lunes, 28 de marzo de 2011

El Fuego

La llama permanecía encendida en el interior de la urna. Situada en la azotea de la casa, una hendidura permitía al oxígeno mantener vivo el fuego, pues por todos es sabido que sin oxígeno no hay combustión posible. Ni vida.

La niña ascendía todas las mañanas antes de partir hacia la escuela a comprobar que todo seguía como el día anterior. La continuidad del destello se hacía visible nada más abrir la puerta que daba a la azotea, pues aunque pequeña, la fuerza del fuego primigenio era inimaginable.

Pero una noche un tifón alcanzó la costa, destruyendo cuanto se encontraba a su paso. La niña pasó la noche en el sótano de la casa junto a sus padres. Cuando la calma regresó a la ciudad, subió a toda prisa las escaleras, precipitándose como un caballo desbocado hacia la azotea.

Cuando llegó, los restos de la urna estaban esparcidos por el suelo, mezclados con cartones, tejas, envoltorios de chicle, polvo estelar, antenas y libros. El fuego había desaparecido y con él el recuerdo vivo de sus ancestros.

Sus ojos se cerraron y jamás volvieron a abrirse.

martes, 22 de marzo de 2011

La carta II

Cuando terminó de escribir la carta, la leyó una y mil veces. Aprendió cada palabra, cada frase, cada metáfora. Era capaz de recitar cada párrafo sabiendo exactamente dónde se hallaba cada punto y cada coma. Le pareció perfecta. No sobraba ni faltaba nada. Simplemente le restaba introducir el papel en el sobre, bañar la solapa con su saliva y cerrarlo. La incertidumbre ante la idea de que no alcanzara su destino le hizo estremecerse, pero más asfixiante era aún pensar si ella interpretaría correctamente el mensaje. El vocabulario era sencillo, las palabras, sinceras y la letra, clara. No había contemplado la posibilidad de redactarla al ordenador, pues perdería por completo su carácter, ya que el calor desprendido por la caligrafía humana era infinitamente superior al de un procesador de texto.

Recordaba la dirección como si hubiera estado ayer por última vez. La escribió meticulosamente, poniendo una atención total en el trazo de cada letra, eliminando cualquier posible error en su lectura. No dejó constancia de su autoría en el remite para rodear el sobre de un cierto halo misterioso. Sabía que si se extraviaba se perdería por siempre, pero prefería eso a que volviera a sus manos. Eligió vivir con la duda a tener la certeza de que no había llegado a su destinataria.

Lamió ligeramente el sello, lo justo para no dejar apenas ese sabor amargo en su lengua y permitir que se adhiriera con fijeza al papel. Ya sólo le restaba salir de su casa y depositar el sobre en el buzón más cercano. Las manos le temblaban en el instante en que la carta se deslizó por la boca de aquel "engullecartas". Se tragó sus palabras y en ese momento las estaría digiriendo, mezclándose con muchos otros morfemas de amor u odio, de facturas impagadas y de buenos deseos.

Al regresar a su hogar, se sentó en el sillón. No tenía nada que hacer salvo esperar la respuesta.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Descripción de un sueño

El equilibrio era frágil. Un simple soplo de aire habría bastado para deshacer el sonido emitido por sus labios. Aire que se filtraba entre los dientes. Las lenguas húmedas otorgaban el sabor intrínseco a las bocas, mientras los ojos cerrados no dejaban penetrar la luz más allá de los párpados. Pero no era necesaria. Cuando la sombra es total, únicamente el beso ilumina hasta el alba y las manos descubren suavemente el tacto cálido de la piel amada. Los cuerpos jugueteaban entremezclándose en una danza ritual, mientras la pureza de una música centenaria ocupaba el habitáculo. Stravinsky había compuesto aquella pieza para ellos, obviando el verdadero pretexto para el que le había sido encomendada, quebrando esa ley que niega la posibilidad de desplazarse en el eje espacio-temporal pues era consciente de estar componiendo para dos futuros amantes cuyos progenitores todavía no habían sido concebidos.
Disfrutaban inventando estas y otras historias después de hacer el amor, cuando el esfuerzo les había dejado exhaustos y él la acariciaba reconociendo, sin mirar, cada curva. La ceguera que padecía había sido compensada con un tacto sensible, un olfato agudo, un gusto exquisito y un oído absoluto. Por ello, el retrato concebido de su amada era fiel al real. Ella sonreía y apoyando su cabeza en el brazo extendido de su hombre se quedaba dormida, permaneciendo en sus oídos durante toda la noche aquel viejo vals de Satie.

sábado, 12 de marzo de 2011

Aguador

Suerte que empezó a llover. Más bien empezó a diluviar. Nunca me pilla desprevenido la lluvia. Procuro que mis abrigos siempre lleven capucha por si en un momento inesperado le da al cielo por bañarme. Aquella noche la gente se precipitó a los portales para resguardarse pero a mí no me importaba que mi ropa se mojara. No era mi intención cambiar el rumbo de mis pasos. Ahora que por fin había enfilado la calle nada podía detenerme.

Allí estaba ella. Atisbé su cuerpo sentado en uno de los escalones que presiden la entrada al edificio donde vive, un elegante inmueble de finales del siglo XIX. Tendencia modernista. No quedaban muchos edificios como aquél en Zaragoza, pues hasta no hace mucho nuesstro patrimonio arquitectónico no parecía tener demasiado valor para los políticos, más interesados en recalificar suelos y forrarse que en conservar el legado de nuestros ancestros.

Allí estaba ella, embutida en su gabardina gris. Le quedaba muy bien. Entre sus manos portaba un libro que todavía no podía identificar, pues la distancia era demasiado grande como para distinguir las letras. Parecía absorta en su lectura. No se percataba de que me acercaba poco a poco, poniendo cuidado en no mojarme con los innumerables charcos desperdigados por la acera. Un pequeño silbido le sirvió para volver su rostro hacia mí. Julia sonrió al verme y entonces cesó la lluvia.

sábado, 5 de marzo de 2011

Una de noche

Dormía tras la fachada desconchada de un antiguo inmueble. Los viandantes elevaban con desconfianza su mirada cuando pasaban bajo el edificio, temerosos de que algún ladrillo cayera sobre sus cabezas.

Él seguía dormido.

Solía soñar con danzas húngaras, aunque a menudo algún nocturno invadía su descanso. Sin embargo, esta noche un réquiem tenía lugar tras sus párpados cerrados. Se encontraba inquieto. Podía percibir unas angelicales voces entonando un lacrymosa mientras daba vueltas entre las sábanas, enredando entre sus piernas los finos pliegues de su única protección.

Abrió los ojos.

Permaneció quieto un momento con su mirada dirigida a la oscuridad. No percibía nada. Simplemente el rumor de una música que venía del piso inferior. Aún no había cerrado su bar la señora Juliana. Le atormentaba todas noches de viernes con aquellos tangos que tanto detestaba. No sabía muy bien el motivo de tan visceral odio, pero tal vez se debiera a ese aroma nostálgico que les rodea.

Tapó sus oídos con la almohada.

Consiguió amortiguar el sonido pero comenzó a escuchar el silencio. Se puso nervioso. Intentó recordar el inicio de aquella canción que su madre le cantaba cada noche antes de dormir. Entonces se dio cuenta de dónde procedía aquella melodía y sonrió feliz ante su perspicacia. Cerró los ojos mientras se reproducía una vez más en sus sueños la vieja canción de cuna.

martes, 1 de marzo de 2011

Descubriendo el Universo

Me preguntaste de dónde surgió esa estrella. Es el producto de un arduo proceso que tiene lugar en una nebulosa, zonas del universo en las que el hidrógeno y el helio dan lugar a inconcebibles y lentísimas reacciones, grandes cataclismos para dar vida a una estrella. No creas que son obra de ningún dios, eso son antiguos mitos que los seres humanos inventaban para explicar cuanto tenía lugar a su alrededor. Todavía hoy agrupamos las estrellas en constelaciones con nombres de diferentes mitologías, para nosotros especialmente la grecorromana. Ahí puedes ver Orión, el cazador. En el centro se encuentran tres estrellas en línea, es su cinturón y más abajo otras tres estrellas de las cuales la del centro es la M-42, una nebulosa en la que constantemente se forman nuevas estrellas.

Eres muy curioso, pequeño. La M del nombre de la nebulosa era la letra inicial del apellido de un astrónomo francés llamado Messier, que se dedicó a la búsqueda de cometas durante toda su vida. Todos aquellos objetos estelares que encontraba los catalogaba en un extenso inventario y hoy día conocemos buena parte de los cúmulos, nebulosas y galaxias gracias a él.

Esa pregunta es difícil de responder. Hay muchos científicos trabajando en ello, muchos cosmólogos investigan cada día el universo tratando de encontrar una explicación racional a todo esto. Tenemos muchas leyes físicas que explican buena parte del funcionamiento de este gran complejo pero aún quedan interrogantes por resolver. Sin embargo, el progreso de las tecnologías así como el ahínco de muchos hombres por saber y buscar más allá de explicaciones dogmáticas nos han demostrado que aquellos mitos que aún muchos creen y otros ya olvidados no eran y son más que eso, mitos. No olvides que somos producto de una evolución que ha tenido lugar a lo largo de millones de años y que muchas otras especies poblaron este planeta antes que el ser humano. Debemos considerar nuestra inteligencia como parte de ese proceso evolutivo, pero en esencia somos una parte más de este planeta.

Así que, hijo mío, preocúpate únicamente de ser feliz sin temer que nadie te vaya a castigar salvo tu padre cuando te portes mal, aunque eres un niño muy bueno. Procura tratar siempre bien a todos cuanto te rodeen y sé una buena persona. Mantén tu mente siempre abierta a otras culturas y otras mentalidades, pues los humanos cambiamos mucho según de dónde seamos y hay que saber adaptarse a cada lugar.

Ahora, volvamos a casa. Hace mucho frío y te vas a poner pachucho.