lunes, 15 de noviembre de 2010

Sáhara

Hoy he despertado alterado por un bullicio en la calle. Me he asomado a la ventana para comprobar qué ocurría cuando he visto a mi hermano Mohamed corriendo mientras era perseguido por un policía. Había mucho humo y se oían disparos hechos al aire. Junto a él había muchas más personas lanzando piedras contra los patrulleros, que respondían con balas. Mi madre se ha apresurado a apartarme de la ventana tapándome los ojos. Ha cerrado las cortinas quedándose la casa a oscuras. No tenemos nada salvo este habitáculo en el que vivimos mi madre, mi padre, mi hermano y yo, aunque desde hace tres noches mi padre no ha vuelto a casa. Marchó con el padre de mi amigo Djamil a "reclamar un trato justo para nuestro pueblo" según dijo y todavía no sé demasiado bien a qué se refería. Mi hermano dice que el rey de Marruecos es un tirano que quiere eliminar el pueblo saharaui, el pueblo al que pertenezco. Tal vez eso tenga algo que ver con el objetivo que busca mi padre. Mi madre dice que lo que está ocurriendo estos días en nuestro campamento es terrible y que seguramente tengamos que dejar nuestra casa. Tratan de ocultármelo hablando siempre en voz baja, pero no soy tonto. Sé qué sucede algo grave aunque no sé muy bien qué significa todo esto.

Quisiera hacer que cesara la tensión existente estos días en mi ciudad y poder ir a la escuela porque me gusta mucho leer. Me ha enseñado un grupo de voluntarios que ha venido a ayudarnos y me siento muy feliz. Pero ahora, con todo lo que acontece en las calles de El Aaiun es imposible salir de casa. Me gustaría salir a jugar con mi amigo Djamil, pero llevo días sin verle. Mi madre me dice que está bien y que su padre está con el mío de viaje. Yo finjo creérmelo pero intuyo que no es verdad. Intuyo que han desaparecido, que la policía les habrá hecho cosas malas que no puedo imaginar. Sólo quiero que vuelvan pronto a casa.

Ahora me voy a dormir. Mis amigos voluntarios también me han enseñado a escribir y me gusta mucho. Tal vez algún día escriba cuentos como los que leo en mi pequeña escuela. Quiero ser un escritor y contar a los niños que viven en Europa que aquí también hay niños que jugamos con los juguetes que ellos ya no utilizan, que usamos la ropa que a ellos se les ha quedado pequeña y reímos con los libros que ya no leen.

No sé si alguien me leerá al otro lado del mundo, pero espero que sepan que aquí, en un país llamado Marruecos, hay un pueblo oprimido que sufre.

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