domingo, 3 de octubre de 2010

Entre cartones

Tchas, tchas. Chasqueó sus dedos de nuevo. Sentía en su cabeza el ritmo infernal de aquel swing. Necesitaba expresarlo corporalmente. Era un movimiento casi involuntario, como la sístole o la diástole, como la inspiración y la espiración, como una erección matutina. Estaba tirado bajo unos pocos cartones junto al Cerro. Desde allí percibía el sonido lejano producido por la sirena de un coche patrulla lanzado en una persecución vertiginosa. Ah... pero Benny Goodman no dejaba de sonar en su cabeza. Y de repente la dulce voz de Billie Holiday...

I jumped into the tryin' pan
and into the fire
When I lost me a cheatin' man
and got a no-count liar [...]

Oyó un disparo. La noche no estaba resultando del todo tranquila. Eso sí, su música no se la podían arrebatar. Tampoco su petaca siempre llena de whisky escocés. Lo compraba de contrabando, claro, con los pocos céntimos obtenidos mediante la búsqueda durante horas entre cubos de basura. Allí había objetos de todo tipo seguramente aprovechables. Los llevaba al chatarrero y a cambio recibía una pequeña remuneración. Entonces acudía a Román, un ser escuálido de tez pálida, habilidoso ladrón y granuja, capaz de extraer sin que ningún vigilante se diera cuenta botellas de los grandes tanques traídos por los buques que atravesaban el Atlántico. Era uno de sus pocos conocidos.

Mientras trataba de conciliar el sueño, notó entre la oscuridad de chapas viejas, harapos y cajones olvidados, un pequeño destello delgado y alargado. La sorpresa de vislumbrar tal imagen le sobresaltó. Se levantó para empezar a caminar hacia la luz. Se agachó. Extrajo las manos de los bolsillos lentamente, aterido por el frío. Comenzó a tirar de aquella extraña barra.

"Mientras recorro el contorno con mis dedos, siento la suavidad de la madera tanto tiempo añorada. Esta superficie lisa, la forma cilíndrica, su cabeza terminada en una pequeña bola. Es inútil. Ya no sería capaz de coordinar pies y manos, ojos y boca. No podría seducir a las mujeres que venían a verme al Holy Blue para derretirse con mis movimientos mientras yo decidía a cuál de ellas llevarme a la cama. Pasó tanto tiempo desde aquella noche. Si no hubiera venido aquella zorra. Me engañó como a un principiante, pero esos ojos eran capaces de engatusar al más audaz de los bribones. Todavía puedo recorrer con mis manos las cicatrices. Su novio, ese maldito mafioso de Drake, me pateó el culo y la cara de lo lindo junto a sus amigos. Ahora me encuentro esta maldita baqueta que tanto me dio. Maldita sea, fue lo único bello y real de mi vida. Desde que la dejé, acojonado por las amenazas de esos matones me estoy pudriendo en este asqueroso barrio, olvidado por unos, traicionado por otros, odiado por unos cuantos maridos cornudos. Qué truhán fuiste. Mereces acabar así."

Tchas tchas tchas. Volvió a chasquear sus dedos. Lanzó la baqueta al mar. Quedó en silencio, ahora sólo interrumpido por la voz de Billie Holiday.

How carelessly
you gave me your heart
and acrelessly I broke it, sweeheart
I took each tender kiss you gave to me
every kiss made you slave to me

Sus manos sintieron de nuevo el calor de los bolsillos. Se acomodó entre los cartones tratando de conciliar el sueño. Cerró los ojos. Ahí estaban. Las baquetas se movían de un lado a otro. Su campo visual era ocupado por ellas. De nuevo esa pesadilla inacabable, esas malditas ansias insatisfechas, ese amor irreal y pendenciero. Se quedó dormido mientras repetía el final de aquella canción...

Then carelessly
I told you goodbye
But now at nihgt I wake up and cry
I wish I knew a way to find the love
I threw away so carelessly

2 comentarios:

  1. Nueva imagen para tu blog. Dicen que renovarse o morir.
    Genial texto, fantastica historia.

    Saludos.
    Ricard

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  2. Menos mal que me dejas siempre algún comentario, Ricard, que si no, menudo erial. Un abrazo y gracias por tu visita. Siempre eres bienvenido.

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