jueves, 26 de agosto de 2010

En el puente

Al atardecer, las sombras se habían apoderado casi por completo de la ciudad. Soplaba una suave brisa mientras cruzaba el puente. El agua reflejaba un cielo anaranjado, cubierto de nubes y comencé a tararear una canción de Clapton cuyo nombre no recuerdo ahora mismo. Me detuve y apoyé mis brazos en la barandilla mientras dejaba caer sobre ellos el peso de mi cuerpo. Miraba el agua completamente abstraído. Discurría lentamente y de vez en cuando traía consigo un piragüista que remaba plácidamente cortando la uniformidad extendida ante mí. Venían a mí recuerdos de la infancia, esa época cuya felicidad no comprendes hasta que eres adulto y la vida te ha deparado algún que otro revés. Recordaba a mis abuelos a quienes tanto quiero. Por suerte aún puedo disfrutar de la presencia de casi todos ellos. Sólo mi abuelo Daniel, cuyo nombre enarbolo siempre orgulloso, ha fallecido. No podía evitar la tristeza, como casi siempre que le recuerdo. Debo retirarme porque no me gusta que nadie me vea triste, pero a veces me resulta imposible reprimir las lágrimas. Parecía que iba a estar siempre junto a mí, pero desde ese instante cambia la percepción del mundo. Te das cuenta de que todo cuanto has oído hasta ahora, la fugacidad de la vida, la imperfección del ser humano, nuestro paso efímero por este mundo, es cierto. Comienzas a hacerte preguntas existenciales, a valorar todo cuanto te rodea y a todos los que te rodean, pues hasta entonces parece que todo va a ser siempre así, que nada va a alterar el curso de las cosas.

Parece que me he evadido por completo y aquí estoy. La gente circula a mi alrededor, los coches pasan a mi espalda a toda velocidad, el tiempo no se detiene para el mundo pero sí para mí. Deseo entonces quedarme allí envuelto en un halo de misterio, mimetizado entre la muchedumbre que todo lo arrastra, dormido en un sueño mientras estoy despierto.

Sin embargo, he de volver a la realidad. Debo seguir caminando a cierto lugar que ahora no recuerdo. Tengo que encontrarme conmigo mismo. Seguiré buscando, pero creo que no me hallaré en esta ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario