sábado, 16 de octubre de 2010

Así se las ponían a Fernando VII

Piénselo bien antes de tomar la decisión. Valore los pros y los contras, lo que deja atrás y la incógnita que supone el futuro. Es un salto importante pero no decisivo. Usted es joven. La vida le deparará otras tantas decisiones seguramente más importantes que ésta. Así que no se deje engañar por las milongas que le cuentan aquellos que le rodean. Jamás se le presentará la oportunidad de vivir tan cómodamente, con un sueldo envidiable y un trabajo absolutamente sencillo. No necesita terminar sus estudios universitarios, ni siquiera necesita saber leer. Su buena planta, su sonrisa y don de gentes son más que suficientes para dirigir nuestra empresa de carácter nacional. Usted tiene todo lo que necesitamos, será nuestro rostro, el blanco de la ira del pueblo, la cabeza visible de esta prestigiosa institución. Nosotros haremos todo cuanto esté en nuestra mano por enriquecernos y obviamente, usted se llevará una importante parte del pastel. Esas gentes obreras son fáciles de engañar. No tienen inquietudes culturales, jamás han leído a Marx o a Hegel, ni siquiera a Adam Smith. Pobres ignorantes. Nosotros les manejamos a nuestro antojo. Poseemos el control de los medios. Primero fueron los controladores aéreos, después los funcionarios, hasta hace unos días los sindicatos y ahora serán los inmigrantes. Todos ellos, simples ciudadanos, son los paganos de esta crisis que hemos creado con nuestra avaricia, pero mientras tengamos el poder, nadie osará echarnos la culpa. Y ahora, discúlpeme pero, ¿quiere usted dirigir la cartera de trabajo de este gobierno?

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