miércoles, 18 de mayo de 2011

¡Esos ojos!

Caminaba como una bossanova. El contoneo de sus caderas era preciso, embaucador. Mis ojos se aferraron a ellas como imanes. Cada paso carecía de importancia a pesar de la pompa con que los daba. La ceremonia constituía un acontecimiento inaudito, celebrando una efeméride de la más elevada importancia. Primero levantaba el talón con una lentitud sabrosa. Poco a poco se despegaban del suelo los dedos, elevando su inmaculado pie sobre las baldosas de la acera, que parecían disfrutar de cada huella. Los pasos se repetían una y otra vez mientras ella se alejaba lentamente, desfilando entre flashes imaginarios y cámaras de televisión. Maldita engreída. Enseguida me di cuenta de que todos los tíos a mi alrededor la miraban con la misma cara de avaricia que yo, así que decidí proseguir mi paseo hacia ninguna parte mientras me olvidaba de ella.

3 comentarios:

  1. A eso le llamo yo independencia de espíritu. Te felicito.
    :)

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  2. Hay bossanovas que no se despegan con facilidad y uno pasa tarareándolas todo el día.En 9 líneas toda una escena costumbrista.¡Genial!
    Un abrazo.

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  3. Las bossanovas suelen ser maravillosas. Abrazos a los dos!!

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