domingo, 1 de noviembre de 2009

Nocturnidad sin alevosía

Ahora que la niebla sepultó nuestra urbe bajo un manto gris y John Coltrane no deja de hacer sonar su saxo en mi cadena musical, Zaragoza parece incluso una ciudad hermosa y me entran ganas de enamorarme una vez más de ella.

Anoche mientras regresaba a casa, a eso de las seis de la madrugada, sentí en mi mente esa fuerza melancólica que trae consigo el otoño. Hasta ese instante no me había percatado del frío y la humedad típicos de esta época del año, descubriendo que noviembre ha llegado casi sin hacer ruido, sin cierzo ni lluvias, sin sangre invernal ni mantas en la cama.

Así pues, me dediqué a disfrutar de esta imagen londinense de mi ciudad, haciéndome sentir por unos minutos como un habitante de la Europa central, alejado de este país sin gobierno ni oposición y cuyos políticos parecen vivir en una burbuja muy alejada de la gente de a pie, cada vez más necesitada de profundas reformas que nos hagan acercarnos más a nuestro vecinos del norte.

Caminé una Gran Vía casi desierta, tan solo habitada en esta noche de calabazas y disfraces por pseudo-zombis alcoholizados que se arrastraban por las aceras rumbo a su hogar. Las obras del dichoso tranvía daban un toque más siniestro, haciéndome sentir por unos instantes en un decorado cinematográfico de serie B, pues tampoco se merecen mayor categoría.

Independencia era un paseo que invitaba a un retiro espiritual. Los árboles desnudos daban muestra del poder otoñal hasta poco antes ausente ante mis ojos. Serán durante los próximos meses testigos mudos y víctimas del frío más letal para dejar de ofrecer sombra a los paseantes diurnos, sombra que, por otra parte, no será buscada hasta la llegada del calor, pues los habitantes de esta vetusta ciudad siempre se arriman a cualquier ápice de luz solar que llegue a nuestras calles cuando el frío aprieta.

Ahora déjenme un poco de margen para respirar y ponerme a estudiar. El trabajo se acumula y vale más organizarse para terminarlo poco a poco, aunque siempre dejando algunos momentos para el goce y el disfrute de mi ser. Además, hoy no tenía previsto escribir -como casi nunca, vaya- y creo que me ha quedado un post bien majo, que decimos por aquí. Espero que lo hayan disfrutado.

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