domingo, 19 de septiembre de 2010

Siempre acabas llegando

Ahora que sólo queda la noche
y tú y yo sobrevivimos al ocaso
No ha en el mundo otra señal de vida
una palabra a cuestas, una mirada
un rostro de eternas dudas
un mar tejido con hebras de hermosura.

Si tú no estás todo es la nada
el inconcebible afán de tu amargura
la olvidada parada de este tren
que tiembla cuando alguien se pregunta
si en verdad la muerte es su tortura.

Entonces nadie viene a mi rescate
y queda siempre un fiel reposo
el eterno amor allá en mi nuca
mientras tú vives mi ausencia
sin nadie que disfrute tu ternura.

Cuando veo allá tu rostro
reflejado en cientos de argucias
y tu voz llega volando a mis oídos
no puede haber lugar a duda
pues eres tú quien viene a mi llamada
en la noche carente de tu luna.

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