sábado, 5 de diciembre de 2009

Diálogo del corazón

Hace pocos días, mientras mantenía una vanal conversación con un buen amigo a través de mi teléfono móvil, unas extrañas interferencias se colaron entre nuestras animadas palabras. Se trataba de una discusión entre un hombre y una mujer decididos a romper definitivamente su relación, un momento duro para cualquier ser humano y más cuando éstos parecían hechos el uno para el otro. En fin, he creído oportuno enseñaros todo lo que escuché, pues su intensidad fue enorme, dejando una profunda huella en mí.

-¿Y por qué has tardado tanto tiempo en llamarme?

-Temía un resurgimiento de ese amor que siento por ti y que ahora parece aletargado.

-Pero ya deberías haber pasado ese trago tan amargo y que a mí también me dolió tanto.

-Si ya te ha dejado de doler será porque tampoco sentías algo muy profundo por mí.

-No digas tonterías. Sabes que te he amado como nadie podrá hacerlo nunca.

-Si así fuera lo seguirías haciendo durante el resto de tus días.

-...

-Voy a serte sincero. He hecho un inmenso esfuerzo cada vez que pulsaba una tecla del teléfono y mi conciencia me pedía que no siguiese cada vez que un nuevo dígito aparecía en la pantalla de mi celular. Temía que al escucharte creyera por un momento volver al pasado, a aquellos días en los que me llenabas con una inmensa luz incapaz de ser oscurecida por la mayor de las nubes.

-Pero sabes perfectamente que nuestra relación llevaba tiempo dañada. Yo misma he cometido descuidos hacia ti que jamás podré perdonarme.

-Eso no sirve de nada ahora. Te escuché descolgar el teléfono y olvidé por un momento todos esos deslices que tuviste conmigo, esos pequeños pero letales gestos que denotaron un importante desinterés hacia mí. No creas que me gusta flagelarme, pero a veces tengo la sensación de no tener en cuenta tus acciones. Sabes que soy una persona comprensiva y dialogante, pero veo tu decisión como algo definitivo. No te quiero insistir. Sólo deseo que seas feliz, aunque eso suene sarcástico y tópico. Ahora mismo no tengo ganas de seguir escuchándote. Lo único que hallaré será una profunda desesperación capaz de llevarme a cometer actos inimaginables, a convertirme en un ser cegado por ecos de sombras y delirios del corazón. Voy a intentar seguir con mi vida como si nunca te hubiera conocido.

-Pero Galip...

Y lo único que escuchó fue el sordo chasquido del teléfono al ser colgado.

1 comentario: