lunes, 21 de septiembre de 2009

Ojalá

Parió primero un sueño furioso, una extraña quimera deseosa por transmutarse en un ser despiadado que destruyera todas las ilusiones que hubiera tenido hasta ese instante.

Pero pasó.

Pasó y llegó la serenidad de un nocturno de Chopin, el paisaje blanco del invierno polaco. Sentía bajo sus pies el aire helado de la Europa septentrional, pero su manta le protegía ante aquellas temperaturas tan extremas.

Y llegó.

Llegó a un lugar maravilloso. Oasis imperecedero de caudalosos ríos, infinitas selvas y escarpadas montañas. Descendió entonces hasta un pequeño claro que se abría con gran esfuerzo entre la frondosa vegetación. Posó sus pies en la fértil tierra que ahora era su hogar y se tumbó en el acolchado suelo que le proporcionaba aquel paraíso eterno...

Ahora, abre los ojos. Esto es sólo un sueño y dentro de poco será una imagen a todas luces imposible de encontrar en nuestro planeta. La lucha por la supervivencia de la naturaleza ha comenzado.

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