viernes, 26 de febrero de 2016

2 años sin Paco de Lucía




Hoy hace dos años que falleció Paco de Lucía, una de esas personas a las que podemos llamar genio sin caer en la banalización de un término usado con demasiada asiduidad en nuestros días. Él tomó el flamenco y lo hizo universal, llevándolo a todos los rincones del planeta, mostrando la belleza de una música nacida de la mezcla, de la tierra y de la historia.
Y hoy lo recuerdo con esta pieza en la que homenajea a otro genio, Ziryab (llamado realmente Abul-Hasan Alí ibn Nafi), un músico de origen incierto -tal vez hijo de libertos- que revolucionó la corte cordobesa del emir Abderramán II allá por el siglo IX. Sabemos que llegó desde Bagdag, capital del califato abbasí en aquel momento, de donde huyó amenazado por su celoso maestro Ishaq al-Mawsulí al haberse ganado el favor del califa Harun al-Rashid.
Tras vagar de corte en corte por el norte de África, su innato talento llegó a oídos del emir al-Hakam I, quien lo invitó a su corte cordobesa, con la mala fortuna de que el emir falleció nada más pisar Zyriab el puerto de Algeciras. Sin embargo, el nuevo emir Abderramán II, amante de la música y los libros, lo hizo llamar de inmediato. Así trajo a la península nuevas armonías, melodías e instrumentos que se incorporaron a la música andalusí y fundó una escuela de música en su nueva ciudad, Córdoba (lo que daría por viajar en el tiempo a la Córdoba de los Omeyas), perviviendo los ecos de su obra en el flamenco actual.
Pero además, Ziryab importó otras tradiciones que perduran en nuestros días, como usar copas de cristal para beber vino, el orden de los platos al comer (empezar con un entremés o una sopa, seguir con pescado o carne y terminar con un dulce), así como nuevas maneras de peinarse o de vestir, que cambiaron las costumbres de la población andalusí. Ah, y gracias a él descubrimos lo ricos que están los espárragos trigueros, porque parece ser que hasta entonces no se comían.
En fin, que la próxima vez que os toméis un vinito en una copa de cristal, recordad que es gracias a Ziryab, y hacedlo a la salud de dos genios muy distantes en el tiempo cuyo legado pervivirá en las generaciones venideras.

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