viernes, 8 de julio de 2016

Racismo policial en EE.UU.

Cuenta el trompetista Christian Scott que "K.K.P.D." (Ku Klux Police Department) fue su forma de canalizar los sentimientos que había experimentado cuando, conduciendo su coche de regreso a casa tras la celebración del Mardi Gras, fue obligado a pararse por un coche patrulla de la policía.
Scott detuvo el motor, puso sus manos tras su cabeza y de repente sintió el frío tacto de una pistola en su nuca. Entonces escuchó la voz de uno de los agentes: "Baja tus manos y apaga el motor". Scott, asustado, respondió: "Pero el motor está apagado y si bajo las manos, me dispararás".
El policía prosiguió en un tono duro y desagradable: "Sal del coche y bájate los pantalones, negro. Si no, tu madre irá a identificar tu cadáver al tanatorio". Scott tuvo que soportar las amenazas racistas y las humillaciones durante un buen rato hasta que al final no pudo más y explotó: "Si vas a matarme, hazlo lo mejor que puedas, porque si lo intentas y fallas seré yo el que hará todo lo posible por matarte a ti".
Los policías siguieron jugando un rato con el trompetista hasta que finalmente le permitieron marcharse a casa. Tembloroso, encendió el motor y mientras se alejaba vio a los dos agentes riendo a un lado de la carretera.


viernes, 26 de febrero de 2016

2 años sin Paco de Lucía




Hoy hace dos años que falleció Paco de Lucía, una de esas personas a las que podemos llamar genio sin caer en la banalización de un término usado con demasiada asiduidad en nuestros días. Él tomó el flamenco y lo hizo universal, llevándolo a todos los rincones del planeta, mostrando la belleza de una música nacida de la mezcla, de la tierra y de la historia.
Y hoy lo recuerdo con esta pieza en la que homenajea a otro genio, Ziryab (llamado realmente Abul-Hasan Alí ibn Nafi), un músico de origen incierto -tal vez hijo de libertos- que revolucionó la corte cordobesa del emir Abderramán II allá por el siglo IX. Sabemos que llegó desde Bagdag, capital del califato abbasí en aquel momento, de donde huyó amenazado por su celoso maestro Ishaq al-Mawsulí al haberse ganado el favor del califa Harun al-Rashid.
Tras vagar de corte en corte por el norte de África, su innato talento llegó a oídos del emir al-Hakam I, quien lo invitó a su corte cordobesa, con la mala fortuna de que el emir falleció nada más pisar Zyriab el puerto de Algeciras. Sin embargo, el nuevo emir Abderramán II, amante de la música y los libros, lo hizo llamar de inmediato. Así trajo a la península nuevas armonías, melodías e instrumentos que se incorporaron a la música andalusí y fundó una escuela de música en su nueva ciudad, Córdoba (lo que daría por viajar en el tiempo a la Córdoba de los Omeyas), perviviendo los ecos de su obra en el flamenco actual.
Pero además, Ziryab importó otras tradiciones que perduran en nuestros días, como usar copas de cristal para beber vino, el orden de los platos al comer (empezar con un entremés o una sopa, seguir con pescado o carne y terminar con un dulce), así como nuevas maneras de peinarse o de vestir, que cambiaron las costumbres de la población andalusí. Ah, y gracias a él descubrimos lo ricos que están los espárragos trigueros, porque parece ser que hasta entonces no se comían.
En fin, que la próxima vez que os toméis un vinito en una copa de cristal, recordad que es gracias a Ziryab, y hacedlo a la salud de dos genios muy distantes en el tiempo cuyo legado pervivirá en las generaciones venideras.

lunes, 22 de febrero de 2016

La corrupción

El hedor era insoportable. Se extendía como un mal endémico, entre las grietas de un edificio a punto de desplomarse. Sus habitantes trataban de taparse unos a otros sus miserias como podían, pero era ya demasiado tarde para detener el colapso. Ante los medios aseguraban que estaban haciendo cuanto estaba en su mano para expulsar a los miembros corruptos de su organización, pero en realidad se pisoteaban unos a otros por conseguir un buen sillón donde quedar alejados de cualquier juez que pudiera lanzar sobre ellos la sombra de cualquier duda. 

Lo habían tenido todo durante cuatro años y ahora, a pesar de haber ganado las últimas elecciones, a pesar de haber nombrado cargos de confianza en las fuerzas de seguridad del Estado y en otras instituciones que debían proteger su honorabilidad, cada día estallaba un nuevo caso de corrupción o se producía una detención relacionada con alguna operación ya iniciada.

La excusa de las manzanas podridas estaba muy manida y algunos investigadores hablaban ya de organización criminal, a lo que ellos respondían airadamente que se trataba de falsas acusaciones y se querellarían contra cualquiera que pusiera en cuestión su buen gobierno. Al fin y al cabo, los electores habían vuelto a votarles mayoritariamente, aunque esta vez era distinto, pues ya no sumaban suficientes escaños como para formar gobierno y sabían que nadie, salvo quizá un partido naranja con cuyos escaños tampoco les salían las cuentas, les apoyaría.

Sin embargo, seguían defendiéndose con uñas y dientes, atacando duramente a nuevos partidos que pretendían arrebatarles unos privilegios que ostentan desde que sus padres, fieles bufones del dictador, les dieran en herencia un país para que siguieran actuando con total impunidad. Sembraban la discordia con cada declaración e insultaban y mentían sin reparo con tal de hacer ver que ellos eran quienes debían seguir en el poder, como si el resto de partidos debieran votarles por inercia.

Están debilitados y lo saben, pero no dudarán en usar cuanto esté en su mano con tal de no caer.