viernes, 9 de diciembre de 2011

Fotografía

Confundí tu mirada con la de los campos recién labrados que nos rodeaban. Situada sobre una pequeña roca, vaciabas los ojos en el candor de una tierra lista para sembrar, iluminada por un sol cálido que a primeros de diciembre sorprendía por su fuerza. Me mirabas y sonreías. Yo te devolvía la sonrisa y pulsaba de nuevo el disparador de mi cámara mientras te veía a través del ocular, reducidos tú y el paisaje a menos de un centímetro cuadrado. Ampliaba tu sonrisa a la par que enfocaba el dibujo trazado por tus labios y tus dientes, unidos en una rodaja de alegría que me llena de felicidad cada vez que me la dedicas. Es sencillo apretar el botón, pero los pensamientos que me acosan cuando te miro son demasiados para caber en un espacio tan corto de tiempo. Por eso sé que te amo de veras.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Elegía a mi abuelo

Vuelves a la tierra que tanto labraste
Tierra que te acoge, tierra que te eleva
A los girasoles al panizo al trigo
Al agua que fluye por ríos y acequias

Sonará tu voz en cada tormenta
En las golondrinas de la primavera
Bañarás con lluvia los campos y huertas
Guardará el Pastor sus cabras y ovejas

Cuando el cierzo rompa tu risa en la tierra
Callarán los grillos, ranas y culebras
Traerás tu alegría volando a las eras
Cantarás de nuevo esa vieja zarzuela

Sueñas libertad sin temer la empresa
Bailas con los pinos danzas de quimera
Surcas los caminos con paz y entereza
Vives porque tienes de Dios la certeza

La bondad del alma fue siempre tu esencia
Caridad cristiana, humildad guerrera
Tú nos enseñaste que cada cosecha
Trae sus cosas malas, mas también las buenas

Volverás labrando los campos y huertas
Dormirás la siesta bajo aquella higuera
Traerás en el carro amapolas que crezcan
En cada ribazo, volviendo a mi vera.


Descansa en paz, abuelo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

África en el corazón. Randy Weston.

Grupo: Randy Weston and his African Rythms Trio.
Lugar: Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza
Fecha: 10 de noviembre de 2011


El ritmo, como el ser humano, nació en África. Randy Weston lo sabe muy bien y por eso él, cuyos antepasados debieron de llegar a América procedentes del continente negro, ha encontrado en sus raíces más profundas un filón de diamantes que tallar para crear atmósferas calurosas al otro lado del estrecho de Gibraltar, polirritmias y homofonías que nos seducen a nosotros, los blancos analfabetos que descubrimos ser unos meros aprendices de unos ancestros que nacían sabiendo tañer unos parches secados al sol de la sabana.

Weston tiene 86 años, una edad más que respetable y a la que nos gustaría llegar con la vitalidad y la fuerza que él posee. Decir algo de él a estas alturas es poco más que estúpido, pues ha forjado una carrera sólida a sus espaldas, llegando a convertirse en una leyenda viva del jazz. Fue un auténtico privilegio verle y ojalá dure todavía mucho tiempo, pues sin duda ofrece un espectáculo original y difícil de comparar. Sale al escenario con sus andares pesados, su gorro kufi de color azul y ropas anchas. Saluda al público, da las buenas noches con un hilo de voz bastante más suave que el que se le supone pero él es así: descarga su fuerza a través de sus manos.

El veterano pianista apareció sobre el tablado bien escoltado por otros dos grandes músicos con un buen puñado de años: Alex Blake al contrabajo, quien desde mi humilde punto de vista, es uno de los más espectaculares ejecutantes que he visto en mi vida y Neil Clarke, percusionista que conoce al dedillo los ritmos desde Marruecos a Sudáfrica, después de llevar toda su vida tocando con las estrellas más importantes del jazz.

Bien sabe Weston que está acompañado de dos músicos que por sí solos podrían realizar una gira sin temor a a aburrir al público, pues Blake tiene unos dedos fortísimos, tallados por el tiempo y la experiencia, lo cual le hace rasgar las cuerdas del contrabajo con la facilidad que otros acarician las de una guitarra española. No le tiene miedo a nada. Es pura energía, sus solos suponen una explosión de colores entre los que se aprecian tintes flamencos mezclados con danzas masais o sambas del mismo Río de Janeiro. Clarke, por su parte, entró poco a poco en calor, regalándonos un sonido puro salido de sus tumbadoras, sus bongós, los pequeños splash, triángulos y cortinas que formaban su set de percusión.

No faltó la conexión con un público totalmente entregado que supo apreciar la virtuosidad y la originalidad de la música que anoche nos presentaron estos tres espectaculares en el primer concierto del festival JazZaragoza. Todavía nos queda mucho por disfrutar, pero a buen seguro la deliciosa sensación que posó el trío de Randy Weston en nuestros espíritus será difícil de superar.

Aquí, su último disco: Randy Weston – The Storyteller

lunes, 31 de octubre de 2011

¿Amor?

Abrió la puerta de la consulta, salió a la sala de espera y dijo mi nombre. Sí, sí. Con todas sus letras. Mi nombre y mi apellido. Y además, me miró intensamente, como si supiera que esas letras correspondían al rostro embobado que la observaba con avidez. Me invitó a pasar para proseguir mi examen médico y comenzó a hacerme preguntas relativas a mi salud dejando entre ellas el tiempo justo para que apenas le respondiera con un monosílabo. Pero no importaba. Me miraba y sonreía. Debía de ser por mi cara de ayuno, no por estar en cuaresma ni ramadán, sino por motivos médicos, ya que me acababan de extraer una muestra de sangre para su examen. Cuando me pesó y me midió, tomó mi mano para ayudarme a incorporarme mientras subía el escalón de la báscula. Después llegó el turno del examen óptico. Miró profundamente mis ojos, empleando instrumentos que ninguna mujer había usado antes para seducirme, buscando un atisbo de pasión en mi mirada. Sí. Te quiero. No hace falta que sigas buscando. Te lo confesaría ahora mismo, pero creo que no es el lugar apropiado. Volvió a coger mi mano, esta vez la derecha, para amarrar alrededor de mis escuálidos bíceps y tríceps el brazalete del tensiómetro. Comenzó a apretar repetidamente la bomba de caucho, provocando en mi brazo una presión que me ahogaba. No sé si alguna vez han sufrido un infarto, pero si es así, entenderá mi sensación perfectamente. Era el influjo de un amor que crecía impulsivamente en mi interior y también en el de la doctora; una manera de demostrarme que a pesar de los pesares, malgrait tout, malgrait tout, la vie sera belle. Oh, sí. Te amo. Y si no entiendes francés, yo te enseñaré. Y si no conoces París, yo te llevaré. Me puse la bata de nuevo cuando terminó de hacerme las pruebas. Abrió la puerta, me pidió que esperara sentado para la tercera parte del examen médico y llamó al siguiente paciente. No se dignó a mirarme. Se despidió fría, distante, seca. Caí en una depresión terrible que duró un minuto, pero me repuse en los siguientes sesenta segundos y ahora soy feliz, pues me acabo de enamorar de la camarera que me ha servido el pincho de tortilla mientras escribo esta historia con papel y lápiz, sentado a la mesa de un bar cualquiera, en un rincón cualquiera de este planeta.

viernes, 21 de octubre de 2011

El sueño de un pueblo

La última bala que atravesó la sien de aquel ser inocente supuso un antes y un después en el día a día del pequeño pueblo situado entre montañas. Las miradas se volvieron frías, las palabras, parcas y los gestos dolían como cuchillos. Los pocos habitantes hablaban sólo con los que pensaban como ellos, procuraban no aproximarse a esos que eran de tal o cual partido y dos concejales empezaron a guardar el coche en su plaza de garaje y a mirar cada día los bajos antes de ir a trabajar. 

Arkaitz es uno de esos concejales. No vamos a decir de qué partido pues es algo secundario. Desde aquel maldito día, hace ya casi veinte años, sus vecinos dejaron de hablarle, sus amigos cambiaron y sus hijos comenzaron a tener problemas en el colegio. No podía confiar en casi nadie y es que en un pequeño pueblo de no más de trescientos habitantes tener vida privada es poco menos que una quimera. 

A pesar de todo, de los rumores que le marcaban como próximo objetivo, de las presiones a las que se veía sometido cada vez que se cruzaba con según quién cuando iba a comprar el pan, Arkaitz no había renunciado a sus ideas ni a ser la voz de los escasos habitantes del pueblo que le habían apoyado pocos meses antes en las urnas. El agradecimiento de esos pocos y la certeza de estar haciendo un buen trabajo por la vida de los suyos le mantenían al pie del cañón, luchando por ser libre de opinar como quisiera, pues al fin y al cabo había nacido en el seno de una democracia recién parida y nadie iba a impedirle pensar como piensa.

Anoche Arkaitz lloró de emoción cuando escuchó la noticia del fin de la violencia. Él se lo cree. No le hace falta escuchar a periodistas que dicen que todo ha terminado ni a otros que dicen lo contrario. Él lo intuía de antemano. Lo sabía porque tantas operaciones policiales contra esa panda de terroristas sólo podían debilitarla, porque era cuestión de tiempo que las fuerzas de la democracia demostraran que son mucho más fuertes que las violentas. Acaba de leer el comunicado en la edición digital de un periódico de tirada nacional. Cree que faltan muchas cosas por decir, mucho perdón que pedir y muchos delitos que pagar. Cree que a este gobierno y al próximo que venga le tocará tener mucha paciencia, saber escuchar con calma a quienes antes mataban y ahora se ofrecen a hablar, pero sabe que deberá tener mano dura y mucho cuidado para no dejarse avasallar por esos asesinos. En su recuerdo permanecía imborrable el rostro joven de su amigo asesinado. Recuerda aquel día como si hubiera ocurrido todo unas horas antes. Se encontraba pasando un día feliz con Ander, concejal de su mismo partido en un pueblo muy cercano. Cuando cayó el sol se despidieron y al llegar a casa escuchó en la radio mientras se duchaba, la noticia del asesinato de su amigo. Aquel día cambió todo en el pueblo. Las escasas tensiones que había hasta entonces se convirtieron en acaloradas discusiones que desembocaron en el silencio más terrible que un ser humano puede imaginar. El dolor llenó la vida de Arkaitz y desde ese instante se comprometió a defender sus ideas de una manera democrática sin importar las consecuencias. Su mujer, en aquel entonces su novia, trató de disuadirle, pero sus convicciones eran demasiado fuertes como para acobardarse ante una cuadrilla de asesinos. Así continuó su lucha pacífica junto a otros muchos compañeros. Así continuó hasta este día.

Ahora, en la soledad que le da la noche frente a su ordenador, Arkaitz sueña con salir mañana a la calle y no encontrarse malos gestos ni miradas heladoras, sino manos tendidas. No es tonto y es consciente de que eso aún tardará en llegar. Las heridas son grandes, las ideas tardan en cambiar y más las radicales, pero él va a hacer todo lo que pueda porque en su tierra cualquiera pueda expresar su opinión sin miedo a represalias. Recuerda a Ander y le cuenta emocionado que por fin todo terminó. Sueña con vivir en paz, algo que no debería ser un sueño en un país democrático, sino una realidad en mayúsculas.

jueves, 13 de octubre de 2011

Hispanidad (escrito ayer, 12 de octubre)

Un país es mucho más que un trozo de tierra para defender del enemigo. Los desfiles militares nos muestran la fuerza de una nación pero esconde unas debilidades que socavan los cimientos sobre los que se asienta, como ocurre hoy en España, día en que se conmemora el orgullo nacional. ¿Qué es ese orgullo? ¿Podemos estar orgullosos de ser españoles?

Decía Antonio Machado hace ciento tres años, durante la conmemoración del primer cententario de la Guerra de la Independencia y diez años después de la pérdida de las última colonias de aquel gran imperio, que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra. Arengaba a los españoles del momento a alejarse de los viejos mitos heroicos "luchamos por libertarnos del culto supersticioso del pasado", algo que podríamos asimilar a las "siete llaves para el sepulcro del Cid" que pedía Joaquín Costa, para enterrar ese imaginario colectivo que nos había mantenido alejados del progreso experimentado en Europa desde finales del siglo XIX con la revolución industrial y las diferentes revoluciones liberales. Un país se construye labrándolo cada día, no sólo sus tierras, sino también las mentes de las gentes que lo habitan.

Ha pasado poco más de un siglo desde aquellas palabras, con dos dictaduras, una república entre ellas y la monarquía parlamentaria en la que ahora vivimos. ¿Qué nos ha ocurrido a los españoles durante estos cien años para pasar por tantísimos sistemas y terminar regidos por una familia a la que ya se invitó a marcharse en dos ocasiones?

Las ansias renovadoras de aquellos regeneracionistas fueron dilapidadas desde el comienzo de la Guerra Civil. El camino emprendido por ellos, el cerrojazo al pasado mitológico de un país enfermo de fe fue destruido por una dictadura que adoctrinó las mentes de sus hijos en un intento por volver a esos milagros. Volvieron a proyectarse en el imaginario colectivo las imágenes de Pelayo, el sitio de Numancia, la Reconquista contra los moros, el Cid y los Reyes Católicos como adalides de la patria española, cuando prácticamente ninguno de  ellos oyeron hablar de ella. España permaneció aislada casi por completo durante cuarenta años en los que el "somos diferentes, afortunadamente" se convirtió en lema de un país encantado de conocerse a sí mismo.

La democracia supuso un pequeño despertar y la integración en Europa dio lugar a un espectacular despegue económico nunca antes visto. Parecía que dejábamos de ser esa deformación de la sociedad europea, ese esperpento acuñado por Valle Inclán. Quedaban atrás los espejos del callejón del Gato y se construían grandes infraestructuras que nos hicieron sentir que éramos los mejores y los más ricos. Pero, ¡ay, amigos! qué duro es que se acabe el chollo y lleguen los tiempos de vacas flacas. Esos políticos en quienes confiábamos se dedicaron a malgastar en grandes fastos ingentes cantidades de dinero público. Tenemos casi un aeropuerto por provincia, más kilómetros de alta velocidad que cualquier otro país europeo, obras emblemáticas que quedan  muy bonitas pero tienen poca utilidad práctica en todas las ciudades... Total, que nuestras instituciones tienen unos agujeros económicos de aúpa. ¿Por qué no hemos aprendido del pasado? ¿Por qué ahora que teníamos un estado de bienestar lo suficientemente extendido en la población, lo destruimos? ¿Por qué recortamos primeramente en educación e investigación?

Está claro que no hemos aprendido. No hemos sido capaces de atender en cien años a las palabras de renovación de unos hombres que vieron cómo este país caía lo más bajo que podía caer. Preferimos destinar el dinero a grandes premios de fórmula 1, a grandes estadios de fútbol y nos olvidamos de que para que un país avance necesita mentes preparadas así como potenciar aquellas que ya lo están para que con sus investigaciones faciliten la vida a los demás.

Mi sueño es dejar de ver un día desfiles militares para disfrutar con un desfile de científicos españoles que han encontrado una vacuna para el SIDA (algo que por cierto, está bastante avanzado) o que han podido volver a nuestro país porque el ministerio les ha concedido una beca digna. Me gustaría salir a aplaudir a un premio nobel de física español, a uno de medicina, y ¿por qué no? a uno de la paz.

Quiero sentirme orgulloso de decir que un español inventó un sistema de regadíos que ahorra mucha más agua de la que ahora se ahorra o que otro español ha hallado la solución a la crisis cambiando los valores éticos de esos seres que manejan el dinero.

Quiero un día poder decir que soy español sin miedo a gritarlo, porque ahora mismo me avergüenzo un poquito y lo digo con la boquita pequeña, casi cerrada.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Reflejo

Aquella mañana todavía no me había mirado al espejo. Cuando lo hice, comprobé que donde supuestamente debía estar mi figura, se hallaba un vacío abismal. Ahora estoy seguro, sólo soy un fantasma.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Canta compañero, canta...

...que aquí hay mucho que cantar, ¿verdad, José Antonio? Parece mentira que haya pasado un año desde tu partida, pues durante estos trescientos sesenta y cinco días has estado presente en nuestra actualidad como si nunca te hubieras marchado. La reciente campaña de recogida de firmas para alzar tu "Canto a la Libertad" a la categoría de himno de Aragón y el rechazo de las Cortes a esta iniciativa apoyada por más de veinticinco mil ciudadanos, nos han vuelto a demostrar cuán alejados están nuestros gobernantes de la realidad. 

Habrás visto cómo este país sigue a la deriva, obedeciendo los políticos a cuanto les dictan los mercados, olvidando que su trabajo real es hacer más fácil la vida al ciudadano y no más difícil. El paro sigue creciendo, las reformas laborales no funcionan y los ricos se enriquecen mientras los pobres se empobrecen más todavía.  Esto parece no tener solución, sobre todo porque nos falta gente como tú. Gente que hable de tú a tú a esos que cierran el puño o que pretenden hacernos callar a base de porrazos y demagogia. Gente con la suficiente influencia como para hacer sentarse a reflexionar a esos que llevan trajes y hablan de millones de euros como si fueran unos pocos céntimos, o tratan a los trabajadores como simples números, obviando que son personas con familias a las que mantener. 

Seguro que miraste con orgullo a aquellos jóvenes que nos lanzamos a las calles y a las plazas, reclamando un cambio de rumbo, una visión más humana de la política y la economía, un mayor poder para el pueblo maltratado. Esos días aprendimos a escuchar, a dar nuestra opinión, a respetar al que no piensa como nosotros, a llegar a consensos y a ser personas que tienen el deber de preservar su dignidad frente al acoso de esos especuladores que sólo buscan ganar dinero a costa de nuestros derechos. Volveremos a tomar las calles una y mil veces gobierne quien gobierne, pues aquí los colores políticos no son lo importante, sino el ciudadano. 

Me hubiera gustado escuchar tu opinión sobre esas revoluciones que están sacudiendo el mundo árabe, incluido el norte de África. Seguro que también piensas que desde occidente hemos permitido esas dictaduras encubiertas durante demasiado tiempo, pero como teníamos a cambio petróleo y otros ricos recursos, no nos importaba que esos pueblos sufrieran en silencio la represión y el dolor de no poder mostrar sus ideas. ¿Y la participiación de la OTAN en la guerra de Libia? ¿Qué te parece? Nos llevó el gobierno a ella casi sin darnos cuenta, gastando miles de euros de unas arcas públicas demasiado exhaustas. 

Y ahora se avecinan malos tiempos. Recortes aquí y allá. Recortes en educación, en sanidad, en los pilares básicos de nuestra sociedad, favoreciendo al sector privado. Están destruyendo aquello que os costó tanto tiempo conseguir y ahora parece que mi generación será la primera que viva peor que sus padres. 

Por eso nos sigues haciendo falta. Nos siguen haciendo falta tus canciones, tus versos combativos, tus palabras de aliento, tus frases salidas desde las entrañas del pueblo. Echamos de menos tu sorna irreductible, tu carácter aragonés, tus sabios consejos. Hoy miro aquel autógrafo que nos dedicaste a mi hermano y a mí en tu disco "Tiempo de espera" y lo conservo como uno de mis mayores tesoros. Hace ahora diez años de aquello y recuerdo perfectamente cómo esperaba ansioso tus intervenciones en los debates sobre el estado de la nación.

Seguiremos cantando tus canciones, porque por lo visto, lamentablemente no han pasado de moda, pero también porque nos emocionan y nos hacen sentirnos unidos como pueblo. Nunca podremos agradecerte todo lo que has hecho por Aragón y sólo ahora empezamos a darnos cuenta de lo que supone tu trabajo para esta tierra.

No reblaremos ante nada.

HASHIMA. Nada

Tengo el placer de presentaros el primer videoclip de mi nueva banda, Hashima.

Espero que lo disfrutéis.




http://hashima.es

viernes, 26 de agosto de 2011

a mar te

I. Mar calma

Mis sueños de arena y polvo
evocan aquellas playas
donde el viento silencioso
me devuelve a tus entrañas

El mar que duerme en la brisa
refulge de caracolas
pequeñas diosas vestidas
de relámpagos y conchas

Es tu vientre el paraíso
un festín para mis manos
donde océanos sumisos
al abismo se entregaron

Quieren tu cuerpo y el mío
yacentes y entrelazados
para llenar el estío
de madreselvas y abrazos.




II. Mar brava



Allí donde muere el río
en el delta apaciguado
choca el mar embravecido
imponiendo su reinado

Surtidor de fuego amigo
volcán de faldas eternas
en sus fondos sumergidos
la vida vale la pena

Eres cada encrucijada
que mi corazón azota
sólo temo a la resaca
que me aleje de tu boca

Quiero salvajes tormentas
mareas y grandes olas
navegar en carabelas
nuestros sueños, viento en popa.

martes, 23 de agosto de 2011

Conclusión

Después de lo que está ocurriendo en estos últimos tiempos en España, he llegado a la siguiente conclusión, dada por uno de los mejores filósofos de nuestro tiempo. Cada cual que la interprete como quiera:

miércoles, 17 de agosto de 2011

La muerte del Poeta. (FGL)

Noche quieta de agosto. Salvo las estrellas, ninguna luz ilumina el campo a estas horas. Arrastran sus pies los tres condenados, atosigados por unos falangistas ávidos de sangre, deseosos de darles una lección a esos republicanos y a ese maricón. Les dan el alto, situándoles en fila. Una última oportunidad de arrepentirse, pero no tienen nada de qué avergonzarse. El joven poeta siempre ha tenido claras sus preferencias sexuales así como sus ideas y los otros dos jóvenes defienden el sistema establecido por el pueblo tras las elecciones municipales celebradas cinco años atrás, allá por abril de mil novecientos treinta y uno. El sacerdote les otorga la extremaunción, pero los tres hombres no prestan atención a sus palabras: cómo encomendarse a un Dios que les abandona, a una Iglesia que sólo apoya al poderoso y ha calificado esta estúpida guerra de "Cruzada de la cristiandad". Ellos ya están muertos antes de ejecutarse la orden.

Federico palidece de miedo. Él, inocente, creía estar a salvo en casa de su amigo y también poeta, Luis Rosales. Pero todo estaba organizado para darle caza. Desde su detención, sabía que iban a descerrajar un tiro en su sien. Entonces tejió con su voz los versos más desesperados jamás recitados, la angustia más terrible sufrida por un hombre que se dirige al cadalso. En sus palabras se plasmaron los sentimientos de todos aquellos que han muerto asesinados sin ningún motivo -si es que puede haberlo-, pero no tuvo donde escribirlos, perdiéndose para siempre en la miseria de un país que no perdona al que va a contracorriente. Había empezado a agonizar lentamente.

Los ojos de Lorca ya no miran. Han perdido la luz que emanaba de ellos cuando preparaba el escenario con sus compañeros de "La Barraca" para dar una nueva función. Se ha esfumado el brillo del poeta que trasladó al papel las metáforas más rebuscadas, los versos delicados que describen su tierra, las estrofas que hablan de un viaje a Nueva York en el que descubrió el surrealismo y el mundo. Federico ya no piensa, ya no habla, ya no siente. La bala atraviesa su vientre inerte, pues su profunda sensibilidad murió a causa de la rabia y la ignorancia de unos seres sin alma. Su cuerpo aún yace en algún rincón perdido, próximo a Granada.



En la próxima madrugada, se cumplirán setenta y cinco años del asesinato de Federico García Lorca. Sirva este pequeño texto, fantasioso y nada cercano a una realidad que todavía desconocemos en muchos aspectos, para homenajear a uno de los más grandes talentos que dio y fagocitó este país.

Que la intolerancia no vuelva a comernos las entrañas.

sábado, 13 de agosto de 2011

De tu risa y tu sonrisa

Te amo porque tu risa
es creadora de vida
Sonríes cuando me miras
Sonríes y empieza el día

Te amo porque tu risa
teje hilos de alegría
Sonríes cuando respiras
Sonríes y me fascinas

Tu sonrisa es alimento
de mis noches y mis sueños
Sonríes porque estremezco
Sonríes y palpo el cielo

Tu sonrisa es mi consuelo
ante cualquier contratiempo
Sonríes si me desvelo
Sonríes y entonces duermo

Si tus labios consagrados
al amor y a la ternura
me regalan su sonrisa
con pasión y sin usura
yo te entregaré mi ser
condenado a la locura
pues bien sabe que tu risa
cualquier mal o pena cura.

Ríete, vida mía
Ríete mientras vivas
Ríe porque si ríes
el universo gira.

domingo, 7 de agosto de 2011

Paradojas

Jesucristo los expulsó del templo. Ahora, los mercaderes patrocinan grandes actos en el nombre de aquél que les maldijo.

Mientras en Somalia han muerto de hambre casi treinta mil niños en los últimos tres meses, se van a gastar cincuenta millones de euros (veinticinco de ellos de origen público y otros tantos que se van a perder debido a exenciones fiscales a esos patrocinadores) en unas jornadas católicas dentro de un estado que se supone aconfesional. ¿Por qué no se reúnen en el Vaticano, ese estado antidemocrático, machista y homófobo que todavía sobrevive en Europa?

Telefónica va a echar a la calle a seis mil quinientos trabajadores de su plantilla en los próximos cinco años. Ha ganado en torno a diez mil millones de euros en el pasado ejercicio y ahora verá desgravados un 80% de sus impuestos por patrocinar la JMJ.

Siendo que sólo se convoca a la juventud cristiana, no entiendo por qué el nombre ha de ser Jornada Mundial de la Juventud. Yo no pertenezco a esa juventud. Yo pertenezco a la juventud que se echa a la calle para exigir trabajos estables, derechos laborales y sociales básicos, una educación digna, una sanidad pública de calidad, la nacionalización de la banca, la honradez de nuestros políticos y una democracia real que no esté al designio de los mercados.

La Iglesia católica recibe anualmente de las arcas públicas en torno a 10.000 millones de euros. No paga impuestos por sus bienes inmuebles y recientemente ha salido a la luz la noticia de que se apropia indebidamente de edificios que no le pertenecen como iglesias o catedrales. Parece que nunca tiene suficiente, se queja de leyes que amplian las libertades individuales como la ley del matrimonio homosexual pero no dejan de recibir dinero proveniente de nuestros impuestos, hecho por el que desde Bruselas se nos ha llamado la atención en numerosas ocasiones.

Si tanto dinero tienen que pueden seguir abarcando patrimonio, si siguen tratando de imponer sus principios dogmáticos a una población cada día más variada y a una juventud que cada día les presta menos atención, si olvidan a los pobres para rodearse de una muchedumbre que les alabe y les bese los pies,

¿por qué no se pagan ellos su dichosa JMJ?



domingo, 31 de julio de 2011

Penumbra azul

Quédate ahí. La luz que emana de tus labios se ve desde mi posición. Tal vez crees que no iluminan, pero la noche se rompe atravesada por el rayo. En el río quedan peces por contar, criaturas maravillosas que se amontonan en la orilla, atraídas por tu presencia. Eres luz de estío, calor mestizo, ojos de pan. Sueñas y me haces soñar contigo, juegas con fuego empedernido sobre un abismo de paz.
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domingo, 17 de julio de 2011

París III. Le repas.

Ella sonreía cuando él traspasó por primera vez el umbral de su puerta. Le había preparado una copiosa cena sobre una mesa con velas y servilletas de lino. En realidad sólo esperaba terminar para que por fin la devorase, daba igual en una cama o en el suelo. Sólo quería ser saboreada por él, que su aroma llegase a lo más profundo de su paladar. Tanto trabajo era una mera imagen para seducirle, pues a los hombres es fácil entrarnos por los ojos y el estómago.

Primero fue el típico saludo cortés, dos besos en las mejillas y triviales preguntas sobre sus respectivos trabajos. Se quitó la chaqueta, la posó en el sofá y alabó el atrezo preparado por ella. Todo aquéllo era mucho más de lo que merecía, dijo, pero le agradecía el incalculable esfuerzo. Antes de sentarse, ella abrió la botella de Moët Chandon que él trajo consigo, llenó dos copas con cuidado y brindaron por la velada que estaban a punto de comenzar.

Durante la cena hubo miradas cómplices, sonrisas robadas, caricias contenidas y charlas distendidas. Sin embargo, ninguno osó dar el primer paso. Los minutos pasaban y el reloj de pared marcó las once menos cuarto cuando ella se levantó para ir a por el sufflé que guardaba en la nevera. Él se quedó contemplando su culo ensimismado mientras abría la puerta del frigorífico. Ella notó su mirada y perdió un poco más de tiempo buscando entre botellas, lechugas y yogures el postre que con tanto amor había preparado. Le gustaba sentirse observada por él y aprovechó la situación para sacar algo de ventaja. Cuando se dio la vuelta con el sufflé en sus manos, el sonrió al percatarse de que le habían pillado y se ruborizó.

Tomaron cada uno un buen trozo de tarta, cruzándose miradas fugaces carentes de maldad. Charlaron acerca de la última exposición sobre Manet en el museo de Orsay, pues a ambos les entusiasmaba el arte. La conversación fue breve. Él tomó con una cucharilla el pezón izquierdo de ella. Lo llevó a su boca. No dejó ni uno solo de sus cabellos.

martes, 12 de julio de 2011

Recuerdos

A veces, por un motivo totalmente fortuito como esta noche ventosa, vienen a la mente palabras escritas hace años, versos tejidos en una velada como la de hoy, cuando las nubes copan el cielo de Zaragoza. Me apetece compartir estas palabras, porque me ha hecho mucha ilusión encontrarlas después de tanto tiempo.

Cuando no tengas más techo
que el del cielo encabritado
cuando la lluvia y su velo
te arrastren torrente abajo
si derramas en su lecho
una pizca de tu miedo
cuando amaine la tormenta
no será más que un recuerdo.

Cuando el rayo incandescente
atraviese el aguacero
cuando el trueno te desvele
llevándose tu silencio
si tus lágrimas te duelen
más allá de tus adentros
cuando amaine la tormenta
no serán más que un recuerdo.

Cuando la luz te ilumine
dejando el cielo entrabierto
cuando el sol que te describe
decida venir de nuevo
ya no habrá más sombras tristes
ni relámpagos ni truenos
la tormenta que viviste
no será más que un recuerdo.

sábado, 9 de julio de 2011

París II. Ne me quitte pas

Bajó las escaleras con paso firme. El andén estaba casi vacío, la hora punta pasó hace un rato y la gente ya había llegado a sus trabajos. Faltaban tres minutos para la llegada del próximo metro y decidió sentarse en una de las sillas que quedaban libres junto a la máquina de refrescos. Los ladrillos que recubrían la estación de Belleville brillaban debido al efecto producido por los fluorescentes que iluminaban el recinto. Varios anuncios de una nueva película empapelaban los fragmentos de muro dedicados a una publicidad que se repetía en cada pasillo y cada estación. Al mes que viene volverían a cambiar para reflejar nuevos rostros perfectos y eslóganes pegadizos para mentes que vienen y van de una punta a otra de París.

Allí sentado observaba en el otro andén a un grupo de chicas rubias y espigadas. Serán suecas, pensó, o alemanas. Se quedaría con la duda. El tren le privó de la visión y se las llevó para siempre. Decidió liarse un cigarrillo. Aún tenía dos minutos para llevar a cabo su obra de artesanía. Amasó un poco de tabaco, lo distribuyó cuidadosamente sobre el papel, colocó el filtro en su sitio y lo enrolló con una maestría suprema. Todavía quedaba un minuto para la llegada de su tren, pero justo entonces alguien se sentó a su lado.

Parecía un tipo extraño. Gabardina gris en pleno mes de julio, sombrero a juego y zapatos de piel para completar el conjunto. Escribía a toda velocidad un mensaje en su blackberry mientras dirigía miradas repentinas a uno y otro lado. Parecía inquieto por algún extraño motivo. El chico le miraba disimuladamente, haciendo como que jugaba con el cigarrillo que acababa de liar, pero pendiente en todo momento de los curiosos movimientos del sujeto. De repente se levantó y comenzó a caminar hacia una de las salidas. No se lo pensó dos veces: él también se puso de pie tras sus pasos. Avanzó por un pasillo hacia unas escaleras mecánicas que subió a gran velocidad. Encaró las puertas que rezaban sortie y ascendió los peldaños hacia la rue Belleville. Varias personas comerciaban con hachís en un portal, mientras otros cantaban animados unos versos de Brassens que hacía tiempo no se oían en las calles. Dejaron atrás terrazas de bistros, señoras negras vestidas con ropajes anchos y coloridos que discutían amistosamente en las aceras y un grupo de jóvenes que escuchaban a los Têtes raides en un viejo reproductor de cassettes.

Llegaron a una puerta gris, precedida de unos escalones sobre los que un hombre harapiento tañía con pasión una guitarra, dejando escapar por su boca el "Ne me quitte pas" más desgarrador que jamás hubiera nadie oído. El tipo de la gabardina quedó quieto frente a él, observando su ejecución, enjugándose las lágrimas con un pañuelo blanco que extrajo del bolsillo derecho de su chaqueta. El joven ya no sabía qué pensar. Creyó ver en él a un matón sin escrúpulos huyendo de la autoridad, pero ahora se mostraba con un ser sentimental emocionado ante la canción más triste jamás creada.

Extrajo una pistola de su gabardina y mató de un disparo en la sien al cantante. Huyó corriendo a toda velocidad entre las callejuelas sin dar opción a ser perseguido. El joven lo intentó, pero al llegar al mirador situado al final de la rue Piat, consideró que era imposible cogerle.

Las sirenas de la policía no tardaron en llegar a sus oídos, pero él ya estaba sentado en una de las columnas que corona el parque de Belleville, contemplando ensimismado el perfil de su ciudad hermosa y dura. Sacó la guitarra de su funda para cantar después de mucho tiempo aquella canción de Brel que le había costado la vida al mendigo.



viernes, 8 de julio de 2011

París I.

A veces ocurren cosas tan maravillosas como que un tipo con peces en la cabeza y nariz de payaso, aparezca repentinamente a tu lado haciendo malabares.

Reflexión estival

Me asusta escuchar a gente que se cree portadora de la verdad. Se llenan sus bocas con soflamas dogmáticas que tratan de imponer al resto unos principios perdidos en el abismo de los tiempos, en la ignorancia de un pueblo que poco a poco despierta y lucha por quitarse las cadenas impuestas por aquellos que siempre han ostentado el poder. Creen que por seguir a uno u otro dios poseen más razón que aquellos que no seguimos los mensajes creados en torno a entes cuya existencia jamás será demostrada. Nos dicen que existen porque así siempre ha sido y nos piden que seamos nosotros los que demostremos su inexistencia. Ese no es un argumento válido. Lo necesario es comprobar de forma racional su realidad.

Es obvio que la fe es ciega, pero soy de los que deben ver para creer, como le ocurrió a Santo Tomás (Jn 20, 24) según cuentan los antiguos textos bíblicos. Simples historias que han sido alteradas a placer a través de los tiempos, escritas por personajes que jamás conocieron a aquél de quien hablan, elegidas porque sí entre otras muchas biografías de un personaje llamado Jesús de Nazaret, cuyos actos se perdieron hace casi dos milenios, violados por el fanatismo de gentes que creyeron ver en él una salvación imposible en un momento histórico de gran inestabilidad, cuando los cimientos de la potencia hegemónica en el Mediterráneo empezaban a tambalearse. Entonces se adueñaron de las mentes de unos ciudadanos que hasta entonces habían adoptado creencias de los pueblos dominados, mezclando cultos, posibilitando el diálogo entre creencias, para pasar a un tiempo de intolerancia, pues los dogmas imposibilitan el entendimiento entre sus seguidores y sus detractores, ya que estos primeros son incapaces de ver más allá.

Después llegó el Islam y con él un nuevo motivo de enfrentamiento entre los dos polos del mundo conocido. La nueva religión monoteísta se expandió como una exhalación a lo ancho de la península arábiga, el norte de África y el reino visigodo de Hispania. Entonces surgió la diatriba entre ambos cultos, cristiano y musulmán, llegando a unas cotas de violencia absoluta en las Cruzadas, o en épicas batallas como Lepanto. Ambas religiones llevaron a un enfrentamiento irresoluto siglos después, en un mundo cada vez más comunicado, variado y tolerante, pues cada vez somos más los ciudadanos que vemos necesario respetar la opción de cada uno, sin importarnos ver un crucifijo colgado al cuello, un pañuelo cubriendo un cabello femenino o una kipá sobre la testa de un judío o directamente, nada. La religión debe permanecer en el interior de cada uno, y cada uno debe respetar las leyes políticas que se hacen para todos, compartan o no los principios de sus respectivas religiones, pues es necesario un equilibrio democrático y tolerante entre todos, creamos o no en algo superior a nuestra realidad. Los únicos principios reales son los establecidos por el hombre y para el hombre, aquéllos que sólo tienen en cuenta la realidad del día a día y no la del más allá.

Con los pies en la tierra, admiro cada parte de mi planeta, defiendo los derechos de los ciudadanos que ven cómo se recortan sus posibilidades de supervivencia en un mundo manejado por el dinero, pues es ahí donde reside el principal problema de nuestro mundo. Lo demás es secundario. Necesitamos comer y trabajar para sobrevivir. Necesitamos un sueldo digno para mantenernos siempre en pie y alerta para combatir a aquellos que traten de destruir nuestro estado de bienestar, nuestro mínimo equilibrio. Si no, entramos en el riesgo de volver a ser ovejas de un rebaño dirigido por un señor con mitra y báculo, o de otro blandiendo el Corán, de levantar hogueras para quemar a quien no piense como nosotros o no crea que más allá hay una vida eterna de goce.

Yo no quiero esa vida maravillosa en otro mundo cuya existencia desconozco.

Quiero esa vida en éste.

jueves, 30 de junio de 2011

Les nuits parisiennes

Demain je vivrais une autre fois, ma nuit parisienne pleine d'amour, de lumière et de feu. Je serais une âme sauvage qui rit et pleut avec les sons d'un vieux moulin à côté de la place du Tertre, quand le dernier peintre de cette ville, dessin mon visage sur le ciel.

Bonne nuit tout le monde. Jusqu'au la prochaine semaine.


Et j’vis toujours des soirées parisiennes
et j’voudrais vivre des soirées belles à Sienne
Et vivre au vent, au feu, à cent,
M’ouvrir au sentiment

Commencer par voir si l’amour bat son plein
Et si Lucien, il a perdu son chagrin
J’voudrais t’emmener au dessus d’un volcan
Brûler mes os faire transpirer mes sentiments

Et j’vis toujours des soirées parisiennes
Et j’voudrais vivre des soirées brésiliennes
Et t’emmener haut t’saluer bas chanter des chansons
Chanter tout bas notre amour pour les quat’ saisons

Commencer par voir si c’est pour aujourd’hui
Ou bien tout ça, si c’est pas compris
J’voudrais bénéficier de ton absence j’voudrais savoir pour ce soir

Et j’vis toujours des soirées parisiennes et j’voudrais vivre des soirées brésiliennes
Et j’vis toujours des soirées parisiennes
Et j’voudrais vivre des soirées belles à Sienne ....

(Les nuits parisiennes. Louise Attaque)

martes, 28 de junio de 2011

Si tú me dices...

Hay mañanas en las que las legañas copan tus pestañas cuando el teléfono suena y penetra en tus oídos como la mayor de las torturas. Todavía torpe, agitas tus brazos tratando de hallar con tus manos ese pequeño objeto entre la maraña de libros y discos desperdigados por tu mesa. Por fin lo encuentras, pero te das cuenta de que a pesar de tener los ojos abiertos no ves nada. Debes frotártelos con tus dedos para despejarlos de cualquier mucosidad y entonces consigues vislumbrar en la pantalla quién trata de hablar contigo a estas intempestivas horas. El teléfono no aparece registrado en tu agenda y tu voz grave, reseca, responde con curiosidad ante el desconocido. La voz te exhorta a levantarte, amenazándote con molerte a palos en caso de no hacerlo. Apartas tus sábanas con una rapidez inusitada, saltando de la cama como si alguien te hubiera tirado un cubo de agua fría en la cabeza, totalmente aturdido. El teléfono se ha caído al suelo, la llamada se ha perdido y ahora no sabes cómo continuar. Estás de pie a las siete en punto, una calurosa mañana de junio. Los termómetros marcan treinta grados y probablemente a mediodía alcanzarán los cuarenta. Miras la cama vacía, abierta, esperando ser ocupada de nuevo por tu cuerpo, pero la amenaza que acabas de escuchar te taladra la cabeza como el peor de los maleficios. Estás a punto de tumbarte cuando suena el teléfono. "No puede ser", piensas, pero sí. Está ocurriendo. Aun con la batería en la otra punta de la alfombra, en el aparato suena la suave melodía de Yann Tiersen que usas como tono. Al principio te asustas, pero finalmente te agachas y respondes la llamada con voz prudente, inevitablemente intranquila. Ahora te obliga a limpiar la casa para que esté como los chorros del oro cuando vuelva tu mujer. Te pones enseguida manos a la obra. Barres, friegas y limpias el polvo casi a la velocidad de la luz. Cuando terminas tu tarea, escuchas de nuevo el aparato. En esta ocasión, debes llenar la bañera con agua caliente y pétalos de rosa. Le dices a la voz, asustado, que no tienes tantas flores en tu casa, pero la única respuesta es que debes hacerlo sí o sí. Suerte que en el patio hay rosales de sobra, pero a los vecinos no les hará ninguna gracia encontrarlos descabezados cuando bajen a pasear. Te la sopla. Lo primero es lo primero. Una vez has materializado el disparate, te sientas en el sofá a punto de llorar. No entiendes qué está pasando. Tú sólo estabas durmiendo en tu primer día de vacaciones y a alguien le dio por amargarte la existencia. Ahora suena el timbre de tu piso. Abres. Tu mujer sonríe y te abraza tras días sin verte. No te importa si le fue bien en el congreso. La desnudas liberado de toda tensión -ella no puede desnudarte a ti porque ya lo estabas- y le haces el amor totalmente entregado. Cuando terminas, ella comienza a reírse y te pregunta, "entonces, ¿está listo mi baño de pétalos de rosa?"

domingo, 26 de junio de 2011

Fotografía

Caminaba a trompicones después de una noche de excesos. Las calles adoquinadas ofrecían un aspecto desolador a las cuatro de la madrugada. Botellas esparcidas en mil pedazos, vasos de plástico en cada portal y curiosas estampas protagonizadas por jóvenes con un grado etílico en sangre bastante elevado.

El sueño había empezado a invadirme hacía ya un buen rato, por lo que decidí abrirme y sin que nadie se diera cuenta me esfumé de aquel asqueroso bar en el que ponían una música demasiado estridente para ser soportada por mis oídos. Caminaba con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos cuando me di cuenta de que uno de los cordones de mis zapatos se había desatado. Me agaché para anudarlo. Distinguí entonces, sobre las sucias baldosas, una pequeña fotografía. Antes de cogerla, la contemplé. Se trataba de un retrato tamaño carnet que reflejaba el rostro delicado de una chica preciosa. Miré a mi alrededor para ver si localizaba a la susodicha, pero nadie se asemejaba a la efigie que aparecía en la imagen.

Decidí levantarme y proseguir mi caminata hasta casa. La noche era calurosa, una de esas típicas noches de finales de junio en Barcelona. Soplaba una ligera brisa mediterránea cuya intención parecía ser la de animarnos a llegar de vuelta al hogar a pesar del cansancio. Había guardado la fotografía en el bolsillo derecho de mi pantalón, habiéndola olvidado prácticamente cuando me encontré frente a frente con el rostro reflejado en ella. Mi mirada debió reflejar una súbita sorpresa, pues frunció el ceño cuando me miró, extrañada ante mi especial actitud. Extraje de mi bolsillo la fotografía y las comparé. Sí. Era ella. No había lugar a duda. Su reacción fue extraña. Sonrió cuando afirmé rotundamente haberla encontrado, pero dio un paso atrás tras tender mi mano con intención de devolverle aquello que había perdido.

"Puedes quedártela" me dijo, "pero es tuya. Supongo que la necesitarás más que yo". "Tal vez, pero así siempre podrás recordar mi rostro la próxima vez que nos veamos". Me temblaba la voz e incluso las piernas. Estaba hecho un flan. No sabía qué decir, cómo reaccionar. Le pregunté si le apetecía dar un paseo. Es una pregunta de mierda, lo sé, pero el destino parecía habernos juntado aquella noche y fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Ella volvió a sonreír y el mundo se estremeció de nuevo. "Vale". Su respuesta fue parca, pero no eran necesarias más palabras. Se aferró a mi brazo derecho y comenzamos a caminar.

Anduvimos tanto, tanto, que se nos terminó la ciudad, el país, el planeta. Y a mí, jamás se me volvieron a desatar los cordones.

martes, 21 de junio de 2011

Gracias a:

Federico Jiménez Losantos.

César Vidal.

La Gaceta.

La Razón.

Intereconomía.

Y a tantos otros periodistas y medios de comunicación de la extrema derecha que me insultan e insultan a los miles de españoles que llenamos ayer las calles en ciudades de todo el mundo protestando por unos principios justos e igualitarios para todos.

Así sólo conseguís indignarme todavía más e insuflar en mí los ánimos suficientes como para seguir esta lucha pacífica hasta lograr nuestros objetivos empleando únicamente la palabra.

Detesto la violencia, así como vuestros insultos. Nunca esgrimiré un arma distinta a la de un argumento racional.

Vosotros sois los que os descalificáis a vosotros mismos.

Seguid así. Sólo conseguiréis que cada día haya más indignados.

sábado, 18 de junio de 2011

Nubosidad variable

Se encerraron en el sueño proscrito de un náufrago. Jugaron a buscar entre su pelo luciérnagas para alumbrar la noche más oscura. Alguien llamó entonces a la puerta, pero no había pomo con que abrirla. Los golpes se hicieron insistentes, formando ritmos indescifrables, contraseñas casuales para una mente novata. Taparon sus oídos con algodón de nube mientras reían despreocupados, palpando con sumo gusto sus partes pudendas. La mascarada se inició paulatinamente, sin avisar. Llegado el momento, se percataron de que habían perdido el sentido. Sus ojos se nublaron ante la borrasca, llorando litros de elixir que iluminaron todo cuando se posó bajo las plantas de sus pies. Mientras tanto, los seres humanos se ahogaban en paños mojados un día que decidieron vestir de traje. Qué osadía.

jueves, 9 de junio de 2011

De pequeño

Juego al borde de la acequia a dibujar en la tierra húmeda cualquier cosa que se me pase por la cabeza con una pequeña rama que acabo de recoger del suelo. Mientras destruyo la uniformidad de la arena para crear mi obra, las ranas saltan asustadas al agua, huyendo del terrible invasor que ha osado adentrarse en su hogar. Más atrás, la carretera se bifurca en un camino de tierra que lleva hasta el pueblo. Miro a mi derecha y observo a mi abuela caminar por el asfalto, tratando de percibir antes que nadie el ruido de un motor, pero no se oye nada salvo el canto de las cigarras y el reloj de la iglesia dando puntual las ocho de la tarde. A mi izquierda está mi bicicleta azul, la misma en la que hace un año aprendí a montar. La he decorado con las pegatinas de futbolistas que vienen en los chicles, aunque no tengo muy claro quiénes son esos tipos. Me canso de dibujar. Suelto la rama en la acequia y la veo alejarse empujada por la corriente. Imagino un barco a la deriva, descontrolado por la fuerza del agua, dirigido hacia alguna catarata mortal. Pero no se trata más que de una simple acequia.

Me pongo de pie e incorporo mi bicicleta. Empiezo a pedalear cuesta arriba. El ascenso es duro, pero la recompensa merece la pena. Desde lo alto, a pesar de la frondosidad de los pinos, hay un hueco a través del cual se ve toda la llanura. El Bayo, a la derecha, formando un cuadrado perfecto, presidido por la cigüeñas que coronan el campanario de la iglesia. Más abajo, los campos de trigo, cebada, arroz y girasol tan típicos de las Cinco Villas. El verde y el amarillo priman sobre los demás colores, formando un tapiz que se pierde en el horizonte y parece llegar hasta las Bardenas Reales. Incluso más allá, donde el Moncayo se yergue como un dios bondadoso que contempla su obra. Me siento en la cima del mundo y justo entonces me dejo arrastrar por la gravedad, deslizándome por la rampa a toda velocidad. El viento penetra con fuerza en mis oídos, siendo incapaz de escuchar cualquier otra cosa. Me agarro con fuerza al manillar y los dedos se me van inevitablemente hacia los frenos. Siento que voy a despegar en cualquier momento pero sin darme cuenta, llego al final de la cuesta. La velocidad desciende paulatinamente aunque yo mantengo una posición aerodinámica, igual que Induráin cuando desciende los puertos franceses en el Tour. Este año también va a ganar y me iré a Pamplona a recibirlo. ¡Es el mejor!

Mi abuela me espera con los brazos abiertos y cuando estoy junto a ella me señala el lugar del que acabo de bajar. Ya se oye el traqueteo del viejo tractor de mi abuelo. Su color rojo se distingue entre los pinos y yo salto de alegría porque voy a montar de nuevo con él. A través de los cristales, aunque sucios, veo las gafas de sol que siempre lleva y la boina tapando su reluciente calva. Cuando llega a nuestra posición, detiene el vetusto Barreiros para que me suba en el brazo elevador hasta la cabina. Me siento a su lado, pegado a la ventana y mi abuela nos dice adiós con la mano mientras lleva mi bicicleta de vuelta a casa. Ahora mismo, no hay nada en el mundo que me guste más que esto.

martes, 7 de junio de 2011

La piel del oso

La ventana se abre aparentemente sola, pero enseguida surge del interior una silueta con formas femeninas. Los brazos morenos sobrepasan el alféizar, estirándose sobre el tendedor mientras su rostro aparece fruncido a causa del impacto que produce la luz del Sol en sus ojos. Tarda un poco en mutar su gesto hasta mostrar la expresión serena cuya tez posee, una dulzura absoluta que irradia felicidad.

La observo desde el parapeto que me ofrece la doble ventana de mi habitación en las mañanas luminosas, cuando puedo mirar a través del cristal sin temor a ser visto. Es pizpireta y sus movimientos taciturnos muestran una total despreocupación por el trabajo que realiza, así como un grave desconocimiento ante el vecino fisgón que la espía. Cuando recoge una prenda, la sacude bien antes de depositarla en algún lugar que no alcanzo a ver desde mi posición. Me resulta curioso observar a esta mujer. Es muy hermosa, he de reconocerlo, pero un tirillas como yo tiene pocas opciones de seducir a una dama como ella. Desde aquí imagino su nombre. ¿Azahar? No. No creo. Demasiado florido. Parece más sencilla. ¿Tal vez Beatriz? Bueno, sí. Tal vez. Pero no sé si estaría dispuesto a bajar a los infiernos por ella, como hizo Dante por su amada de mismo nombre. Fernanda, Luisa o cualquier nombre de vieja quedan por supuesto descartados. Creo que se llama Alicia. Sí. Puede ser. Parece inocente como la niña que siguió al conejo hasta el País de las Maravillas. Además, me encanta ese nombre. Alicia evoca en mi mente la alegría de la infancia, la belleza del desparpajo, la naturalidad con la que una niña se dirige a cualquiera que se encuentra por la calle.

Alicia sigue descolgando la ropa del tendedor mientras me enamoro de ella. Lleva una camiseta blanca algo escotada en la que hay unas letras estampadas. No entiendo el mensaje pero no me importa. Podemos ir a dar un paseo, sentarnos en la hierba junto al Ebro, mientras la sombra de un álamo protege nuestra piel del Sol. Tomar un té de manzana y otro de frutas del bosque para intercambiar sabores con nuestras lenguas en un beso largo y suave. Después, pasear entre las ruinas del viejo teatro romano, jugar al escondite entre los bloques de hormigón que aún se conservan, buscando un beso como recompensa final por encontrarnos el uno al otro. Llegar a casa para, a tientas en la oscuridad, abrazarnos y caminar torpemente a lo largo del estrecho pasillo hasta alcanzar su habitación, donde caemos desnudos en la cama y hacemos el amor.

Pero recuerdo que no sé su nombre, que ella sigue quitando la ropa del tendedor, inconsciente de que un pobre soñador la mira a través de una doble ventana en el único instante que el Sol le permite escrutar el vecindario sin temor a ser visto.

martes, 31 de mayo de 2011

Desvirtuando el 15 de mayo

Hace ya unos días que dejé la acampada de Zaragoza. Empezó como algo precioso, una lucha razonable y seria para reformar un sistema viciado desde hace unos cuantos años ante una población dormida, alejada de aquellos que nos gobiernan, demasiado preocupados por llegar a día treinta con algo de dinero en el bolsillo. Y aquí estaba el problema. De repente, el pueblo se dio cuenta de que debía luchar unido para que dejaran de engañarnos. Nosotros también tenemos voz, pues al fin y al cabo, una democracia consiste en eso, en el gobierno del pueblo.

Como decía, la acampada fue una experiencia enriquecedora, tal vez de las más importantes de mi vida, pues me demostró que los jóvenes somos capaces de lanzarnos a la calle y unirnos por tener un futuro mejor. Pero pronto pude ver que alcanzar puntos en común, en los que nadie disintiera, era algo así como una quimera. Había gente de todas las ideologías y enseguida algunos de ellos demostraron un aire intransigente que a muchos nos disgustó, pues aunque eran una minoría, pretendían tumbar los puntos iniciales del movimiento 15M para instaurar algo parecido a la anarquía. Y así, muchos hemos visto que era imposible llegar a un acuerdo y lo más triste, es que cada día llegaban más y más personas con estas ideas, por lo que muchos nos fuimos quedando sin voz. No quieren representantes. No quieren votar para seguir el camino que marque la mayoría (y creo que esto es, al fin y al cabo, la democracia). Sólo se aboga por aprobar los puntos por unanimidad y eso, cuando hay más de cuatro personas, se antoja harto imposible. "Queremos un nuevo sistema político y económico, totalmente abierto y participativo.Lo vemos y lo hacemos cada día en las asambleas y en nuestras plazas y sabemos que es posible". Aquí está el único punto en común que se ha acordado hasta ahora. Totalmente difuso y abierto a mil interpretaciones. Después de la actitud que he observado por parte de algunos miembros de la acampada, creo que no se podrá pasar de este punto en común, ya que cuando se empiecen a especificar aspectos concretos, intentarán imponer su criterio. Además, el sistema asambleario para tomar decisiones no funciona y es imposible avanzar, pues nunca vamos a estar todos de acuerdo. Por ello considero que se están desvirtuando los principios de nuestra protesta.

El fin de la manifestación del pasado quince de mayo era muy diferente y para ello sólo hay que visitar la página de la plataforma organizadora http://www.democraciarealya.es y ver que nuestra pretensión es mejorar el actual sistema, cambiando la actual ley electoral, eliminando el senado, juzgando a los banqueros que se han aprovechado del dinero de todos los españoles, eliminando la última reforma laboral aprobada, subiendo impuestos a los más pudientes y otra serie de puntos que pueden ser consultados en la página web.

Por todo ello, creo que las acampadas deberían disolverse cuanto antes, pues ahora mismo están ofreciendo una mala imagen a la sociedad. Somos incapaces de ponernos de acuerdo y considero que desde Democracia Real Ya deberían dictarse las pautas para proseguir las movilizaciones como la que tuvo lugar el pasado quince de mayo o cualquier otro tipo de protesta pacífica. No debemos caer en la actitud que ayer demostraron unos cuantos acampados de Zaragoza contra los miembros del jurado que designarán a finales de junio la ciudad española que ostentará el título de Capital Europea de la Cultura en 2016. No deben ir en nombre de los indignados, pues a muchos nos indigna ese tipo de actitud agresiva y poco pacífica. Para mí todos ellos han perdido la legitimidad y a este paso van a terminar con la credibilidad de una protesta cuyo principio es aglutinar a todo el pueblo para exigir cambios en nuestro actual sistema. Sólo me alegra saber que desde la acampada se emitió un comunicado que desvinculaba al Movimiento 15M de cualquier responsabilidad, pero no ofrecía ninguna condena a esta protesta.

Espero que hayan aprendido de sus errores y que una actitud así no se vuelva a repetir, pues se perderá la simpatía de mucha gente por un movimiento justo e igualitario en sus principios.


viernes, 20 de mayo de 2011

Titular de la jornada

El Pueblo declara ilegal la Junta Electoral Central.

NO NOS MOVERÁN

Somos ilegales. Siento una profunda rabia al decirlo. Mientras, lucho contra mis párpados para que no se cierren todavía. Creímos que nuestro sueño era posible pero la Junta Electoral Central ha vuelto a colocar nuestros pies en la tierra. A pesar de ello, no vamos a caer en el acatamiento de la sentencia. Vamos a seguir en la calle porque ahora al fin nos hemos levantado. Nadie nos puede hacer callar. No pedimos el voto para nadie, no pretendemos influir en la decisión de la gente, sólo pedimos cambios hacia una democracia en la que el pueblo tenga un poder real, en la que nuestra opinión sea tenida en cuenta, pues ahora sólo nos preguntan cada cuatro años y sólo hay dos opciones con la envergadura suficiente para alcanzar el poder.

Queremos listas abiertas, una nueva ley electoral en la que el voto de cada español cuente por igual.

Queremos separación total entre el poder judicial, el legislativo y el ejecutivo. No queremos que el peso de determinado partido en uno de esos poderes influya en otro. Es necesaria una total independencia de la justicia.

Queremos que se regulen de manera minuciosa los sueldos de nuestros políticos, que no puedan repetir dos legislaturas seguidas en un cargo gubernamental y sean excluidos de las listas cuando están imputados por cualquier tipo de delito. Un descenso en el número de administraciones y de cargos adjuntos a nuestros gobernantes directamente dependientes de ellos, pues esto es un motivo claro para que se genere corrupción.

Queremos que los derechos laborales eliminados hace un año por el gobierno del PSOE vuelvan y no sólo eso, sino también que mejore la situación del trabajador frente al patrón una vez anulada la vigente Reforma Laboral. Necesitamos sindicatos que defiendan al obrero. Más contratos indefinidos y menos contratos basura. Procesamiento judicial para aquellos directivos que a pesar de haber tenido beneficios, anuncian expediente de regulación de empleo, pues consideran que no han ganado lo suficiente. Por poner un ejemplo, Telefónica anunció hace poco más de un mes unos beneficios de más de diez mil millones de euros al tiempo que hizo pública su intención de reducir un 20% su plantilla en los próximos tres años, lo cual mandará a la calle a 6.500 personas. Este tipo de acciones no pueden quedar impunes. Muestran una total falta de escrúpulos.

Queremos dejar de ser llamados "antisistema". Los auténticos antisistema son los políticos que no respetan las reglas del juego. Aquellos políticos que aceptan regalos a cambio de contratos millonarios, que colocan a sus amigos en altos puestos de la administración, que insultan y descalifican a su oponente y al pueblo, que gobiernan manejados por las opiniones llegadas de Europa y por los mercados. Ellos son los verdaderos antisistema. Nosotros sólo pedimos un cambio en la manera de hacer política. Queremos que la palabra democracia tenga un significado real, que el pueblo sea quien decida. Cuando un partido gana unas elecciones debe respetar el compromiso adquirido con la ciudadanía. Ganar no significa tener carta blanca para hacer lo que quieran.

Queremos que nuestro estado deje de pagar con nuestro dinero los desfalcos de los banqueros. Se ríen de nosotros cuando Botín declara que el pasado año fue el mejor del Santander. Claro,
ha sido el mejor gracias al dinero de todos los españoles que os inyectó este gobierno. Necesitamos una nacionalización de la banca para que sea administrada con cabeza y criterio. No se debe especular con el dinero del pueblo.

Queremos un estado laico, que deje de dar dinero a instituciones religiosas, sean de la creencia que sean. Cada cual que financie su propio credo. Y por supuesto, que la Iglesia tenga obligación de pagar impuestos por todas sus posesiones, pues es el mayor poseedor de propiedades inmobiliarias de este país. ¡Y no pagan impuestos! Queremos el fin del concordato con la Santa Sede.

Queremos una política respetuosa con el medio ambiente. La Madre Tierra es nuestro origen y le debemos un absoluto respeto. Demasiadas barbaridades hemos cometido ya en su contra.

Hablamos de personas, no de afiliados a partidos políticos, ni de ateos o pertenecientes a un credo. No hablamos de capitalistas o anticapitalistas, de liberales o socialistas. Hablamos de seres humanos que en conjunto formamos un pueblo diverso, tolerante y unido. A pesar de lo que dicen algunos, nuestras reivindicaciones son claras. Necesitamos un cambio profundo en la manera de hacer política, empezando por la reforma de la ley electoral. Aquí faltan más cosas, más puntos, pero es todo lo que se me ha venido a la cabeza de cuanto he escuchado estos días. Queremos cambios.

Los exigimos ya.


jueves, 19 de mayo de 2011

#Acampadazgz

Eran más o menos las tres de la mañana. En la mente de todos estaba todavía presente el lío montado durante la última asamblea, o comisión, o lo que fuera aquella jaula de grillos. Estaba claro que se habían hecho las cosas mal. Los anarquistas defendían el no a todo lo que suponga la política, los comunistas apostaban por su opción, los de derechas veían con buenos ojos la reforma del sistema democrático, así como los izquierdistas más moderados. Parecía que se había alcanzado un consenso más o menos unánime reflejado en diez puntos comunes, los cuales se iban a convertir en el argumentario de la protesta encabezada por los jóvenes zaragozanos acampados en la plaza del Pilar. Sin embargo, las divergencias parecieron vencer. La cordura dio paso a la intransigencia, las facciones se enfrentaron dialécticamente entre sí, elevando el volumen y la temperatura del debate. Algunos trataban de poner un poco de orden pero resultaba imposible, los ánimos estaban exaltados. En este punto sentí una profunda tristeza, pues la esperanza de hallar un camino común para alcanzar un fin justo para todos parecía abocada al fracaso.

Al fin, alguien todavía con cierto grado de lucidez en su cabeza -era más de la una de la mañana- tomó el megáfono y abogó por dejar la discusión en pausa hasta la siguiente asamblea. Todos estábamos de acuerdo, la situación no iba a llevarnos a nada bueno y bastantes problemas tenemos como para además enfrentarnos entre nosotros. El numeroso grupo -unas trescientas o cuatrocientas personas- se disolvió y cada uno tomamos asiento en torno a nuestros grupos de amigos para proseguir la noche.

Poco a poco, mientras algunos cantaban al calor de una guitarra y otros dormitaban tumbados en sus tiendas de campaña o al raso, un pequeño corro de jóvenes se fue gestando de manera espontánea. Pronto empezó a funcionar como un imán, atrayendo hacia sí a todos los manifestantes que aún quedábamos despiertos a esas horas. Vimos que la anterior reunión había sido un fracaso. Necesitamos la ayuda de todos para vencer y discutir en el tono en que lo habíamos hecho no iba a llevarnos a ningún sitio. Nos encontrábamos de nuevo tratando de encontrar los puntos hacia los que dirigir nuestra lucha y a pesar de las buenas ideas, algunas eran difusas.

De repente, un señor de unos cincuenta años irrumpió en el debate. Nos exortó a centrar nuestros objetivos en un solo punto, pues ante la variedad ideológica existente en nuestro grupo, tratar de hallar varios apartados comunes es casi una quimera. Ese nexo de unión debe ser la Ley Electoral. Para que haya un cambio político de verdad en este país, cada voto de cada ciudadano, sea de donde sea, viva en la ciudad más grande o en el pueblo más pequeño, debe valer lo mismo. Sólo así se romperá el bipartidismo. Sólo así habrá de verdad un parlamento plural en el que los ciudadanos tengamos algo que aportar mientras los políticos se preocupan por aprobar aquello que nos han prometido. El actual sistema electoral es injusto, no trata cada voto de cada español por igual. La mayoría apoyamos este punto, a pesar de que algunos piensan que este consejo, al provenir de un adulto, parece casi una imposición. Por mi parte, sólo puedo decir que me gusta escuchar a los mayores, pues ellos han vivido en sus carnes protestas de un carácter parecido a la nuestra y seguramente habrán cometido errores como los que nosotros estábamos cometiendo.

En este punto, el debate se animó. Comenzamos a hablar de la influencia que tiene la banca en la política, la necesidad de reformar la financiación de los partidos, pero sobre todo, la reforma del sistema electoral. Aunque unos pocos divergían, parecía que nos acercábamos a esa piedra de toque capaz de unirnos a todos (o a casi todos) para enfocar de una manera precisa nuestra lucha. Un compañero leyó los tres puntos que se habían aprobado en la asamblea celebrada en Madrid, observando cuánto tenían en común con lo que estábamos hablando en ese instante: reforma de la ley electoral, separación real de poderes y leyes que afectan a políticos y partidos.

Nos insuflamos un ánimo necesario al darnos cuenta de que no estamos solos. Otros jóvenes -y no tan jóvenes- indignados, se hallaban en ese mismo instante hablando en Madrid, en Barcelona, en Valencia y en otras tantas ciudades españolas. La cantidad de jóvenes cada día era mayor, además, la decisión de la Junta Electoral de Madrid, que horas antes había declarado ilegal la concentración en la Puerta del Sol, supuso la excusa perfecta para salir a la calle y mostrar nuestras reivindicaciones. Porque ya estamos hartos. Porque necesitamos cambios. Ahora.

Cuando nos dimos cuenta, ya eran las seis de la mañana. Habíamos estado toda la noche en vela y el cielo empezaba a ofrecer el primer atisbo del nuevo día. Estábamos orgullosos de haber sido capaces de debatir durante más de tres horas sin levantar la voz, respetando nuestros turnos de palabra, aplaudiendo con graciosos movimientos de manos y brazos -no queríamos molestar a los vecinos- las palabras de nuestros compañeros con las que estábamos de acuerdo.

Anoche nos dimos a nosotros mismos una lección de respeto y tolerancia. Aprendimos que ceder es necesario para alcanzar un acuerdo, pero no por ello ponemos en duda nuestros principios.

Nos fuimos a dormir, rendidos ante la intensidad dialéctica de la noche. El nuevo día nos ofrecería una nueva oportunidad de seguir reivindicando una democracia más justa.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¡Esos ojos!

Caminaba como una bossanova. El contoneo de sus caderas era preciso, embaucador. Mis ojos se aferraron a ellas como imanes. Cada paso carecía de importancia a pesar de la pompa con que los daba. La ceremonia constituía un acontecimiento inaudito, celebrando una efeméride de la más elevada importancia. Primero levantaba el talón con una lentitud sabrosa. Poco a poco se despegaban del suelo los dedos, elevando su inmaculado pie sobre las baldosas de la acera, que parecían disfrutar de cada huella. Los pasos se repetían una y otra vez mientras ella se alejaba lentamente, desfilando entre flashes imaginarios y cámaras de televisión. Maldita engreída. Enseguida me di cuenta de que todos los tíos a mi alrededor la miraban con la misma cara de avaricia que yo, así que decidí proseguir mi paseo hacia ninguna parte mientras me olvidaba de ella.

martes, 17 de mayo de 2011

Quince de mayo

No fue el último, sino el primero de tantos tropiezos que hay en la
vida

Es el problema de caminar con la vista puesta en el cielo aguardando una señal que invite al optimismo

Pero sus dientes son demasiado afilados, sus ejércitos están armados, dispuestos a frenar cualquier revolución

El pueblo no se rinde a pesar de la mordaza del panfleto que se vende en el quiosco.

Esto sólo acaba de
empezar

sábado, 14 de mayo de 2011

Indignados

Desde este blog me uno al manifiesto redactado con motivo de las protestas convocadas para mañana, domingo 15 de mayo, en toda España por la plataforma Democracia Real Ya. En Zaragoza, la manifestación partirá desde la plaza Paraíso a las seis de la tarde. Estáis invitados.
Si queréis apoyar estas reivindicaciones con vuestra firma, podéis hacerlo en el link situado al final del texto.

Saludos a todos.


* * *


Manifiesto:

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.

Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.

Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:

  • Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.
  • Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
  • El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.
  • La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.
  • El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.
  • La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
  • Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
  • Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
  • Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado.

Creo que puedo cambiarlo.

Creo que puedo ayudar.

Sé que unidos podemos.

Sal con nosotros. Es tu derecho.

http://democraciarealya.es/?page_id=88





viernes, 6 de mayo de 2011

Campaña electoral

Estiró su brazo al tiempo que el cartel se extendía en la pared. Lo embadurnó bien de cola para que nadie fuera capaz de arrancarlo. Su rostro sonriente, pero incapaz de ocultar la avaricia que había caracterizado su gobierno durante la legislatura que estaba terminando, miraría fijamente a los viandantes durante las próximas semanas, amenazando con volver a ocupar su sillón durante cuatro años más. Los dientes blancos, totalmente inmaculados, habían sido sometidos a un exhaustivo retoque por ordenador, pues al natural eran incapaces de ocultar los restos de los faraónicos banquetes que degustaba cada día su fino paladar. No había escatimado gastos de los contribuyentes en coches oficiales, viajes a paraísos fiscales y ocultar contratos fraudulentos con empresas dirigidas por amigos muy cercanos.

Había levantado enormes infraestructuras cuyo uso todavía no estaba muy claro, pero había que construir sí o sí, sin importar la rentabilidad. Sólo importaba llenar los bolsillos a toda costa y es que la política del ladrillo, aunque muy menguada en la segunda mitad de la legislatura, todavía ofrecía dinero fácil a los políticos sin escrúpulos como él.

Los fotógrafos disparaban sus instantáneas y las cámaras de televisión captaban para una audiencia ávida de información las secuencias de una tradición que no volvería a repetirse hasta cuatro años más tarde. Los periodistas no podían sino observar, pues les estaba completamente vetado hacer preguntas, permaneciendo como meros espectadores de una puesta en escena ensayada durante meses, una pantomima que haría estremecer al más puro de los demócratas.

Desde sus casas, algunos ciudadanos miraban con recelo al viejo alcalde que les había triplicado los impuestos, olvidando gobernar para el pueblo. El paro estaba imponiendo su línea mientras la luz, el gas y el agua (entre otras cosas) alcanzaban precios nunca antes concebidos. Poco a poco se estaban convirtiendo en auténticos artículos de lujo. Sin embargo, muchos otros admiraban el trabajo hecho por su alcalde durante los últimos años: un velódromo de dimensiones olímpicas, un museo de la ciencia que era la envidia de todo el país o la organización de un evento de carácter internacional. Todo ello había dado un nombre a la ciudad en el extranjero, pero ese ansia por destacar había acabado por fagocitar los principios democráticos del juego, cegando a la mayoría.

El candidato proseguía con su ritual. El muro iba quedando poco a poco empapelado, pero el Mercedes esperaba y debía salir pitando hacia otro punto de la ciudad en el que proseguir su campaña de engaño. Mientras se despedía de su cohorte, tomó uno de los micrófonos y exclamó unas palabras que retumbaron en todos los hogares que a esas horas sintonizaban la televisión autonómica: "Gobernaré por y para mis ciudadanos".

¡Ja!