viernes, 8 de julio de 2011

Reflexión estival

Me asusta escuchar a gente que se cree portadora de la verdad. Se llenan sus bocas con soflamas dogmáticas que tratan de imponer al resto unos principios perdidos en el abismo de los tiempos, en la ignorancia de un pueblo que poco a poco despierta y lucha por quitarse las cadenas impuestas por aquellos que siempre han ostentado el poder. Creen que por seguir a uno u otro dios poseen más razón que aquellos que no seguimos los mensajes creados en torno a entes cuya existencia jamás será demostrada. Nos dicen que existen porque así siempre ha sido y nos piden que seamos nosotros los que demostremos su inexistencia. Ese no es un argumento válido. Lo necesario es comprobar de forma racional su realidad.

Es obvio que la fe es ciega, pero soy de los que deben ver para creer, como le ocurrió a Santo Tomás (Jn 20, 24) según cuentan los antiguos textos bíblicos. Simples historias que han sido alteradas a placer a través de los tiempos, escritas por personajes que jamás conocieron a aquél de quien hablan, elegidas porque sí entre otras muchas biografías de un personaje llamado Jesús de Nazaret, cuyos actos se perdieron hace casi dos milenios, violados por el fanatismo de gentes que creyeron ver en él una salvación imposible en un momento histórico de gran inestabilidad, cuando los cimientos de la potencia hegemónica en el Mediterráneo empezaban a tambalearse. Entonces se adueñaron de las mentes de unos ciudadanos que hasta entonces habían adoptado creencias de los pueblos dominados, mezclando cultos, posibilitando el diálogo entre creencias, para pasar a un tiempo de intolerancia, pues los dogmas imposibilitan el entendimiento entre sus seguidores y sus detractores, ya que estos primeros son incapaces de ver más allá.

Después llegó el Islam y con él un nuevo motivo de enfrentamiento entre los dos polos del mundo conocido. La nueva religión monoteísta se expandió como una exhalación a lo ancho de la península arábiga, el norte de África y el reino visigodo de Hispania. Entonces surgió la diatriba entre ambos cultos, cristiano y musulmán, llegando a unas cotas de violencia absoluta en las Cruzadas, o en épicas batallas como Lepanto. Ambas religiones llevaron a un enfrentamiento irresoluto siglos después, en un mundo cada vez más comunicado, variado y tolerante, pues cada vez somos más los ciudadanos que vemos necesario respetar la opción de cada uno, sin importarnos ver un crucifijo colgado al cuello, un pañuelo cubriendo un cabello femenino o una kipá sobre la testa de un judío o directamente, nada. La religión debe permanecer en el interior de cada uno, y cada uno debe respetar las leyes políticas que se hacen para todos, compartan o no los principios de sus respectivas religiones, pues es necesario un equilibrio democrático y tolerante entre todos, creamos o no en algo superior a nuestra realidad. Los únicos principios reales son los establecidos por el hombre y para el hombre, aquéllos que sólo tienen en cuenta la realidad del día a día y no la del más allá.

Con los pies en la tierra, admiro cada parte de mi planeta, defiendo los derechos de los ciudadanos que ven cómo se recortan sus posibilidades de supervivencia en un mundo manejado por el dinero, pues es ahí donde reside el principal problema de nuestro mundo. Lo demás es secundario. Necesitamos comer y trabajar para sobrevivir. Necesitamos un sueldo digno para mantenernos siempre en pie y alerta para combatir a aquellos que traten de destruir nuestro estado de bienestar, nuestro mínimo equilibrio. Si no, entramos en el riesgo de volver a ser ovejas de un rebaño dirigido por un señor con mitra y báculo, o de otro blandiendo el Corán, de levantar hogueras para quemar a quien no piense como nosotros o no crea que más allá hay una vida eterna de goce.

Yo no quiero esa vida maravillosa en otro mundo cuya existencia desconozco.

Quiero esa vida en éste.

6 comentarios:

  1. Bueno, bueno, Galip, que te veo tan calentito como el verano. Como me decía el amigo que me llevaba a la iglesia el día que me casé: "relax, Rafa". (Para todo tenía, si me descuido no llego ni a los postres).

    En realidad las discordias existen desde que el hombre es hombre. Que se materializan en las realidades existentes, pues sí. Pero vete a cualquier lugar del planeta donde no haya ni cristianimo ni Islam, y verás que también allí ha habido conflictos, y los que quedan...

    Respecto al contenido de los Evangelios, en realidad se escribieron pocos años después de los hechos que se narran (entre el 40 y el 95 d.C.).

    Parece que das a entender que sus textos han sido alterados a placer. Pero esto no es así. Se han encontrado fragmentos de los evangelios del siglo II, y coinciden punto por punto con lo que conocemos. Su lengua originaria es el griego, y pese a la LOGSE, todavía nos es bien conocida. Piensa que el texto más antiguo que conservamos de la Guerra de las Galias de Julio César es 1000 años posterior a su escritura; los 7 manuscritos de los Anales de Platón (quien por cierto, es muy amigo mío) 1300 años posteriores, y así, suma y sigue. Ni siquiera disponemos de los textos originales de Shakespeare, y eso que murió en el siglo XVII.

    A lo largo de su historia, los miembros de la Iglesia han podido cometer mil errores y fechorías, tener la tentación de acomodar el mensaje evangélico a sus debilidades, pero el mandato de no alterar el contenido de los Evangelios lo han obedecido, entre otras cosas por la amenaza que lanza San Juan en el Apocalipsis: "Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro".

    Por último, que menudo rollo estoy metiendo, si el cristianismo no es creíble, no es por sus documentos, la veracidad de su doctrina o la vida de Cristo, sino por la falta de testimonio e incluso el escándalo que producimos quienes nos llamamos cristianos. A lo que tú, en el fondo, apuntas. En esto no puedo más que sonrojarme y disculparme, porque lo admito, soy un desastre. (Oye, que sé que pese a todo me aprecias).

    Bueno, Galip, ya ves que tu entrada me ha interesado.

    ¡Cuidate mucho! Un abrazo.

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  2. Jajaj! Rafael! Sabes de sobra que te aprecio y como bien digo en mi escrito, no distingo credo (ni color de piel, ni nada de nada) a la hora de tener amigos. Puedo tener mi propia opinión, pero por supuesto, siempre me gusta escuchar y leer, sobre todo a gente como tú, capaz de razonar y argumentar cuanto dice.

    Es que a veces me indigno un poco cuando leo opiniones de que la única verdad es el cristianismo, cuando existen cientos de religiones y creencias que para mí tienen el mismo valor o incluso más, pues creo que si un mensaje fuera tan convincente, no necesitaría de muertes ni ostigamiento para ser impuesto.

    Ahora que hemos adquirido un estado democrático, a pesar de sus fallos, que haya gente que siga pensando que el mensaje que debería dirigir nuestras vidas, sea el mismo que ha controlado el poder con resultados nefastos durante tantos siglos, creo que es algo peligroso.

    Creo que es necesario que cada cual siga su camino. Si quiere creer en Dios, que crea en él. Si quiere creer en Alá, pues también. Pero que no intente imponer su mensaje al resto, pues la vida interior de cada uno es completamente libre y nadie debe imponer nada, menos aún si es imposible demostrarlo.

    Un fuerte abrazo para ti también, Rafael!

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  3. Ay, Galip. En el fondo temes a Dios, por eso te parapetas contra lo que tú llamas imposición de la fe. Piénsalo. Los cristianos que te visitamos no te imponemos absolutamente nada, pero la Verdad se acaba imponiendo, aunque se precisen años y lustros de tiempo, en la propia vida por su propio peso específico.
    Un saludo cordial.

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  4. No temas a Dios, Galip. Dios es amor. La Biblia lo dice y San Pablo lo repite. Los cristianos no te impondrán nada ya. Los tiempos de torturas ya pasaron. Ahora sólo querrán privarte de ciertas libertades que prohíbe su libro sagrado con contradicciones porque son pecado, pero nada más. Y encima no serán todos, sino únicamente los conservadores. Esa Verdad se interpretará en beneficio personal.

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  5. ¿Lo ves, Felicitas? "La Verdad se acaba imponiendo". Transcribo únicamente lo que tú me dices. Esas son las frases que me dan miedo, pues son verdades que jamás podrán demostrarse sencillamente porque no existen. El hombre debe refugiarse en algo por su incertidumbre ante la muerte y las cosas que no puede explicar, de ahí nacen las religiones,pero la ciencia nos ayuda cada día a superar nuestros miedos. La única realidad tangible es la que vivimos día a día. Desgraciadamente no es la más hermosa, pero hemos de esforzarnos por conseguir que cada día sea mejor.

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  6. Te entiendo Galip, porque yo pensaba como tú, en mi juventud. Mi religión no nace de la incertidumbe, nace de un encuentro personal con Jesús de Nazareth. El está vivo y desea fervientemente manifestarse a ti, porque te ama con la fuerza de Dios. Creer en Jesús es encontrarte con Él.
    Cuando te dije que la Verdad se acaba imponiendo, no me refería a un imponerse por la fuerza. Me refería al peso de la evidencia. Es evidente que los árboles son verdes, es evidente que el mar es azul, es evidente (para mí) que Le temes, (porque yo también le temía).
    Y ahora, para mí es evidente que te ama infinitamente, por ser como eres, por tener ese corazón grande que tienes.
    Un abrazo,Galip.
    :)

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