedar por siempre en su memoria y a atormentarle durante toda su vida. Comenzaron a desfilar ante él, incesantes, todos los desastres que había contemplado desde que nació; los cuerpos esqueléticos, cadáveres abandonados en guerrillas lejanas, mujeres que lloraban la pérdida forzada de su virginidad, niños que buscaban alimento en escombreras. Tantos recuerdos y a tanta velocidad...

Decidió acercarse a un puente no muy lejano a su pequeño apartamento, levantó sus ojos desposeídos de luz hacia el horizonte y se arrojó al vacío.

lunes, 20 de julio de 2009

Man on the Moon?


Hace cuarenta años que el ser humano no llegó a la Luna. Al menos eso se dice desde que hace un tiempo se investigaran las fotografías y los vídeos de Neil Armstrong y Buzz Aldrin -Michael Collins no salió del Eagle- paseando por nuestro único satélite.

Seguro que pensáis que es atrevido adentrarse en esta versión sensacionalista que tanto eco ha tenido últimamente pero yo no lo veo del todo descabellado. Es necesario pensar que en aquel momento, en 1969, la rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de América estaba a flor de piel, encontrándose ambas potencias a veinte años del fin de la llamada Guerra Fría.

La carrera espacial era una de las más duras pugnas entre ambos países, luchando siempre por ir uno más avanzado que el otro, por eso no es de extrañar que los estadounidenses quisieran quitarse esas dos espinas que les habían dejado los soviéticos en 1957 y 1961: el lanzamiento del Sputnik y del Vostok 1 respectivamente, siendo este último el primer vuelo espacial tripulado por un ser humano: Yuri Gagarin y el otro el primer artefacto capaz de establecer en el espacio una órbita alrededor de la Tierra.

Kennedy se planteó a sí mismo y a la NASA la necesidad de alcanzar la Luna antes de la década de los 60 para reparar estas afrentas y atraer hacia sí a países emergentes como la India o el Egipto de Nasser, que parecían sentir cierta afinidad hacia el comunismo.

Por eso, quizás los estadounidenses quisieran darse demasiada prisa y alunizar cuanto antes el satélite terrícola e hicieran un pequeño montaje en el que mostrar al mundo el progreso de la humanidad encarnado en la piel de los Estados Unidos de América.

Yo no sé si llegaron o no, pero prefiero fiarme del testimonio inocente de un honorable ciudadano nacido en Tobed, Zaragoza, que afirmó tras pasar la noche del 20 de julio de 1969 asomado a la ventana no haber visto a nadie alcanzar la superficie lunar. Es divertido, sin duda, pero quizás tuviera razón.