martes, 22 de marzo de 2011

La carta II

Cuando terminó de escribir la carta, la leyó una y mil veces. Aprendió cada palabra, cada frase, cada metáfora. Era capaz de recitar cada párrafo sabiendo exactamente dónde se hallaba cada punto y cada coma. Le pareció perfecta. No sobraba ni faltaba nada. Simplemente le restaba introducir el papel en el sobre, bañar la solapa con su saliva y cerrarlo. La incertidumbre ante la idea de que no alcanzara su destino le hizo estremecerse, pero más asfixiante era aún pensar si ella interpretaría correctamente el mensaje. El vocabulario era sencillo, las palabras, sinceras y la letra, clara. No había contemplado la posibilidad de redactarla al ordenador, pues perdería por completo su carácter, ya que el calor desprendido por la caligrafía humana era infinitamente superior al de un procesador de texto.

Recordaba la dirección como si hubiera estado ayer por última vez. La escribió meticulosamente, poniendo una atención total en el trazo de cada letra, eliminando cualquier posible error en su lectura. No dejó constancia de su autoría en el remite para rodear el sobre de un cierto halo misterioso. Sabía que si se extraviaba se perdería por siempre, pero prefería eso a que volviera a sus manos. Eligió vivir con la duda a tener la certeza de que no había llegado a su destinataria.

Lamió ligeramente el sello, lo justo para no dejar apenas ese sabor amargo en su lengua y permitir que se adhiriera con fijeza al papel. Ya sólo le restaba salir de su casa y depositar el sobre en el buzón más cercano. Las manos le temblaban en el instante en que la carta se deslizó por la boca de aquel "engullecartas". Se tragó sus palabras y en ese momento las estaría digiriendo, mezclándose con muchos otros morfemas de amor u odio, de facturas impagadas y de buenos deseos.

Al regresar a su hogar, se sentó en el sillón. No tenía nada que hacer salvo esperar la respuesta.

2 comentarios:

  1. Precioso texto, vengo de Segunda Cita, donde pusiste un poema maravilloso de Labordeta...Seguro que vuelvo por aquí, me gusta lo que leo.
    Un abrazo

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  2. Galip, me has traído a la memoria los tiempos en que me carteaba (por ejemplo con mi novia, hoy mujer). Miraba el buzón cada vez que pasaba por delante, como si por ello el cartero fuera a correr más.

    Me ha gustado mucho.

    Saludos.

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