jueves, 13 de octubre de 2011

Hispanidad (escrito ayer, 12 de octubre)

Un país es mucho más que un trozo de tierra para defender del enemigo. Los desfiles militares nos muestran la fuerza de una nación pero esconde unas debilidades que socavan los cimientos sobre los que se asienta, como ocurre hoy en España, día en que se conmemora el orgullo nacional. ¿Qué es ese orgullo? ¿Podemos estar orgullosos de ser españoles?

Decía Antonio Machado hace ciento tres años, durante la conmemoración del primer cententario de la Guerra de la Independencia y diez años después de la pérdida de las última colonias de aquel gran imperio, que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra. Arengaba a los españoles del momento a alejarse de los viejos mitos heroicos "luchamos por libertarnos del culto supersticioso del pasado", algo que podríamos asimilar a las "siete llaves para el sepulcro del Cid" que pedía Joaquín Costa, para enterrar ese imaginario colectivo que nos había mantenido alejados del progreso experimentado en Europa desde finales del siglo XIX con la revolución industrial y las diferentes revoluciones liberales. Un país se construye labrándolo cada día, no sólo sus tierras, sino también las mentes de las gentes que lo habitan.

Ha pasado poco más de un siglo desde aquellas palabras, con dos dictaduras, una república entre ellas y la monarquía parlamentaria en la que ahora vivimos. ¿Qué nos ha ocurrido a los españoles durante estos cien años para pasar por tantísimos sistemas y terminar regidos por una familia a la que ya se invitó a marcharse en dos ocasiones?

Las ansias renovadoras de aquellos regeneracionistas fueron dilapidadas desde el comienzo de la Guerra Civil. El camino emprendido por ellos, el cerrojazo al pasado mitológico de un país enfermo de fe fue destruido por una dictadura que adoctrinó las mentes de sus hijos en un intento por volver a esos milagros. Volvieron a proyectarse en el imaginario colectivo las imágenes de Pelayo, el sitio de Numancia, la Reconquista contra los moros, el Cid y los Reyes Católicos como adalides de la patria española, cuando prácticamente ninguno de  ellos oyeron hablar de ella. España permaneció aislada casi por completo durante cuarenta años en los que el "somos diferentes, afortunadamente" se convirtió en lema de un país encantado de conocerse a sí mismo.

La democracia supuso un pequeño despertar y la integración en Europa dio lugar a un espectacular despegue económico nunca antes visto. Parecía que dejábamos de ser esa deformación de la sociedad europea, ese esperpento acuñado por Valle Inclán. Quedaban atrás los espejos del callejón del Gato y se construían grandes infraestructuras que nos hicieron sentir que éramos los mejores y los más ricos. Pero, ¡ay, amigos! qué duro es que se acabe el chollo y lleguen los tiempos de vacas flacas. Esos políticos en quienes confiábamos se dedicaron a malgastar en grandes fastos ingentes cantidades de dinero público. Tenemos casi un aeropuerto por provincia, más kilómetros de alta velocidad que cualquier otro país europeo, obras emblemáticas que quedan  muy bonitas pero tienen poca utilidad práctica en todas las ciudades... Total, que nuestras instituciones tienen unos agujeros económicos de aúpa. ¿Por qué no hemos aprendido del pasado? ¿Por qué ahora que teníamos un estado de bienestar lo suficientemente extendido en la población, lo destruimos? ¿Por qué recortamos primeramente en educación e investigación?

Está claro que no hemos aprendido. No hemos sido capaces de atender en cien años a las palabras de renovación de unos hombres que vieron cómo este país caía lo más bajo que podía caer. Preferimos destinar el dinero a grandes premios de fórmula 1, a grandes estadios de fútbol y nos olvidamos de que para que un país avance necesita mentes preparadas así como potenciar aquellas que ya lo están para que con sus investigaciones faciliten la vida a los demás.

Mi sueño es dejar de ver un día desfiles militares para disfrutar con un desfile de científicos españoles que han encontrado una vacuna para el SIDA (algo que por cierto, está bastante avanzado) o que han podido volver a nuestro país porque el ministerio les ha concedido una beca digna. Me gustaría salir a aplaudir a un premio nobel de física español, a uno de medicina, y ¿por qué no? a uno de la paz.

Quiero sentirme orgulloso de decir que un español inventó un sistema de regadíos que ahorra mucha más agua de la que ahora se ahorra o que otro español ha hallado la solución a la crisis cambiando los valores éticos de esos seres que manejan el dinero.

Quiero un día poder decir que soy español sin miedo a gritarlo, porque ahora mismo me avergüenzo un poquito y lo digo con la boquita pequeña, casi cerrada.

4 comentarios:

  1. Pues mira, no te quitaré mucha razón. Pero también creo muy francamente que el mal de este país es también la vergüenza que toda la juventud siente por "ser española", precisamente. Mi cuñada, que es de Estados Unidos (ya ves, el país más grande del mundo y el más próspero, para que tomen nota algunos separatistas-pueblerinos de tres al cuarto), me cuenta el orgullo con el que los americanos llevan su bandera. "¿Por qué vosotros no lo sentís así? Me da verdadera pena por vosotros, es el lugar donde habéis nacido, donde habéis sido felices y que os ha dado todo lo que teneís ahora.. el amor por el país es algo que es responsabilidad de los jóvenes".
    Y es así, la verdad. Tenemos la responsabilidad de dejar atrás resquemores del siglo pasado porque ni siquiera los hemos vivido, pero somos tan idiotas que nos dedicamos enteramente a seguir riéndonos de nosotros mismos. Es el complejo de inferioridad y de paletismo que nos ha acompañado siempre. Pues no, es un país que salió de la posguerra con la población más currante y esperanzada que han visto los libros de historia, que soportó lo insoportable y que aún así prosperó. Yo no me averguenzo. Me averguenzo de tener 22 años y vivir como una reina, estudiando lo que quiero, sin haberme merecido nada, porque todo esto, quienes lo han edificado son precisamente los que en su día no vieron los frutos. Los que se tuvieron que poner a trabajar a los 11 años por ser huérfanos de guerra. Por ejemplo. Que somos un poco señoritos, se nos mire por donde se nos mire, y aún así no hacemos más que protestar. Eso sí que me da verguenza.

    Así que no nos vayamos a quejar de España demasiado gratuitamente, porque España la hacemos todos. Inventa tú ese sistema de regadíos si quieres, pero esa actitud que por lo general veo siempre en tí de quejarte de lo que sea constantemente, no me parece constructiva.

    Con todo el buen rollo, y felices fiestas.

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  2. Buenas tardes Galip Bey. Puedo estar orgulloso de ser español como decían los duros; por la G. de Dios y compartir un proyecto común con el resto de congéneres con las vacas gordas y las flacas seguro que puedes poner la música adecuada a cada estado, valle y paisaje del camino.Un abrazo.

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  3. Galip, no acabo de compartir esa visión tan negativa de nuestra historia (entre otras cosas, porque en todos los países cuecen habas).

    Lo que sí te digo es que yo soy menos ambicioso que tú, porque me conformaría con que esos científicos ocuparan al menos una centésima parte del espacio televisivo del que acapara el fútbol o los chillones programas del "corazón".

    Y qué decir de la comparación entre el sueldo de un futbolista o el de un famosillo que no ha dado un palo al agua en su toda su vida y el de un científico cuyos descubrimientos pueden salvar miles de vidas. ¿Qué tal si los invirtiéramos?

    Un abrazo.

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  4. Trini, debes comprender que desde mi punto de vista como historiador, o al menos historiador en potencia, debo analizar el pasado para tratar de adivinar hacia dónde va a dirigirse el futuro. Ahora mismo, con la que está cayendo y la nula reacción por parte de los políticos ante el capitalismo extremo con el que nos están machacando los señores del dinero, no puedo ser demasiado positivo. Veo cómo se recortan presupuestos de educación, de investigación, cómo se le da la espalda a avances científicos que podrían hacer más llevadera nuestra vida y cómo se sigue malgastando dinero en grandes obras, fastos y grandes premios de coches o motos y no puedo sino ser pesimista y crítico con un país que ha malgastado mucho dinero del que ha llegado desde Europa. Ahora, con una coyuntura económica delicadísima, debemos concienciarnos de que hay que cambiar, al menos en parte, el sistema que nos está absorbiendo. Debemos apostar por el cambio, pero a esas voces se les acalla y por supuesto que hay sistemas de regadío ya inventados que podrían solucionar en gran parte los problemas de agua de España, pero a los partidos políticos les interesan medidas populistas como trasvases y grandes embalses con los que pueden sacar tajada las constructoras.
    Es sólo un ejemplo, pero mientras ellos viven como reyes, con toda clase de privilegios, los demás aquí estamos, con el futuro incierto, luchando por salir adelante.

    NIP, lo de "por la gracia de Dios" me recuerda a otros tiempos que mejor están en el pasado.

    Rafael, tienes razón. Pero las gentes de este país dan la espalda a opciones tan buenas para la cultura como la 2. Sólo hay que observar los índices de audiencia. Es necesario que el resto de canales le dediquen más tiempo a la ciencia y la divulgación y menos a los "biceps y a las berzas". Y lo del fútbol, ya estoy cansado de discutirlo con la gente de mi alrededor. Borreguismo puro.

    Abrazos a todos.

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