martes, 24 de noviembre de 2009

¡Maldita sea!

Como cada mañana, asomé mi cabeza por la ventana para tomar con mis mejillas la temperatura existente más allá de mi cálido hogar. Ese día había bajado considerablemente y constaté la posición del mercurio en mi termómetro. Cogí la chaqueta tras el desayuno, introduje las manos en aquellos falsos dedos de lana, enrosqué una bufanda en mi cuello y creí al fin estar preparado para afrontar el frío polar presente en la calle. La puerta bramó su habitual chirrido al cerrarla cuando salí de mi casa enfilando las gastadas escaleras de mármol.

En la calle todo era paz. Las tiendas permanecían cerradas a esas intempestivas horas, invitándome a volver a casa y agazaparme de nuevo en mi cama...

Todavía no sé a qué extraña razón se debe este texto. Acabo de llegar a mi hogar tras un duro día y sin darme cuenta ya estoy pensando en el comienzo del siguiente.

¡NO!

Quiero descansar ahora que llegó este ansiado instante. Quiero disfrutar de cada minuto de sueño para que mañana al despertar no se me vuelvan a quedar pegadas las sábanas, como me ocurre cada día.

Escribiré acerca de la rutina cuando tenga tanto tiempo para descansar que esa maldita palabra me parezca algo lejano y carente de significado.

Ahora, por unos instantes quiero ser feliz.

Buenas noches

domingo, 22 de noviembre de 2009

Opinión

Hoy me he hecho accionista de International Leisure Development. Tal vez no os suenen estas tres palabras en inglés, pero cuando os diga que configuran el nombre de la empresa encargada de la ejecución de ese gran complejo de ocio y juego llamado Gran Scala ya os sonarán un poco más.

La razón de esta repentina acción no es otra que el apoyo ofrecido por el hijo del legendario piloto de fórmula 1, Niki Lauda, pues él está llamado a convertirse en el filón comercial necesario para recabar apoyos privados, debido al cada vez menos entusiasta respaldo de la ciudadanía aragonesa y los partidos de la oposición, aunque no hemos de olvidar el enchochamiento existente en las altas esferas de nuestras instituciones, así como en el pueblo cuyas tierras están destinadas a albergar dicho recinto.

Después de tantas idas y venidas, de tanto despilfarro de dinero público en presentaciones absurdas así como las últimas polémicas suscitadas debido al asesinato de la mujer de uno de los mayores impulsores de este proyecto (Mark Campbell) por motivos que aún están por resolver, dejan en la cuerda floja un proyecto ilusorio y a todas vistas inconcebible en estos tiempos que corren.

Quisiera hacer desde este humilde rincón de la red un llamamiento a todos aquellos ingenuos que todavía creen en el futuro de este proyecto. Después de tanto tiempo sin haberse llevado nada a cabo salvo una dudosísima cesión de los terrenos de Ontiñena para la construcción del macromplejo o aquella polémica presentación del proyecto en la sede de la Diputación General de Aragón, es el momento de pedir a los políticos en el poder (especialmente al PAR) que dejen de dejarse seducir ante un proyecto a todas luces imposible de realizarse.

No vendan más humo a las buenas gentes que habitan esta tierra.

(Por supuesto, la afirmación del principio es falsa. Jamás me haría accionista de esa empresa)

sábado, 21 de noviembre de 2009

Santa Cecilia

El psiquiátrico no quedaba lejos de mi casa; eso tal vez fue lo que me animó a preguntar si era digno de ingresar ahí. Es un edificio sin esquinas en las que golpearse, pues posee una forma abombada, esférica, perfecta. Eso es, el sitio perfecto para gente como tú o como yo. Un amasijo de hormigón armado, ventanas minúsculas y rejas movibles. Todo él constituía una forma perfecta para amedrentar mentes sanas pero atraer cerebros rebosantes de inquietudes intelectuales. Ese era mi caso. Tal vez el motivo de mi locura era tratar de aumentar mis capacidades psíquicas, mi saber. Eso componía toda mi vida, pues nada ni nadie se había cruzado en mi camino capaz de atraer mi atención simplemente con su inteligencia.

Ahora, amordazado con una camisa de fuerza, perdida ya toda esperanza de volver a ver la luz del sol, trato de recordar los motivos por los que he llegado aquí. Deseaba poseer una inteligencia superior a la del resto y me he topado de frente con la hipocresía más absoluta. Este mundo rezuma insolencia y aquellos que anhelamos una esencia distinta, una creencia más allá de una mera religión, nos hallamos con el rechazo de esos otros que veneran a criaturas creadas por ellos mismos y no viceversa como quieren creer. A veces siento verdadera tristeza por todas sus almas tan puras pero tan llenas de odio.

Parece que hoy me he siento profundo. Nunca me había expresado con estos tintes tan metafísicos, pero tal vez hoy es la noche.

Ahí queda eso.

¡Viva Aristóteles, coño!

domingo, 15 de noviembre de 2009

Supreme

Las escaleras de caracol bajaban a aquella oscura sala. El humo se convertía en niebla y los fumadores empedernidos aspiraban sus cigarros como si fuera la última vez mientras dirigían sus miradas hacia el pequeño estrado situado en uno de los laterales del oscuro recinto. Era tétrico a la par que agradable.

La música se colaba entre las nubes grises llegando a mis oídos una amalgama de acordes, cadencias y colores, engatusándome hasta hacerme caer en una silla junto a una mujer de color que me miraba de reojo. Vestía traje rojo ardiente de pasión, zapatos a juego y una risa inmaculada capaz de iluminar la más tenebrosa de las cavernas. Susurró en mi oído una palabra harto confusa para después cerrar sus labios en una mueca irónica, la cual me hizo comprender sus intenciones. Jamás estuve seguro de qué palabra me había dirigido aunque creí entender "supreme".

Pronto vislumbré a la banda de jazz situada sobre el estrado. Contrabajista, pianista, trompetista, saxofonista y batería hacían discurrir ritmos y melodías inverosímiles a nuestros oídos, hechizándonos esa noche con temas de Miles Davis. Desgranaron algunos de sus clásicos y más de un joven saltó de la silla para aplaudir enrabietado los virtuosísticos solos de los músicos. Es cierto que la banda no llegaba al nivel de la del gran trompetista norteamericano, pero colmó mis expectativas al conseguir olvidarme por unas horas de mi reciente divorcio.

Seguí coqueteando con aquella hermosa mujer de tez morena, mientras ella vaciaba otro vaso de gin tonic y a mí se me empezaba a subir el whisky a la cabeza. No me preocupaba, pues el alcohol siempre me ayuda a desenvolverme mejor con las hembras. Salimos pronto del bar rumbo a mi hogar. Nueva Orleans era a esas horas una ciudad tranquila. Poca gente transitaba las calles y sólo algún taxi interrumpía el silencio de aquella noche veraniega. Llegamos a mi casa, subimos las escaleras hasta la puerta del apartamento y disfrutamos de una velada inolvidable.

Desperté solo. La luz del sol golpeaba duramente mi cara y en el tocadiscos sonaba uno de esos clásicos del jazz que siempre le levantan a uno la moral. Salí desnudo de entre las sábannas rumbo al salón y la encontré vestida únicamente por su sonrisa. Tal vez fue una de esas paradojas del destino, pero la música de John Coltrane, la música que había escuchado desde niño me hizo hallar un nuevo amor. Un amor supremo. A love supreme.

martes, 10 de noviembre de 2009

Mezcolanza

Tomó el anciano aquel globo, tan azul como el océano, entre sus torpes manos. Dirigió su mirada dócil hacia él y a continuación lo lanzó con un rápido movimiento al lugar donde yo me encontraba sentado. Sus manazas hicieron que el globo saliera disparado aproximándose a mi cara, dándome el tiempo justo para devolvérselo con un suave golpe. El anciano rió cuando me lo volvió a enviar con otro certero manotazo y su sonrisa provocó en mí una extraña mezcolanza entre alegría, tristeza y resignación.

Continuamos jugando hasta que uno de mis lanzamientos salió más allá del campo visual del anciano, quien al no ver el globo se quedó quieto, buscándolo por un instante con una mirada sin rumbo ni dirección. Al no hallar su preciado objeto, se dejó llevar por la fuerza de la gravedad, cayendo con su espalda en el respaldo del sofá sobre el que se hallaba sentado. Se quedó mirando la televisión con esa expresión dócil que conserva en todo momento mientras en mi interior volvía a experimentar esa amarga sensación de derrota.

El anciano permanecía absorto en no sé muy bien qué, pues era imposible averiguar los pensamientos que se le estarían pasando en ese instante por la cabeza. En un determinado momento se incorporó lentamente, aproximando su mano hacia la mesa que se hallaba justo delante. Tomó un rollo de papel cocina y lo acercó hacia sus gastados labios, tratando de extraer algún tipo de líquido. Él no se daba cuenta, pero de aquella embocadura jamás saldría agua, aunque quizás en su cabeza creyera estar bebiendo su antaño preciado vino. Ante tal situación, mi primera reacción fue una sonrisa pronto tornada en lágrima que discurrió por mi rostro. Comprenderéis mi tristeza cuando os confiese la identidad de este anciano. Se trata de mi abuelo. El alzheimer va haciéndole olvidar a la gente que siempre le ha amado, así como las tareas cotidianas que ha llevado a cabo durante toda su vida.

Permaneció en silencio toda la tarde, sentado en el sofá, mientras en la calle una fría y ventosa tormenta otoñal descargaba su furia.

sábado, 7 de noviembre de 2009

La biblioteca de Celso


Este lugar un día albergó las obras literarias más importantes de la antigüedad. Hoy soporta la terrible marabunta de turistas que la visitan cada día.

¡Ay, si aquellos que antaño abandonaron esta ciudad regresaran a ella! ¡Gloria a los seres humanos que levantaron Éfeso tantas veces por conservar el espíritu de una urbe histórica!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Nocturnidad sin alevosía

Ahora que la niebla sepultó nuestra urbe bajo un manto gris y John Coltrane no deja de hacer sonar su saxo en mi cadena musical, Zaragoza parece incluso una ciudad hermosa y me entran ganas de enamorarme una vez más de ella.

Anoche mientras regresaba a casa, a eso de las seis de la madrugada, sentí en mi mente esa fuerza melancólica que trae consigo el otoño. Hasta ese instante no me había percatado del frío y la humedad típicos de esta época del año, descubriendo que noviembre ha llegado casi sin hacer ruido, sin cierzo ni lluvias, sin sangre invernal ni mantas en la cama.

Así pues, me dediqué a disfrutar de esta imagen londinense de mi ciudad, haciéndome sentir por unos minutos como un habitante de la Europa central, alejado de este país sin gobierno ni oposición y cuyos políticos parecen vivir en una burbuja muy alejada de la gente de a pie, cada vez más necesitada de profundas reformas que nos hagan acercarnos más a nuestro vecinos del norte.

Caminé una Gran Vía casi desierta, tan solo habitada en esta noche de calabazas y disfraces por pseudo-zombis alcoholizados que se arrastraban por las aceras rumbo a su hogar. Las obras del dichoso tranvía daban un toque más siniestro, haciéndome sentir por unos instantes en un decorado cinematográfico de serie B, pues tampoco se merecen mayor categoría.

Independencia era un paseo que invitaba a un retiro espiritual. Los árboles desnudos daban muestra del poder otoñal hasta poco antes ausente ante mis ojos. Serán durante los próximos meses testigos mudos y víctimas del frío más letal para dejar de ofrecer sombra a los paseantes diurnos, sombra que, por otra parte, no será buscada hasta la llegada del calor, pues los habitantes de esta vetusta ciudad siempre se arriman a cualquier ápice de luz solar que llegue a nuestras calles cuando el frío aprieta.

Ahora déjenme un poco de margen para respirar y ponerme a estudiar. El trabajo se acumula y vale más organizarse para terminarlo poco a poco, aunque siempre dejando algunos momentos para el goce y el disfrute de mi ser. Además, hoy no tenía previsto escribir -como casi nunca, vaya- y creo que me ha quedado un post bien majo, que decimos por aquí. Espero que lo hayan disfrutado.