jueves, 20 de agosto de 2009

Cielo de verano


Casiopea, sentada en hermoso trono, resplandece en lo más alto del cielo orgullosa por la belleza de su hija Andrómeda, causante de la ira y la envidia de las Nereidas, quienes a su vez pidieron venganza a Poseidón ante tal ultraje. El dios de los mares envió al monstruo Cetus para destruir las costas de Etiopía, reino que gobernaba Cefeo, padre de Andrómeda y esposo de Casiopea. El rey, desolado por tanta destrucción, decidió sacrificar a su hermosa hija para así calmar la ira de las Nereidas, pero justo cuando Andrómeda estaba a punto de ser devorada por el terrible monstruo, Perseo la rescató acabando con Cetus y posteriormente se casó con ella. Podemos observar a Andrómeda debajo del trono de su madre, así como la corona de su padre Cefeo o al temible monstruo que intentó devorarla. Se encuentran en una región privilegiada de la noche veraniega, pudiendo ser observados desde que se pone el Sol hasta el amanecer.


El cisne surca los cielos mientras nos preguntamos si representará a Zeus tratando de seducir a Némesis o si se tratará de Orfeo en su descanso eterno, pues cuentan que tras su muerte se elevó a las profundidades del universo en forma de cisne para seguir tañendo eternamente su Lira, situada junto a él. Otro ave, esta vez rapaz, transporta a Ganímedes al monte Olimpo para servir de copero en el panteón griego. El águila se nos muestra majestuosa ante nuestros ojos. Por su parte, las tres estrellas principales de estas constelaciones, a saber, Debeb en el Cisne, Vega en Lira y Altair en en el Águila, nos indican que nos encontramos en verano formando el célebre triángulo visible en cualquier momento nocturno de la época estival.

Pegaso también sobervuela nuestras cabezas en las calurosas noches del hemisferio norte, muy próximo a Andrómeda.

Por supuesto, el zodíaco está presente en el cielo nocturno de verano. Una amplia representación de seres mitólogicos va alternándose a lo largo de la madrugada, pudiendo observarse Capricornio, Sagitario, Escorpio y Libra. El cinturón en el que se distribuyen estas constelaciones es perfecto y nos irán sorprendiendo a medida que avancen las horas.

Al final de la noche, podremos ver al Auriga, tirando de sus caballos para avanzar en su camino en la penumbra. Tauro también nos saludará y las Pléyades, presentes durante toda la noche aunque en una posición discreta, seguirán disfrutando por toda la eternidad de ser quizá la constelación más hermosa y curiosa del cielo que podemos observar.

Si tenéis suerte, alguna estrella fugaz os sorprenderá mientras observáis con paciencia y tranquilidad la inmensidad del espacio. Este espectáculo, quizá el más antiguo de nuestra corta Historia, es gratuito y nosotros le ponemos la duración que deseemos. El Universo es una fuente de secretos, sorpresas, maravillas, hipótesis, belleza y tranquilidad. No os lo perdáis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario